Por casi ocho meses, el académico de la Universidad Adolfo Ibáñez, Claudio Agostini, se instaló todos los lunes en las oficinas del Servicio de Impuestos Internos (SII) para elaborar la propuesta de reforma tributaria que presentó a mediados de mayo de 2012 en el Centro de Estudios Públicos (CEP). Junto a Michel Jorratt, quien después fue uno de los encargados de elaborar el cambio impositivo propuesto por Michelle Bachelet, realizaron una investigación respecto al mapa de la tributación en el país y su composición.
Con esa información, hoy defiende la necesidad de realizar una reforma tributaria, pero también aclara que ésta no puede ser realizada “a la rápida” sino que se necesita dejar atados todos los cabos para evitar que por las negociaciones que se puedan efectuar en el Congreso, se abran más agujeros de elusión o evasión.
- En ese sentido, ¿es una presión autoimpuesta que el proyecto de reforma sea un compromiso para los primeros 100 días de gobierno?
- Yo estoy de acuerdo, preferiría que se hiciera bien a que se hiciera rápido. Porque hasta ahora la gente que se ha visto, como Alejandro Micco que estuvo trabajando conmigo en la propuesta de Claudio Orrego, o Michel Jorratt que estuvo desde el principio en el equipo, o yo mismo que he propuesto reformas, somos todos economistas que sabemos meter números a esto, pero llevar eso a cambios legislativos es un tema mayor, del que yo no sé nada, pero cuando se dice “esta es la reforma que hay que hacer”, con todo lo que se ha discutido, hay que cambiar una cantidad de leyes, de artículos y de incisos, que es una cantidad enorme de trabajo, que hay que hacer muy bien. En esos detalles es donde se mete el diablo de la evasión y la elusión. Se redacta uno de los artículos mal y se genera un hoyo de evasión enorme y después taparlo cuesta mucho.
- ¿Y qué señal espera en ese sentido?
- Ahí no se conocen nombres, me encantaría saber que hay un grupo de abogados tributaristas que están redactando la reforma y que están poniendo cuidado en cada ley, cada artículo, cada inciso y todas las otras leyes sobre las cuales este proyecto rebota, para no generar más hoyos de elusión, sino que al revés, tapar los que hay. Eso hasta el momento no sabemos y creo que es crucial.
- ¿Ese es su principal temor respecto a la reforma tributaria?
- El temor respecto a la reforma tributaria es que aunque se mande un buen proyecto, con los números claros, en el Congreso se puede llegar a un acuerdo a las 2 de la madrugada para cambiar un par de cosas y nadie va a saber los impactos, se van a suponer, no va a haber tiempo para analizar los números, van a hacer cálculos en hojitas de papel y va a quedar aprobada. Esa es mi preocupación uno, sobre todo si se va a hacer una reforma tan grande, porque cuando son reformas parciales es menor terrible. Pero acá estamos hablando de un tema serio.
- ¿Le preocupan las críticas al contenido de la reforma? Varios gremios han expresado su descontento con algunos temas que abordaría el proyecto
- Ahí hay dos elementos relevantes que discutir. Acá vamos a escuchar muchos argumentos de las catástrofes que vienen y al final son grupos de interés defendiendo sus privilegios tributarios, hay que leerlo así cuando corresponda. Vamos a escuchar también a la Cámara de la Construcción gritar lo terrible que es quitar la exención de IVA a la construcción, como estaba propuesto. Es un negocio que defiende su interés y un beneficio tributario que los beneficia a ellos, pero por supuesto ellos van a decir que esto va a paralizar la construcción, que afecta al empleo y a la clase media que se compra casa, los típicos argumentos de siempre, pero al final están defendiendo sus intereses.
- ¿Y las críticas respecto del eventual efecto en las PYME?
- En los datos que yo revisé para el trabajo que hicimos para el CEP, cuando uno mira las supuestas PYME, sobre todo las del 14 bis, un 80% de ellas son empresas de papel entre familiares, de la señora con el marido y los hijos y no producen nada, sino que son empresas de papel para eludir impuestos y cuando uno mira a quienes pertenecen, entre un 83% y un 86% de esas empresas pertenecen al 10% más rico, entonces al final son en su gran mayoría un instrumento para que el 10% más rico se disfrace de más pobre y pague menos impuestos. Eso es. Esos son los datos, podrán gustar o no, algunos podrán encontrar que es bueno que eso pase, otros que es malo. Entonces este cuento de la PYME me molesta porque tiene poca evidencia y mucha ideología, porque la mitad de esas PYME no existen, nadie trabaja, no tienen empleados, son sociedades de inversión, de papel, sociedades financieras para eludir impuestos, entonces los ordenes de magnitud son distintos. Después de haber mirado los datos no creo en ese impacto, lo que se acaba es un mecanismo de elusión, porque van a desaparecer una cantidad de PYME de papel enorme y eso es bueno. Es menos pega para abogados y contadores pro es bueno.
- ¿Y qué espera del proyecto?
- Desde el lado de la economía uno solo quiere aumentar la recaudación si es que hay un gasto extra que haya que hacer y que tenga sentido hacer. Yo hasta ahora soy partidario de una reforma tributaria que no recaude mucho más, pero que recaude de forma distinta: que mejore la distribución del ingreso, que evite la evasión, esa es mi visión. Pero si hay que hacer una inversión importante en educación y esa inversión efectivamente es buena para Chile, está cuantificada, entonces hay que hacer una reforma tributaria y hay que subir los impuestos. Pero en esa dimensión uno parte al revés. Se debiese decir, ‘mire, estos son los gastos extras que necesito hacer después de todos los ajustes que puedo y esta es la diferencia que no puedo cubrir’. Tras eso se puede decir lo que se necesita recaudar, ese es el orden de las cosas.
- En esa línea, ¿qué se debe clarificar a partir de ahora?
- Hay dos cosas que importan: la gradualidad, ya que yo creo que si se aumenta la carga tributaria a 3 puntos del PIB en un año es un salto grande que puede tener impactos que ni siquiera sabemos medir muy bien todavía. Es muy distinto juntar 3 puntos del PIB solo de impuestos al ingreso, que solo vía impuesto al IVA, ya que el cómo y el dónde importa mucho; lo otro que importa de la gradualidad es dar certeza. Una cosa es que se haga gradual, que suba un punto ahora y que suba un punto el otro año y en cinco años llego a los tres puntos, ojalá sea así. Pero lo otro es la información que tiene la gente de todo lo que va a pasar en los próximos años, es decir un calendario de implementación. Así sería una reforma ideal, porque se implementa gradual, pero además la información para todo el mundo es gradual y se sabe todo lo que viene. Además, se desarrolla una transición que hace que todo sea más suave y no sea un shock fuerte en la economía. Si uno hace eso el impacto es mucho menor y obviamente uno quisiera que aquí se hiciera algo así también.
"La renta presunta dejó de tener sentido"
- ¿Está de acuerdo con modificar la renta presunta?
- Sí, creo que es un régimen que ya no tiene ningún sentido. Primero, porque los beneficiarios o la mayoría de las empresas son de mentira y están concentradas en el 10% más rico, es decir es el 10% de las empresas más ricas disfrazándose de pobres transportistas para pagar menos impuestos. Entonces hoy es fundamentalmente un mecanismo de elusión. Segundo, el origen de la renta presunta es incorrecto. Era muy difícil fiscalizar a un montón de agricultores y camioneros que ni siquiera tenían contabilidad. Eso era correcto para los años '70 e incluso para los '80. Hoy, sin embargo, cuando uno ve a estas mismas empresas de transporte, la mayoría tiene factura y factura electrónica, entonces se puede ver que dejó de tener sentido la renta presunta. Hoy tienen contabilidad y aunque no tengan, simplemente con la factura electrónica y las declaraciones de IVA uno puede construirles un flujo de caja. O sea, fiscalizarlos hoy es fácil, es todo electrónico y documentado, por lo que razón original de la renta presunta murió.
- ¿Cuál cree que será el impacto del impuesto de primera categoría que se eleva a 25%?
- Creo que está dentro de los márgenes razonables. Es decir, es menos dramático de lo que uno ve en la prensa, pero tampoco es cierto que no ocurra nada. En general, subir la tasa de impuesto sí tiene efecto en las inversiones, eso es conocido. Pero cuando le agrega la depreciación instantánea ese efecto se reduce de forma importante y si hacemos las dos cosas juntas, el impacto es mucho menor a que si hacemos una sola. Además, si esto gradual el impacto no debería ser muy grande. Un buen signo es ver dónde están invirtiendo las empresas chilenas afuera. Están invirtiendo mucho en Brasil, en Colombia y en Perú, esos tres países tienen tasas más altas que el 25%, o sea no es tan terrible este nivel de impuestos.
Necesidad de fortalecer el servicio de impuestos internos
Una preocupación trascendental para Agostini es la mirada que debe tener en adelante el Servicio de Impuestos Internos (SII). Asegura que esa repartición "lleva muchos años orientado a fiscalización, han priorizado eso, que está bien, pero el área de estudios aún no se ha fortalecido tanto como en otros países. Déjame poner un extremo: la gente de Impuestos Internos de EEUU tiene un estudio grande y van a presentar artículos académicos a las conferencias, o sea, es gente bien formada, preparada y que están en un área que es de estudios, no es de coyuntura y tengo la impresión de que en Chile falta ese paso".
Asegura que en el país ha habido intentos, pero tiene la impresión de que los "incendios" de la repartición no permiten que se forme una comisión. "Uno quisiera que para una reforma tributaria hubiera un equipo así en SII, un equipo muy técnico, porque tienen gente para eso, pero tienen que darle tiempo, horas necesarias en la semana, gente que esté leyendo los papers que se escriben afuera, eso requiere un grupo dedicado cien por ciento. Cuando uno mira informes tributarios que se han hecho en otros países en los últimos años, como en Australia, EEUU, Bélgica, Noruega y Dinamarca que, está bien, son países con ingresos más altos que nosotros, dentro de Impuestos Internos tienen grupos de estudios potentes, que llevan años en temas más 'académicos', pero orientados a políticas públicas y eso permite que las reformas salgan bien, porque a las negociaciones en el Congreso uno puede ir con un proyecto super bien estructurado, con los números claros, pero ahí las cosas cambian, se negocian, se llega a acuerdo, pero se tiene que ser capaz de evaluar esos cambios antes de aprobarlo. Esas son las cosas que me causan temor".
Ejemplifica con que en el pasado "en Australia y EEUU se llegó a un acuerdo en el Congreso, pero antes de aprobarse, el proyecto volvió a Impuestos Internos, se hacen análisis, se determina el impacto de las negociaciones, se ve los efectos en los ingresos, y se da la aprobación".