Augusto Orrego Luco, el médico de la cuestión social
Por Alejandro San Francisco Profesor del Instituto de Historia y la Facultad de Derecho de la Universidad Católica de Chile.
Por: Equipo DF
Publicado: Viernes 13 de enero de 2012 a las 05:00 hrs.
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Décadas antes de la famosa crítica social del Centenario en 1910, hubo algunos chilenos que anticiparon el análisis sobre lo que podríamos llamar el “agotamiento nacional”, urgiendo la necesidad de “estudiar el mal que produce (las causas) y aplicar resueltamente el correctivo que ese mal exige”. Entre los más destacados podemos mencionar a Augusto Orrego Luco (1849-1933), debidamente reconocido por Sergio Grez en sus interesantes trabajos sobre la cuestión social en Chile.
Después de concluir sus estudios en el Instituto Nacional y de un año en Leyes, en la Universidad de Chile, el joven pasó a estudiar su carrera definitiva: Medicina. Era 1865 y apenas se inscribieron siete alumnos, en una disciplina que carecía del prestigio que adquiriría con el tiempo. Fue una época notable, que Orrego Luco narró años más tarde en Recuerdos de la Escuela, libro en que trazó retratos interesantes sobre Ignacio Domeyko, Rodulfo A. Phillipi, el sabio Vásquez y José Joaquín Aguirre, entre otros destacados profesores de su tiempo.
Posteriormente combinó el ejercicio de su profesión con las tareas políticas y sociales. Participó en los medios de prensa, con la creación de La Revista de Santiago en 1882; y también participó en La Época y El Mercurio de Valparaíso. En esos años publicó en La Patria, de Valparaíso, una serie de artículos titulados “La cuestión social”, donde explicaba los problemas nacionales, la gravísima situación del proletariado, la falta de higiene, la vagancia y los bajos salarios, entre otros.
En materia política, Orrego Luco fue diputado entre 1876 y 1891, llegando incluso a ser Presidente de la Cámara. Figura importante del Partido Liberal, acompañó al presidente Domingo Santa María (1881-1886) en la promoción de las leyes laicistas, junto a José Manuel Balmaceda e Isidoro Errázuriz. A pesar de eso, se produjo un distanciamiento con Balmaceda cuando éste llegó a La Moneda –estaba muy “quemado” a juicio del mandatario–, y se sumó al liberalismo opositor en el conflicto de 1890 y 1891, que culminó con la desastrosa guerra civil, el suicidio del gobernante y la instauración del parlamentarismo.
A pesar de eso, una vez concluido el conflicto, acompañó a las víctimas, miembros del balmacedismo derrotado en Concón y Placilla. Como narra su mujer Martina Barros en Recuerdos de mi Vida, el médico atendía en conventillos miserables “a la familia de algún honrado empleado público y a veces, a pesar de nuestra falta de recursos, hasta regalarle los remedios”. Paralelamente asumió como miembro de la Facultad de Medicina y de la Sociedad Médica.
Uno de los aspectos centrales que vale la pena destacar es la contribución global que hizo Orrego Luco, al igual que su hermano Luis –escritor, autor de varias obras literarias y ensayos– al desarrollo cultural de Chile en el amplio sentido de la palabra. Se mantuvo activo hasta avanzada edad, y falleció en 1933, cuando Chile entraba en una nueva etapa de su historia.
Después de concluir sus estudios en el Instituto Nacional y de un año en Leyes, en la Universidad de Chile, el joven pasó a estudiar su carrera definitiva: Medicina. Era 1865 y apenas se inscribieron siete alumnos, en una disciplina que carecía del prestigio que adquiriría con el tiempo. Fue una época notable, que Orrego Luco narró años más tarde en Recuerdos de la Escuela, libro en que trazó retratos interesantes sobre Ignacio Domeyko, Rodulfo A. Phillipi, el sabio Vásquez y José Joaquín Aguirre, entre otros destacados profesores de su tiempo.
Posteriormente combinó el ejercicio de su profesión con las tareas políticas y sociales. Participó en los medios de prensa, con la creación de La Revista de Santiago en 1882; y también participó en La Época y El Mercurio de Valparaíso. En esos años publicó en La Patria, de Valparaíso, una serie de artículos titulados “La cuestión social”, donde explicaba los problemas nacionales, la gravísima situación del proletariado, la falta de higiene, la vagancia y los bajos salarios, entre otros.
En materia política, Orrego Luco fue diputado entre 1876 y 1891, llegando incluso a ser Presidente de la Cámara. Figura importante del Partido Liberal, acompañó al presidente Domingo Santa María (1881-1886) en la promoción de las leyes laicistas, junto a José Manuel Balmaceda e Isidoro Errázuriz. A pesar de eso, se produjo un distanciamiento con Balmaceda cuando éste llegó a La Moneda –estaba muy “quemado” a juicio del mandatario–, y se sumó al liberalismo opositor en el conflicto de 1890 y 1891, que culminó con la desastrosa guerra civil, el suicidio del gobernante y la instauración del parlamentarismo.
A pesar de eso, una vez concluido el conflicto, acompañó a las víctimas, miembros del balmacedismo derrotado en Concón y Placilla. Como narra su mujer Martina Barros en Recuerdos de mi Vida, el médico atendía en conventillos miserables “a la familia de algún honrado empleado público y a veces, a pesar de nuestra falta de recursos, hasta regalarle los remedios”. Paralelamente asumió como miembro de la Facultad de Medicina y de la Sociedad Médica.
Uno de los aspectos centrales que vale la pena destacar es la contribución global que hizo Orrego Luco, al igual que su hermano Luis –escritor, autor de varias obras literarias y ensayos– al desarrollo cultural de Chile en el amplio sentido de la palabra. Se mantuvo activo hasta avanzada edad, y falleció en 1933, cuando Chile entraba en una nueva etapa de su historia.

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