Con el objetivo de limitar las consecuencias económicas del fallido golpe de Estado de hace dos semanas, el primer ministro de Turquía, Binali Yildrim, dijo ayer que el gobierno tiene planificado ejecutar un multimillonario fondo de infraestructura para mantener la senda del crecimiento.
La moneda local, la lira, al igual que la bolsa y los bonos del país empezaron a mostrar señales de recuperación ayer, luego de que el premier asegurara que las purgas de las personas que estuvieron involucradas en la revuelta están llegando a su fin. “Esto es lo que le decimos a los inversionistas del mundo: la vida está regresando a la normalidad en Turquía”, dijo Yildrim.
La lira se apreció 0,8% a 3,04 por dólar, su tercer avance consecutivo, mientras que la Bolsa de Valores de Estambul fue la de mejor desempeño en el mundo, con un aumento de 3,4%. Sin embargo, el mercado sigue un 10% por debajo del valor que registraba previo al golpe y la moneda un 4,6%.
El impacto económico del estallido del 15 de julio se ha había limitado principalmente a los mercados financieros y a la rebaja, por parte de S&P, de la calificación de crédito de la nación. Moody’s, en tanto, colocó la deuda en revisión ante un posible recorte.
“No hemos tenido un efecto devastador”, dijo Yildrim, agregando que el gobierno está comprometido a mantener la senda del desarrollo a través del “fondo del manejo de la riqueza” que contará con “decenas de miles de millones de dólares” y que asegura no pondrá en riesgo el bajo déficit presupuestario del país.
“Es una estructura que financiará proyectos a gran escala”, explicó. “Financiaremos inversiones a través del fondo en vez de hacerlo a través del presupuesto general”.
El premier además planteó que esperan que los bancos jueguen un rol importante en mantener fuerte el crecimiento. “Si es necesario, tasas de interés preferenciales serán aplicadas a inversiones en áreas prioritarias, mientras que la diferencia será pagada por el fondo de garantía de préstamos del Estado”.
Contra la prensa
Aunque el primer ministro aseguró que la purga estaba llegando a su fin, ayer se ordenó la detención de 42 periodistas, desatando duras críticas de la Unión Europea (UE).
En la lista se encuentra Nazli Ilicak, figura destacada de la profesión, despedida del diario pro gobierno Sabah en 2013, por haber criticado a ministros implicados en un escándalo de corrupción.
Ya el 19 de julio, el organismo regulador de los medios turcos retiró la licencia a 24 canales de televisión y radios sospechosos de tener vínculos con Fethullah Gülen, el autoexiliado clérigo al que el gobierno acusa de incitar al levantamiento.
Pero también sufrieron las consecuencias 211 empleados de la aerolínea estatal Turkish Airlines que anunció ayer su exoneración debido a una supuesta relación con el movimiento cercano al líder religioso.
Duras críticas
Los arrestos o suspensiones de soldados, policías, jueces y funcionarios públicos han elevado las preocupaciones entre grupos de derechos humanos y países occidentales ante la posibilidad de que Erdogan busque eliminar toda disidencia y límites a su autoridad.
El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, cuestionó la aspiración de Ankara de unirse a la UE. “Creo que Turquía, en su estado actual, no está en posición de convertirse en miembro pronto y ni siquiera en un período más largo”, dijo.
Juncker además apuntó que si Turquía volviera a introducir la pena de muerte –como estaría considerando– habría consecuencias inmediatas en el proceso de acceso.
El fallido golpe de Estado dejó al menos 250 fallecidos, remeció los mercados, llevó a la moneda a su mínimo histórico y hundió los precios de las acciones. La administración de Erdogan inició un proceso de purga que se extendió mucho más allá del sector militar, con educadores y ejecutivos removidos de sus cargos. Un total de 13.165 personas fueron detenidas por sospecha de vínculos con el estallido o por nexos con Gülen.