Economía

Muere Lee Kuan Yew, fundador y patriarca del Singapur moderno

En sus más de 30 años como premier se esforzó en que la ciudad-Estado fuera el mejor lugar para hacer negocios del Sudeste Asiático.

Por: | Publicado: Martes 24 de marzo de 2015 a las 04:00 hrs.
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Lee Kuan Yew, el fundador y patriarca del Singapur moderno y uno de los líderes mundiales más influyentes del siglo XX, ha muerto a los 91 años, medio siglo después de lograr la independencia de la pequeña ciudad-estado asiática de Reino Unido en 1965.


Como primer ministro de Singapur durante más de tres décadas, Lee logró que el pequeño territorio pasara de ser una ciudad portuaria en depresión económica en los años '50, con un Producto Interno Bruto per cápita de US$ 550, a una potencia financiera asiática con un PIB per cápita de US$ 55 mil, según el Banco Mundial. Su principal logro fue promover el concepto de la buena gobernanza en el Sudeste Asiático, una región plagada de gobiernos corruptos e ineficientes.


Su estilo de liderazgo, denominado por los admiradores extranjeros como "capitalismo autoritario", se combinó con el apetito por la ingeniería social y la determinación por consolidar el estatus de Singapur como el mejor lugar para hacer negocios en la región, eliminando la corrupción y construyendo una jurisdicción políticamente imparcial basada en el sistema legal británico.


En el ámbito internacional, el agudo intelecto de Lee hacía que su consejo fuera buscado por los presidentes estadounidenses, desde Lyndon B. Johnson hasta Barack Obama, y por líderes europeos como Helmut Schmidt, el ex canciller de la Alemania Federal con quien mantuvo una estrecha relación.


Lee fue uno de los primeros en detectar el potencial de China bajo el mandato de Deng Xiaoping, el ex líder chino cuyas reformas pro-mercado develaron el potencial económico de la que es ahora la mayor economía del mundo en términos de paridad.


"Va a pasar a la historia como el renovador de Singapur y el líder que sacó adelante a todos", dijo Michael Barr, profesor asociado de la Escuela de Estudios Internacionales de la Universidad Flinders en Australia.


Lee consiguió sus metas a expensas de sacrificar algunas libertades civiles. Pero justificó sus decisiones en el interés de preservar la prosperidad y seguridad de la mayoría de los singapurenses. Siguió siendo un firme creyente en la flagelación como castigo, cuestión que recibiría la atención mundial en 1994 cuando un adolescente estadounidense, Michael Fay, fue azotado conforme a la legislación por vandalismo pese a las solicitudes del entonces presidente de Estados Unidos Bill Clinton. Y, sin remordimientos, desechaba la idea de la democracia liberal occidental al considerar que no encajaba con las sociedades asiáticas.


Su última aparición pública fue en noviembre cuando, en frágil estado debido a una condición neurológica que obstaculizó su movilidad, recibió una ovación en el 60 aniversario de la fundación del Partido de Acción Popular (PAP).


La muerte de Lee llega ahora que Singapur enfrenta una especie de crisis existencial a medida que el marcado menor crecimiento económico, el rápido envejecimiento de la población y las tensiones sociales provocadas por la llegada de trabajadores extranjeros plantean desafíos para el gobierno actual, encabezado por el hijo mayor de Lee, Lee Hsien Loong.


El año pasado, la economía (la décima más grande de Asia) creció sólo 2,9%, un fuerte frenazo tras dos décadas con un crecimiento promedio de 6% o más. Se espera una expansión de 2,8% este año, frente a una estimación anterior de 3,1%, según un sondeo de la autoridad monetaria de Singapur de este mes.

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