Los funcionarios de la administración Trump están debatiendo formas de alentar a otros países a adoptar el dólar como su moneda principal para contrarrestar la ofensiva liderada por China para erosionar el dominio global del billete verde.
Funcionarios de departamentos gubernamentales -incluidos el Tesoro y la Casa Blanca- se reunieron durante el verano con Steve Hanke, profesor de la Universidad Johns Hopkins y experto en dolarización, para discutir cómo la administración podría promover la política.
“Se trata de una política que se toman muy en serio, pero aún está en desarrollo. Todavía no se han tomado decisiones definitivas”, declaró Hanke a Financial Times.
Se habla de dolarización en un contexto de intervención estadounidense para intentar calmar la crisis de mercado en Argentina. Algunos políticos y economistas consideran que la economía latinoamericana es una candidata idónea para la dolarización debido a las frecuentes pérdidas de confianza en el peso de ese país, si bien tanto Estados Unidos como Argentina afirman que no lo están considerando activamente.
Sin embargo, a los funcionarios de la administración les preocupa la presión ejercida por China para que los mercados emergentes utilicen menos el dólar en las transacciones transfronterizas.
Hanke dijo que una figura a la que describió como una “personalidad política” con vínculos con la Casa Blanca expuso esas preocupaciones en una reunión a finales de agosto.
“(La personalidad política) dejó claro lo que ya me resultaba evidente: había un grupo en los altos cargos de la administración que estaba interesado en reforzar el papel internacional del dólar”, dijo Hanke, y añadió que el interés por la dolarización se encontraba “en el mismo ámbito” que el impulso de la administración para un uso más amplio de las monedas estables respaldadas por el dólar.
“Los poderosos habían solicitado que se examinaran minuciosamente todos los asuntos relacionados, y ahí es donde entro yo”.
Un portavoz de la Casa Blanca confirmó que los funcionarios se habían reunido con Hanke, pero enfatizó que la administración aún no había tomado ninguna decisión oficial sobre si fomentar la dolarización.
“El Presidente Trump ha reafirmado en repetidas ocasiones su compromiso de mantener la fortaleza y el poder del dólar. Como sucede con muchos otros asuntos de importancia nacional, el gobierno busca regularmente la opinión de expertos externos sobre esta prioridad presidencial”, declaró el portavoz Kush Desai.
“Sin embargo, estas conversaciones y reuniones no deben interpretarse como un reflejo de las posturas políticas oficiales ni de la formulación de políticas del gobierno”, añadió.
Aunque las conversaciones comenzaron en agosto y son anteriores a la extensión por parte del Tesoro estadounidense de un salvavidas financiero de US$ 20.000 millones a Argentina, Hanke dijo a los funcionarios que creía que el país latinoamericano sería uno de los candidatos obvios para la política, junto con Líbano, Pakistán, Ghana, Turquía, Egipto, Venezuela y Zimbabue.
Argentina mantuvo un tipo de cambio fijo frente al dólar desde 1991 hasta 2002, pero este colapsó tras el catastrófico impago del país en 2001.
Las dos reuniones presenciales de Hanke tuvieron lugar a mediados y finales de agosto. Altos funcionarios del Consejo de Asesores Económicos del Presidente de los Estados Unidos, del Consejo Económico Nacional y del Consejo de Seguridad Nacional asistieron a ambas reuniones.
El segundo caso también involucró a un funcionario del Tesoro de Estados Unidos y a una figura política de la Casa Blanca.
Hanke, quien ha dedicado gran parte de su carrera a asesorar sobre la dolarización, mantiene contacto regular con funcionarios del gobierno. Sin embargo, afirma que la reciente crisis argentina no ha intensificado las conversaciones.
La dolarización se ha presentado con frecuencia como solución a las reiteradas crisis cambiarias de Argentina y fue una promesa electoral clave del libertario, Javier Milei, antes de las elecciones presidenciales de 2023.
El ministro de Economía argentino, Luis Caputo, descartó a principios de este mes la dolarización como opción a corto plazo, argumentando que el país no contaba con las reservas de dólares necesarias para implementarla, aunque no la rechazó de plano.
Otros también defienden la dolarización como una posible solución para Argentina. "Eso es lo que tiene que pasar si se quiere romper el ciclo", afirmó Jay Newman, figura clave en la larga batalla del fondo de inversión Elliott Management con Argentina para obtener el pago de su deuda impagada.
"De lo contrario, cada vez que se inyectan dólares en la economía, la oligarquía y todos aquellos que tienen cuentas bancarias en paraísos fiscales se los apropian", dijo.
Otras economías latinoamericanas más pequeñas, como Ecuador y El Salvador, ya utilizan el dólar. Sin embargo, el FMI cree que la dolarización condenaría a Argentina a un bajo crecimiento, al obligarla a adoptar las políticas monetarias de la Reserva Federal de Estados Unidos.
Argentina entró en su última crisis el mes pasado, cuando una inesperada derrota del partido del presidente Milei en las elecciones regionales provocó una fuga de capitales del peso que amenazó la frágil estabilidad macroeconómica del país. Sin embargo, la inestabilidad se ha atenuado en gran medida tras la aplastante victoria del gobierno en las elecciones legislativas nacionales del mes pasado.
Muchos tenedores de bonos argentinos en dólares estadounidenses creen que la dolarización oficial es una perspectiva lejana, sobre todo porque necesitaría estar respaldada por un enorme aumento de las mermadas reservas de dólares.
Ahora que los mercados se han estabilizado tras la victoria de Milei, los inversores esperan que su gobierno, con el respaldo de Estados Unidos y el FMI, acabe por flexibilizar el tipo de cambio del peso, pasando de una banda cambiaria oficial frente al dólar a una mayor estabilidad.
Los tenedores de bonos están preocupados porque la política de mantener el peso dentro de un rango de cotización ha mantenido la moneda demasiado fuerte, reduciendo la inflación a costa de atraer dólares para reconstruir las reservas.