Por Tom Holland
La mayoría de los analistas destaca que Beijing disfruta de un equilibrio presupuestario mejor al de los gobiernos de las otras grandes economías mundiales, pero la posición fiscal china podría no ser tan envidiable como creen.
Según el Ministerio de Finanzas, los gobiernos central y locales tuvieron un déficit presupuestario combinado de 800.000 millones de yuanes
(US$ 130.000 millones) en 2012.
Para un país con un Producto Interno Bruto de 52 billones (millones de millones) de yuanes en 2012, eso equivale a un déficit público de 1,5% del PIB.
Eso está por debajo del nivel de 3% del PIB considerado prudente, y parece insignificante en comparación con Japón y Estados Unidos.
Con ingresos tributarios de 19% del PIB, Beijing tiene amplio margen para incrementar su recaudación impositiva para cerrar cualquier brecha presupuestaria y financiar futuros gastos.
Sin embargo, las cifras oficiales sólo cuentan una parte de la historia, ya que no reflejan cuánto gasto público es extra-presupuestario.
Limitados para emitir deuda en los mercados de capitales, los gobiernos locales chinos usualmente financian sus proyectos de infraestructura mediante vehículos de financiamiento.
Si se suma este gasto extra, la imagen cambia drásticamente. En sus últimas consultas con autoridades chinas, los analistas del Fondo Monetario Internacional (FMI) determinaron que el déficit público chino sube de 1,5% del PIB en 2012 a 10%.
Más que EEUU y Reino Unido
Así el déficit es mayor a los déficit de Washington y Londres, y de la magnitud similar al de Tokio. De la misma manera, la deuda pública china –excluidas obligaciones jubilatorias, obligaciones de firmas estatales y deudas del sector bancario- sube de 23% del PIB a 50%.
Podría argumentarse que estas cifras “aumentadas” no son especialmente preocupantes. Los niveles de deuda siguen bajos, pero los números son complicados. Los fuertes préstamos de gobiernos locales para financiar proyectos domésticos de infraestructura podrían poner en peligro al más productivo sector privado.
Las cifras también destacan lo mucho que la economía china depende todavía de altos niveles de inversión en activos fijos. Según las cifras del mes pasado, la contribución del gasto de los hogares al PIB de 2012 permaneció plana en 35,7%, mientras que la participación de la inversión fija subió de 45,6% a un récord de 46,1%.
En otras palabras, tras años de políticas destinadas al reequilibrio, la economía china sigue distorsionada como siempre debido a fuertes inversiones extrapresupuestarias de los gobiernos locales. Si los nuevos líderes de Beijing quieren crear una economía más sostenible, primero deberán aprobar reformas fiscales para disciplinar a los gobiernos locales. Sin reforma fiscal no habrá reequilibrio.