A principios de 2023, Manuel Gil del Pino solicitó al Instituto Nacional de Propiedad Industrial el registro de la marca Fruta del Diablo para la clase 32, esto es, cerveza ale, lager, stout y porter.
A las semanas, la Viña Concha y Toro presentó una demanda de oposición: dijo que las “similitudes gráficas y fonéticas” impedirán una pacífica coexistencia en el mercado con sus marcas Casillero del Diablo y Diablo.
“Las marcas enfrentadas se presentan al mercado de forma confusamente similar, pareciendo una la derivación de la otra o, al menos, engendrando en los consumidores la idea de que las marcas enfrentadas poseen un mismo origen empresarial, situación ajena a la realidad”, dijo la bodega, que acaba de ingresar al segmento de vino en lata en Reino Unido y Japón con su marca Casillero del Diablo.
En febrero de este año, el Inapi rechazó la demanda de oposición y concedió el registro de la marca solicitada. “Tratándose de signos diferentes no existe riesgo de confusión entre el público consumidor, quienes podrán fácilmente diferenciar los productos de la marca pedida con los productos de la marca oponente”, sostuvo el instituto.
Concha y Toro apeló y, el pasado 11 de septiembre, el Tribunal de Propiedad Industrial confirmó la sentencia de primera instancia. “Existen suficientes diferencias gráficas y fonéticas que permiten su coexistencia mercantil, sin inducir a confusión, error o engaño al público”, señaló la instancia.
Consultada la empresa si va a apelar a la Corte Suprema para intentar revertir el fallo, hasta el cierre de esta edición no hubo respuesta.