Algunos de los estadounidenses más ricos se enfrentan a una pregunta espinosa en esta época del año: ¿vale la pena pagar millones más en impuestos por pasar las fiestas con la familia?
Para los millonarios y multimillonarios que declaran su residencia permanente en jurisdicciones con bajos impuestos, pero pasan gran parte del año en otros lugares, su ubicación en los últimos días de diciembre puede ser un factor determinante para el importe de su factura fiscal.
Y con el regreso total de las reuniones y eventos de trabajo presenciales desde la pandemia de Covid-19, los ricos han recurrido cada vez más a una serie de herramientas, entre ellas las aplicaciones TaxBird y Monaeo, para asegurarse de que pasan menos de seis meses y un día en jurisdicciones con altos impuestos, como Nueva York.
TaxBird está en camino de aumentar un 39 % el número de usuarios este año, mientras que Monaeo, que según los asesores fiscales es la más popular entre los estadounidenses más ricos, ha registrado un aumento del 46 % en el número de usuarios individuales que se han registrado en los últimos seis meses.
Es importante destacar que las aplicaciones también pueden ayudar en la defensa legal si las personas son objeto de una auditoría fiscal, aunque no sería la única consideración, según los expertos fiscales.
Pero ser prudente conlleva tomar decisiones. Un amigo le dijo recientemente a Jim Simon, cofundador de TaxBird en 2016, que su “maldita aplicación” le había impedido visitar a su familia este año. “Pero no es la aplicación la que lo ha hecho”, dijo Simon en una entrevista. “Quizás deberías planificarlo mejor”.
Lo que alimenta esta industria artesanal de herramientas es el creciente número de personas súper ricas en Estados Unidos. El número total de estadounidenses con un patrimonio de al menos US$30 millones se ha más que duplicado en la última década, según la empresa de investigación Altrata. Mientras tanto, el número de residentes ricos en estados sin impuestos sobre la renta, como Florida y Texas, ha crecido de forma desproporcionada durante ese periodo.
“Este juego se está jugando de forma muy profesional”, afirmó Pat Dwyer, asesor patrimonial en Miami que ha ayudado a clientes a trasladarse a Florida desde otros estados. “A medida que la tecnología evoluciona, el lugar importa menos. Por lo tanto, va a ser un verdadero reto para estos estados, ya que las personas con mayores ingresos tienen más autonomía para decidir dónde quieren estar”.
Los estadounidenses que se trasladaron durante la pandemia se desplazan cada vez más entre sus hogares en lugares remotos, como Jackson Hole (Wyoming) o Miami Beach, y sus obligaciones profesionales en ciudades con altos impuestos. Esto ha hecho que el equilibrio entre lugares como Nueva York o San Francisco y el “hogar” sea más delicado que nunca.
Mark Klein, abogado tributario de Hodgson Russ que asesora a algunos de los residentes más ricos del país, se ha encontrado en una situación similar a la de sus clientes.
Klein, que vive en Buffalo, Nueva York, lleva un registro de los días que pasa en Manhattan a través de una aplicación en su teléfono, asegurándose meticulosamente de no superar los 183 días, el umbral a partir del cual las personas están obligadas a pagar impuestos municipales.
Pero diciembre, lleno de festividades navideñas, coincide con el final de la temporada de impuestos, cuando muchos estadounidenses ricos descubren con dolor que ya han pasado demasiados días lejos de su residencia técnica.
“Me hubiera gustado llevar a mis nietos a ver el árbol hace unos años”, dijo Klein, refiriéndose al famoso árbol de Navidad del Rockefeller Center, que se ilumina cada diciembre. “Pero no pude”.
Aunque los multimillonarios se han dado cuenta de que el lugar donde residen técnicamente en Estados Unidos es una de las mejores formas de reducir sus impuestos, a menudo no están dispuestos a pasar la mayor parte del año en ese estado, según los asesores fiscales. Eso significa que deben planificar su agenda con la meticulosidad de un sargento del ejército.
Esta dedicación a reducir los impuestos puede llevar a extremos. Klein dijo que algunos de sus clientes vuelan a Nueva Jersey y esperan a un lado del puente George Washington, que conecta con Nueva York, hasta poco después de la medianoche para evitar pasar otro día en el estado.
Cruzar el umbral de los 183 días era imposible de revertir, dijo Christian Burgos, director de servicios fiscales de la consultora financiera Berkowitz, Pollack and Brant.
“Si no se tiene cuidado con el tiempo que se pasa en una jurisdicción concreta a lo largo del año, una vez que se llega a la segunda mitad del año fiscal hay que estar muy atento”, dijo. “Puede que haya que perderse cumpleaños o eventos familiares. De lo contrario, se va a traspasar ese límite”.