Los trabajadores de McDonald’s, Burger King, Taco Bell, y otras cadenas de comida rápida en Estados Unidos en más de 50 ciudades iniciaron ayer una huelga general de 24 horas como parte de su campaña de casi un año para elevar los salarios en el sector de servicios.
La huelga se da tras una protesta similar en noviembre, cuando unos 200 trabajadores interrumpieron sus tareas en restaurantes de comida rápida en Nueva York. Otros grupos en otras ciudades imitaron la medida en abril y julio.
Los empleados quieren formar sindicatos y negociar salarios más altos con sus empleadores. Demandan
US$ 15 dólares por hora, desde US$ 7,25, que es el mínimo federal actual establecido. En promedio, reciben US$ 9 la hora, según la Oficina de Estadísticas Laborales.
Martin Rafanan, un organizador comunitario en St. Louis, Misuri, donde el salario mínimo es US$ 7,35 la hora, dijo a Reuters que empleados de McDonald’s y Wendy’s se inspiraron en las discusiones sobre desigualdad de ingresos del movimiento Occupy Wall Street. Pero añadió que la razón principal de su frustración es financiera. “Si se paga US$ 7,35 la hora y se emplea a alguien por 20, 25 horas a la semana, que es el promedio aquí, ese trabajador está llevando a casa US$ 10.000 al año. No se puede vivir con eso”.
La última vez que votó el Congreso de EEUU para elevar el salario mínimo fue en 2007. El presidente Barack Obama hizo un llamado a comienzos de este año para incrementarlo a US$ 9 por hora.
Sin justificación
Las cadenas de restaurantes dicen que las protestas son injustificadas porque la comida rápida entrega a los estadounidenses millones de buenos trabajos con salarios competitivos y amplias oportunidades de ascender de nivel hacia otras carreras.
El diario Wall Street Journal publicó una página pagada por el Instituto de Políticas de Empleo donde se muestra la foto de un robot haciendo panqueques, advirtiendo que salarios más altos significarían “menos empleos de nivel básico y más alternativas automatizadas”.
Y aunque se logre que miles de operadores acuerden un alza de salario, lo máximo que pueden permitir es
US$ 1 la hora, distribuido en tres años, comentó a Bloomberg el director de Pacific Management Consulting Group, John Gordon.
Por otro lado, las compañías podrían rebajar los impuestos que el cobran a las franquicias, pero eso es algo que Wall Street no toleraría porque pondría presión en sus ganancias. “Es muy complicado”, acotó el experto.
