En las aproximadamente tres semanas desde que la Primera Ministra japonesa, Sanae Takaichi, comentara en el Parlamento sobre una posible contingencia en Taiwán, China ha desatado represalias económicas, críticas nacionalistas y una ofensiva diplomática para mostrar su descontento.
Ahora, el Gobierno del Presidente Xi Jinping está intensificando la disputa con un llamado a las Naciones Unidas, un movimiento destinado a presionar a todos los países para que respalden la postura de China ante cualquier conflicto futuro sobre Taiwán, o se mantengan al margen.
En una carta enviada el viernes al secretario general de la ONU, Antonio Guterres, Fu Cong -el enviado de China ante el organismo global- acusó a Takaichi de violar el derecho internacional con sus comentarios, que vincularon públicamente una crisis en el estrecho de Taiwán con el posible despliegue de tropas japonesas.
“Si Japón se atreviera a intervenir militarmente en el Estrecho de Taiwán, sería un acto de agresión”, escribió Fu. “China ejercerá de manera resuelta su derecho a la autodefensa bajo la Carta de la ONU y el derecho internacional y defenderá firmemente su soberanía e integridad territorial”.
La carta amplía la disputa más allá de Japón en un organismo internacional en el que China disfruta de amplio apoyo, particularmente de países en desarrollo del Sur Global. Al invocar el derecho a la autodefensa y equiparar una intervención japonesa con un acto de agresión, Beijing está afirmando efectivamente que ningún país -incluido EEUU- debería defender a Taiwán en caso de una invasión.
La carta “podría ser el primer paso de los nuevos esfuerzos de China para establecer la base legal y la narrativa” para un posible movimiento militar en el futuro, incluido disparar contra activos japoneses en un conflicto, dijo William Yang, analista senior para el noreste de Asia en International Crisis Group.
El rol de Estados Unidos
Mientras el exPresidente de EEUU, Joe Biden, afirmó repetidamente que su país defendería a Taiwán ante cualquier ataque de China, Beijing calibró cuidadosamente sus respuestas porque sabía que Washington podría “infligir un dolor real” al gigante asiático, añadió Yang. En contraste, la dependencia económica de Japón respecto de China lo convierte en un blanco más fácil.
China “quiere ver cuánto estaría dispuesta la administración Trump a ofrecer a Japón en apoyo concreto”, dijo Yang.
De hecho, este mismo lunes Xi habló por teléfono con el actual mandatario estadounidense sobre la isla autogobernada, según la agencia estatal de noticias Xinhua. Xi le dijo a Trump que el retorno de Taiwán a China es una parte clave del orden internacional posterior a la Segunda Guerra Mundial, informó la agencia.
La Casa Blanca y la embajada china en Washington no respondieron de inmediato a las solicitudes de comentarios.
Por otra parte, Yang agregó que Beijing también “intenta advertir a otras democracias sobre las consecuencias de hacer declaraciones similares sobre Taiwán”.
La carta a la ONU es el paso más reciente en el esfuerzo de China por reunir apoyo internacional en su escalada con Japón. Si bien no es una resolución formal que requiera que los Estados miembros voten, obliga a cada país a considerar dónde se sitúa en el tema y eso podría ser suficiente para China.
“Solo necesita silencio, porque el silencio para China significa aquiescencia, aceptación”, dijo Alicia García Herrero, economista jefe de Asia Pacífico en Natixis SA, quien ha investigado la influencia de China en la ONU. “Y nadie está diciendo que esto sea escandaloso. Por eso, para China esto ya es una gran victoria”.
Las críticas a Japón
En sus ataques contra Takaichi, funcionarios chinos y comentarios de medios estatales han evocado frecuentemente la agresión de Japón durante la guerra contra China y otras naciones asiáticas, acusando a su Gobierno de regresar a un peligroso camino de “militarismo”.
Fu, el embajador chino ante la ONU, también ha aprovechado la supuesta transgresión de Japón para argumentar contra su aspiración a un asiento en el Consejo de Seguridad.
El viernes, la embajada china en Japón publicó en X que China tendría derecho a llevar a cabo “acción militar directa” sin necesitar autorización del Consejo de Seguridad de la ONU si Japón daba cualquier paso hacia una agresión renovada. Esa publicación citó cláusulas de la Carta de la ONU sobre “Estados enemigos” durante la Segunda Guerra Mundial, sin más detalles.
Japón no dejó pasar eso, señalando que las cláusulas de “estados enemigos” de la ONU se consideran ahora obsoletas. “Esperamos que China actúe y hable de manera responsable como una gran potencia y miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU”, dijo en un comunicado Maki Kobayashi, una alta portavoz del gobierno japonés.
La narrativa de China se apoya fuertemente en una distinción legal que Beijing ha promovido agresivamente desde la invasión de Ucrania por parte de Rusia. Funcionarios chinos, incluido el canciller Wang Yi, han rechazado repetidamente los paralelos entre ambos casos, argumentando que mientras Ucrania es un Estado soberano, Taiwán es un territorio de China y la disputa es interna.
“Agachar la cabeza”
Desde esta perspectiva, Beijing ha acusado a EEUU y a sus aliados de tener “dobles estándares”, al defender las fronteras de Ucrania mientras violan la soberanía de China sobre la isla.
Ahora, al incorporar esta lógica en comunicaciones formales a la ONU, China intenta establecer que cualquier asistencia militar extranjera a Taiwán no es una defensa de la democracia, sino una violación ilegal del territorio chino.
Rusia -el socio de China con una relación “sin límites”- ha sido uno de los pocos países que se han unido a Beijing para reprender a Takaichi, mientras la mayoría se mantiene al margen. Hasta ahora, EEUU es el único gran país que ha expresado apoyo a Tokio, prometiendo un compromiso inquebrantable con la defensa de Japón.
Para China, el enfoque constante en Takaichi también sirve a un propósito político interno: hacer que Xi parezca fuerte al no ceder terreno a un enemigo histórico en uno de sus temas políticos domésticos más sensibles.
La disputa permite a China impulsar el nacionalismo interno y también sirve para disuadir a otros países de pronunciarse sobre Taiwán, según Wen-Ti Sung, investigador no residente del Global China Hub del Atlantic Council.
“Al lograr que otros Estados vocalicen apoyo a la posición de China en la ONU, China intenta proyectar legitimidad de su postura mediante la fuerza en números”, dijo. “Cuando dos gigantes económicos están peleando, el camino de menor resistencia es simplemente agachar la cabeza”.