Actualidad

René Cortázar: Ha partido un hombre de fe

Guillermo Tagle Director de ICARE

Por: | Publicado: Miércoles 20 de abril de 2016 a las 04:00 hrs.
  • T+
  • T-

Compartir

La muerte, el fin de la vida, la partida de un ser querido, es normalmente causa de pena, tristeza y dolor. Sin embargo, cuando se trata de alguien que ha tenido una vida tan completa, que pudo hacer tanto por tantos, a quien la naturaleza permitió vivir tantos años y ser protagonista de tantas historias, de tantas batallas y provocado tantas cosas buenas para la patria, no podemos menos que celebrar y alegrarnos por la vida, por el ser humano que Dios regaló a Chile, a su familia y a sus seguidores más cercanos. En el año 2014, cuando iniciábamos un ciclo político que generaba incertidumbre, signos de división y fractura social, el Directorio de ICARE resolvió en esas circunstancias, entregar al Presidente Patricio Aylwin Azócar el Premio ICARE por su aporte a la transformación de la sociedad y contribución al desarrollo de Chile.

El Presidente Aylwin fue un líder indiscutido, capaz muchas veces de poner por encima de sus ideas o intereses personales el bien común y la paz social. La transición pacífica de Chile a la democracia requería de renuncias y de un esfuerzo muy relevante, en que él supo privilegiar la importancia de construir un país moderno, democrático, que progresa y que es ejemplo para toda Latinoamérica. Es probable que la memoria fresca de los dolores del quiebre institucional vivido en la década de los 70 haya sido lo que permitió a quienes dirigieron Chile en sus tiempos tener presente por las siguientes dos décadas que el país estaría mucho mejor si cimentaba su desarrollo en políticas públicas que contaran con amplio consenso y acuerdo de las partes involucradas. En este contexto, es posible destacar al Presidente Aylwin como un símbolo de liderazgo positivo en tiempos de dificultad. Alguien que vio con claridad y certeza que los acuerdos y construcción de consensos eran fundamentales para mirar adelante y construir un mejor país para todos. Premiamos al Presidente Aylwin en 2014, de lo que nos alegramos especialmente hoy al celebrar su partida al cielo, porque con la historia de las décadas recientes él nos ha enseñado a todos a valorar y respetar la diversidad, a reconocer el valor de la opinión ajena, a enriquecernos con visiones diversas, a construir un país a partir de entender que la unidad en lo esencial es demasiado relevante para lograr el desarrollo y que, por ello, debemos rechazar con valor y coraje a los promotores de la división, la lucha y el resentimiento social. Por eso, por encima de las diferencias circunstanciales que en algunos momentos el mundo empresarial pudo tener con el Presidente Aylwin, podemos destacar y reconocer su visión de Estado, su condición de hombre de bien, su lucha por buscar, promover y lograr acuerdos, su capacidad para entender que Chile había escogido el camino de la libertad económica que empezaba a mostrar sus primeros resultados al momento en que fue elegido para asumir la Primera Magistratura. Asumió el liderazgo, dándose cuenta que el país no necesitaba refundarse, sino que perfeccionarse, matizarse y enfocarse en la protección de los más desvalidos y no demoler los progresos que con tanto sacrificio se habían construido. Conducir a Chile hacia una democracia consolidada y moderna, tener la capacidad de mirar adelante, dejar de lado prejuicios y poner todo el esfuerzo en lo que se podía hacer para el futuro fue fundamental para lograr una transición ejemplar y exitosa. Hacerlo requirió renuncias y extraordinarias condiciones de liderazgo, una buena dosis de coraje y valentía.

Por último, estas palabras no serían completas sin mencionar que por sobre todas las cosas, don Patricio Aylwin fue un hombre de fe, preocupado y destacado por hacer y formar familia, por promover y marcar con su ejemplo, valores de austeridad, compromiso social y fidelidad, en una escala y magnitud poco común en estos días, pero al mismo tiempo valores cada vez más necesarios si queremos hacer de Chile una patria de bien para nuestros hijos. Con certeza y fe podemos decir hoy que las puertas del cielo se deben haber abierto de par en par, para recibir el alma de un hijo de Dios, que pasó por la vida haciendo el bien, que dejó huella y caló hondo en la historia de Chile y de cada uno de sus ciudadanos. Puede ahora descansar en Paz. Que Dios lo bendiga a él y su familia.

Lo más leído