Por Paula Gallardo
Casi dos horas y media duró ayer la sesión desarrollada en la sala de la Cámara de Diputados para abordar la polémica por las altas tasas de interés de los créditos de consumo. El principal orador fue el presidente del Banco Central, José de Gregorio, quien desató el debate con su exposición en el simposio de la banca el pasado 8 de abril.
Ayer, De Gregorio ratificó que el Banco Central considera que “en relación con lo observado en otras economías, el spread —la diferencia entre lo que les cuesta a los bancos de la plaza endeudarse y la tasa a la cual prestan— es relativamente alto en el segmento de créditos de consumo”.
Apuntó básicamente a cuatro factores: la competencia en el sector financiero, ya que “en algunos segmentos de la población el mercado pudiera no estar funcionando adecuadamente”; el fuerte aumento de la bancarización; la regulación de la industria bancaria que “puede tener algún efecto sobre los spreads que cobran los bancos” al tener que constituir provisiones y castigos; así como también el efecto de los incrementos de la tasa de política monetaria y su transmisión a las tasas de interés en consumo. Sin embargo, también recalcó que ninguna de ellas es concluyente.
Por lo mismo, advirtió que mientras se determina que tan distorsionador puede ser cada uno de los factores mencionados, se puede avanzar en medidas como más información sobre la deuda de los consumidores, “permitiendo a las instituciones financieras recompensar a los buenos pagadores y, de paso, facilitar la movilidad entre instituciones”.
También mencionó la necesidad de realizar cambios “que permitan reducir los costos o las trabas administrativas para que los clientes puedan cambiarse de banco”, valorando además el reglamento publicado la semana pasada sobre los créditos universales.
Evitar la sobrerregulación
Sin embargo, De Gregorio hizo un par de advertencias. “Existen propuestas que podrían eventualmente significar riesgos relevantes para la profundización financiera (…) introducir mayores controles de precios, por ejemplo, incorporando reducciones arbitrarias de las tasas máximas convencionales podría llevar a que los clientes de menores ingresos dejen de ser atendidos por la banca y tiendan a quedar cautivos de entidades financieras no reguladas o que funcionan al margen de la Ley”. Asimismo, indicó que cualquier modificación que se plantee, no puede poner en riesgo la estabilidad del sistema financiero.
El otro de los invitados, el ministro de Hacienda, Felipe Larraín, dio cuenta de los avances planteados por el gobierno para avanzar en la materia, como la licitación de los seguros de los créditos hipotecarios, el reglamento de los créditos universales, la meta de bancarización propuesta a BancoEstado, la base consolidada de deudores y avanzar en transformar las actuales superintendencias en comisiones regulatorias.