Mercado de carbono
Por: | Publicado: Martes 14 de febrero de 2012 a las 05:00 hrs.
- T+
- T-
Pocas cosas separan a un medallista de oro de un segundón. Lo mismo se aplica al esquema de compraventa de emisiones de carbono de la Unión Europea. Cuando encabezó la idea de un mercado de carbón en 2005, la UE previó que un precio de 40 euros por tonelada emitida de dióxido de carbono impulsaría a grandes fuentes contaminantes como generadores eléctricos a invertir en energía limpia. Con el precio actual inferior a 8 euros, eso parece más un deseo que una realidad. Aún así el mercado no está totalmente acabado. Con el comienzo de una nueva fase a principios de 2013, hay algunas cosas útiles que las autoridades regulatorias podrían hacer para convertir la actividad en un verdadero mercado.
El colapso del precio del carbono a un cuarto de su nivel de 2008 se debe a un pésimo esquema de toma de decisiones de los operadores del proyecto, así como un puñado de escándalos. También enfrenta una dura oposición corporativa. Las aerolíneas de China y EEUU, por ejemplo, se oponen a que las obliguen a comprar permisos de carbono.
Los reguladores propusieron algunas soluciones útiles a estos problemas para la tercera fase del proyecto. Estas incluyen la centralización de la asignación de permisos y un mayor uso de subastas en vez de las distribuciones. Otros cambios futuros podrían ayudar aún más. Uno es fomentar la transparencia. Actualmente, los resultados de la subasta de permisos de emisión son entregados a un selecto grupo de bancos, más que a un amplio mercado. Por ejemplo, el Banco Europeo de Inversiones anunció recién el jueves pasado que había vendido (de forma libre) 1,5 millones de permiso diarios en tres jornadas de enero.
Además, un 90% de la compraventa de emisiones en la bolsa es realizada por Intercontinental Exchange, que cobra 3,50 euros por transacción en los contratos más comunes de emisiones. Eso es ocho veces el costo de transar un contrato de gas natural del Reino Unido. Si las autoridades regulatorias hicieran más por fomentar la competencia y bajar los precios, los operadores -en especial los hedge funds- probablemente estarían más interesados en dar al mercado de carbono el impulso que necesita para sobrevivir.
El colapso del precio del carbono a un cuarto de su nivel de 2008 se debe a un pésimo esquema de toma de decisiones de los operadores del proyecto, así como un puñado de escándalos. También enfrenta una dura oposición corporativa. Las aerolíneas de China y EEUU, por ejemplo, se oponen a que las obliguen a comprar permisos de carbono.
Los reguladores propusieron algunas soluciones útiles a estos problemas para la tercera fase del proyecto. Estas incluyen la centralización de la asignación de permisos y un mayor uso de subastas en vez de las distribuciones. Otros cambios futuros podrían ayudar aún más. Uno es fomentar la transparencia. Actualmente, los resultados de la subasta de permisos de emisión son entregados a un selecto grupo de bancos, más que a un amplio mercado. Por ejemplo, el Banco Europeo de Inversiones anunció recién el jueves pasado que había vendido (de forma libre) 1,5 millones de permiso diarios en tres jornadas de enero.
Además, un 90% de la compraventa de emisiones en la bolsa es realizada por Intercontinental Exchange, que cobra 3,50 euros por transacción en los contratos más comunes de emisiones. Eso es ocho veces el costo de transar un contrato de gas natural del Reino Unido. Si las autoridades regulatorias hicieran más por fomentar la competencia y bajar los precios, los operadores -en especial los hedge funds- probablemente estarían más interesados en dar al mercado de carbono el impulso que necesita para sobrevivir.