Chile puede transformarse en un imán del emprendimiento

Por: | Publicado: Lunes 27 de diciembre de 2010 a las 05:00 hrs.
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Alejandra Clavería Llanos

Increíble, satisfactorio y apasionante. Así describe el experto estadounidense, Steve Blank, al emprendimiento, actividad con la que ha estado familiarizado durante décadas. La fundación de ocho start-up en veinte años y el ejercicio de la docencia en universidades como Stanford, Berkeley y Columbia en los últimos diez, avalan el currículum de este académico que visitó Chile en el marco del Programa Do Future, desarrollado por la Universidad Católica. La iniciativa convoca periódicamente a distintos especialistas internacionales en temas de emprendimiento e innovación, para que compartan sus experiencias y ayuden a impulsar estas materias en nuestro país, a fin de transformarlo en un polo de referencia para la región. Chile ha adoptado los términos de emprendimiento e innovación y ha generado ambientes propicios para impulsarlos. Sin embargo, lo que falta es definir en qué áreas el país va a ser un jugador global y eso apunta a ver dónde están las oportunidades. Chile tiene todas las condiciones para transformarse en un imán del emprendimiento para el resto del mundo, afirma. Y en ese camino, el experto sostiene que en nuestro país aún falta asumir que fracasar al emprender no es una calamidad, sino un gran aprendizaje. El emprendimiento es un fenómeno que tiene éxitos y fracasos, y el fracaso es parte del aprendizaje. En Sillicon Valley un emprendedor que ha fallado es un emprendedor con experiencia, pero en Chile aún hay un desafío cultural importante al respecto, dice.



Innovación diferenciadora

Según Blank, la innovación en un start-up, una pyme y una gran empresa tiene claras diferencias y, por ende, debe impulsarse de manera distinta en cada una de ellas. En el caso de las pymes, las personas son más arriesgadas, transgresoras y muchas veces no les importa trabajar las 24 horas del día, los siete días de la semana. En las grandes empresas, en tanto, se dan dos formas de innovación: incremental y disruptiva. La primera se refiere a innovar en productos ya existentes, mientras la segunda apunta a crear un nuevo producto cambiando toda una estructura de procesos. El problema es que muchas compañías temen cambiar los paradigmas establecidos y no se atreven a salir de sus esquemas tradicionales, sostiene. En ese sentido, Blank asegura que la innovación escalable y disruptiva, como ocurre en las pymes, también podrá adaptarse a una gran empresa siempre que haya un compromiso por parte de los directivos, ya que muchas de las cosas nuevas quebrarán los paradigmas, pero serán de gran utilidad para el negocio.

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