El gobierno turco impondrá un estado de emergencia de al menos tres meses de duración, mientras continúa una persecución contra los gestores del fallido golpe militar registrado el viernes, dijo ayer el presidente del país, Recep Tayyip Erdogan.
En un discurso televisado tras reuniones con el alto mando en el Consejo de Seguridad Nacional y su gabinete, Erdogan dijo que “es claro que (el golpe) fue organizado por una minoría de las fuerzas armadas. La organización terrorista estaba intentando hacer que la minoría dominara a la mayoría”.
Cerca de 50.000 soldados, policías, jueces, funcionarios públicos y profesores han sido suspendidos o detenidos desde el intento de golpe, lo que ha contribuido a aumentar la tensión en el país de 80 millones de habitantes, fronterizo con el caos de Siria y aliado de Occidente contra Estado Islámico.
Ayer, además, los académicos recibieron la prohibición de viajar al extranjero, en lo que un funcionario turco calificó como una medida temporal para evitar el riesgo de que huyan los supuestos partidarios del golpe en las universidades. La televisión estatal TRT dijo que 95 académicos fueron expulsados de sus cargos sólo en la Universidad de Estambul.
El funcionario señaló a Reuters que “las universidades han sido cruciales siempre para las juntas militares en Turquía y se cree que ciertos individuos están en contacto con células dentro del Ejército”.
Ya el martes, la Junta Superior de Educación de Turquía había ordenado la renuncia de 1.577 decanos en distintas universidades de Turquía, mientras que el Ministerio de Educación había revocado las licencias de 21.000 docentes que trabajan en instituciones privadas.
El presidente Erdogan culpa a la red del clérigo residente en Estados Unidos Fethullah Gulen por el frustrado golpe del viernes, en el que murieron más de 230 personas en una operación militar en la que soldados con cazas, helicópteros de combate y tanques intentaron derrocar al gobierno.