Wift partió en 2022 como una startup dedicada al renting de autos en Chile. Rodrigo Hernando, ex gerente general de Citroën Chile; Clemente Ochagavía, ex socio de Frontal Trust; Carlos Oliveira, exCTO de Algramo; Joaquín Casas, jefe de marketplace en Didi; y Trinidad Alcalde, de Pedidos Ya, apostaron por traer a Chile una infraestructura tecnológica exitosa en países como Estados Unidos, España y Alemania. ¿Su idea? Crear un sistema que se hiciera cargo de todos los servicios que arrendar un auto a mediano plazo implica. Pagar el seguro, el permiso de circulación, el combustible, estacionamiento, etc.
En enero de 2022, la startup levantó US$ 3,6 millones con inversionistas ángeles y el fondo Venture Debt de BTG Pactual. Las expectativas de éxito para el negocio, comenta Ochagavía a DF MAS, eran altísimas. Al poco tiempo, sin embargo, los socios se dieron cuenta de que la tasa de adopción del producto no estaba siendo tan rápida como se pensó. “Sufrimos mucho por haber creído que el mercado o la tendencia a mantener esta liquidez extrema -presente entre el año 2020 y 2022 en la industria startup en Chile- seguiría así. Tuvimos un flujo mensual negativo de caja muy grande”, cuenta.
La clave, prosigue Ochagavía, fue aguantar, creerle al negocio y desarrollar una “capacidad de apnea”. Funcionó. Si en 2023 tenían una flota de 250 autos dando vueltas por las calles (y 18 empleados), para 2024 ese número subió a 480 (con tres empleados más). La facturación entre ambos años, asegura Ochagavía, se duplicó.
En mayo pasado, Wift alcanzó el breakeven.
La startup hoy contempla una flota de 800 autos, tiene una facturación recurrente mensual de $ 500 millones y hace dos semanas cerró una ronda por US$ 10 millones: US$ 8 millones de deuda para seguir comprando autos y US$ 2 millones de equity para “apalancar nuestra flota actual”, explica Ochagavía. Entre los inversionistas estuvieron Consorcio, Chile Ventures, Morro Ventures, la familia de Sergio Escobar (que comúnmente invierte en la industria automotriz) y el family office Fantoni Briseño, exdueños de La Fete.
Ahora, explica el fundador, el foco está puesto en incursionar en el mercado de white label, es decir, vender el servicio de Wift a empresas para que lo comercialicen como propio, junto a marcas automotrices. Además, el grupo planea entrar con fuerza al mundo de los vehículos eléctricos. “Nos dimos cuenta de que el segmento en el que más hace sentido comprar o arrendar un auto eléctrico es para quienes andan muchos kilómetros al mes”, explica Ochagavía. En esta línea, están trabajando y avanzando en negociaciones con un importador automotriz para ofrecerle un producto a conductores de aplicación y de tercera milla.
Para 2026, la startup proyecta tener cerca de 1.600 autos circulando en la calle y comenzar a gestionar su expansión internacional. De hecho, asegura su fundador, este año trasladaron su casa matriz a Delaware, Estados Unidos. El objetivo, cuenta, es llegar a mercados en Latinoamérica -por el momento- de la mano de un partner: ya sea una empresa financiera o un actor clave en la industria automotriz.