Por Greg Torode
Cuando el contraalmirante Guang Youfei, vocero del ministerio de Defensa, salió de una reunión sin precedentes de los ministros de defensa de la región en Hanoi en octubre pasado para describir el Mar del Sur de China como “su problema, no nuestro problema”, resumió sucintamente el hecho de que no hay respuestas fáciles para esa disputa.
Ocho meses después, la situación está degenerando con rapidez en el mar y en las salas de gobierno, pese a las conversaciones en marcha entre China y la Asociación de Naciones del Sudeste de Asia para forjar un documento significativo que mantenga la paz mientras se resuelven las disputas territoriales en el Mar del Sur de China.
En los últimos días hubo una seguidilla de incidentes en el mar, diplomáticos, y protestas callejeras en Hanoi con respuestas de Beijing. las relaciones sino-vietnamitas (oficialmente fraternas, pero plagadas por sospechas históricas incluso en el mejor de los tiempos) están en su punto más bajo en casi 20 años. Dado el potencial estratégico y mineral del Mar del Sur de China, la situación está resonando en Washington, Tokio, Seúl y otras capitales foráneas.
Y los recientes ejercicios de la marina vientamita frente a sus costas resaltan el potencial para que la situación se agrave, aún cuando todas las partes niegan que vayan a ser los primeros en actuar.
Vietnam, tras cerrar una serie de acuerdos con gigantes petroleros extranjeros, está avanzando con trabajos de exploración y sondeo en su cuenca continental sureña. China objeta física y retóricamente, citando su reclamo histórico de virtualmente todo el Mar del Sur de China.
Al otro lado, en las aguas frente a Palawan en Filipinas, Manila ha registrado seis incursiones desde febrero, y, como Hanoi, la administración del presidente Benigno Aquino está intensificando sus protestas diplomáticas contra Beijing.
Desde la perspectiva de Beijing, hay varios temas clave en juego. En Singapur la semana pasada, el ministro chino de defensa, general Liang Guanglie, describió la situación como “en general estable” y ofreció un “compromiso solemne” en cuanto a que China trabajaría por la paz.
En el Ejército de Liberación Popular, preocupa que los países de la región estén explotando de modo demasiado agresivo las considerables reservas petroleras y de gas marinas antes de que se resuelva la disputa, explotando al mismo tiempo la buena voluntad de China. Y también que la prolongada ocupación militar vietnamita de más de 25 islotes y arrecifes en las islas Spratly sea usada algún día por Vietnam y otros grandes poderes para contener a China en el Mar del Sur de China.
La cambiante relación estratégica entre Vietnam y EEUU, alguna vez enemigos declarados, es una preocupación particular. Hanoi está “internacionalizando” el tema, cayendo en el juego de un Washington que tanbién ha pedido una solución negociada regional, dicen oficiales del ELP. China también promueve un acuerdo conjunto, pero negociado uno a uno entre las partes en conflicto y Beijing.
El problema no sólo crece en el mar. La semana pasada en Singapur, las declaraciones de Liang en cuanto a que China trabaja por la paz en el Mart del Sur de China fueron desafiadas por sus colegas vietnamita y filipino.
Hace apenas 18 meses, tal postura pública era virtualmente inimaginable. Con las naciones del sudeste asiático temerosas de cualquier cosa que oliera a confrontación diplomática con Beijing, Vietnam tenía problemas para conseguir apoyo entre las naciones de Asean para tocar los temas del Mar del Sur de China.
Pero con el apoyo de un EEUU decidido a reinvolucrarse en la región, Vietnam tuvo un rol clave en el Foro Regional de Asean sobre seguridad en Hanoi el año pasado - donde varios ministros levantaron el tema pese a las objeciones de China.