El chileno Jean Salata tomará el timón de EQT Partners, el gigante gestor de fondos alternativos que nominará al ejecutivo para encabezar el directorio de la firma.
Salata reemplazará al actual presidente, socio y fundador de EQT, Conni Jonsson, quien dejará el cargo en la junta de accionistas de 2026.
A través de un comunicado, el líder saliente de la gestora destacó que “Jean (Salata) sabe lo que se necesita para construir y dirigir un negocio transfronterizo de alto rendimiento y con múltiples clases de activos a lo largo de los ciclos”.
Por su parte, el chileno afirmó que “me siento profundamente honrado y agradecido por la confianza depositada”.
Jonsson fundó la gestora en 1994 y al cierre del primer semestre mantenía US$ 311 mil millones bajo administración. Con él al timón, primero como director ejecutivo y en los últimos años como presidente, se transformó en la segunda firma más grande de capital privado del mundo, con una capitalización de mercado de US$ 40.000 millones.
“Sabe lo que se necesita para construir y dirigir un negocio transfronterizo de alto rendimiento y con múltiples clases de activos a lo largo de los ciclos”, destacó el socio fundador de EQT, Conni Jonsson.
La llegada de Salata
Salata arribó a la compañía en 2022, cuando vendió su empresa de gestión de fondos, Baring Private Equity Asia, en US$ 7.400 millones a EQT. Tras la operación, presidió la filial EQT Asia, enfocada en inversiones en mercados asiáticos.
La firma destacó que EQT Asia “es una piedra angular de la plataforma global de la empresa, habiendo invertido más de US$ 35.000 millones en más de 180 transacciones y recaudando algunos de los fondos más grandes de la historia de la región”.
US$ 311 mil millones en activos gestiona EQT.
En noviembre de 2024, en conversación con DF MÁS, Salata destacó la venta de su compañía: “Terminé convirtiéndome en uno de los mayores accionistas individuales de EQT. No se trataba de vender. Se trataba de cambiar mi participación en un negocio por una participación menor en una empresa mucho mayor que me parecía tenía bastante valor estratégico”, afirmó.
En esa oportunidad, agregó que “la razón principal para hacerlo es que vimos que el sector de private equity se estaba consolidando y que las empresas más grandes estaban ganando participaciones”.
Su primera acción
Salata es el segundo chileno más rico del mundo según Forbes, con una fortuna superior a los US$ 7 mil millones. Fue presentado por la publicación como un “ciudadano chileno que ha vivido y trabajado en Hong Kong desde 1989”.
El ejecutivo realizó gran parte de su vida y carrera fuera del país. Nació en Chile, pero dejó el territorio nacional a los cinco años junto a su familia para radicarse en Pensilvania, EEUU, donde fue al colegio y luego a la escuela de negocios Wharton.
Según relató, “mi interés por los negocios era algo que debo haber llevado adentro, porque desde muy joven empecé a buscar formas de ganar algo de dinero”.
A los 12 años, Salata ya era repartidor de diarios y sus ingresos los ocupó para realizar su primera inversión.
“Tomé parte de la plata que ganaba y empecé a hacer pequeñas inversiones en la bolsa. Había una corredora cerca de mi colegio, entonces cuando volvía de la escuela, pasaba por allí. Uno de los amigos de mi familia trabajaba en ese lugar: él me ayudó a abrir una cuenta y a comprar mis primeras acciones”, sostuvo. Cree, aseguró, que su primera compra fue papeles de Coca-Cola.
Negocios en Asia
Así, al llegar a la universidad, “sabía que quería hacer algo relacionado con los negocios y el comercio internacional”, aseguró.
“Creo que mi interés por los negocios internacionales surgió de todo el tiempo que pasé viviendo en el extranjero”, añadió.
Al egresar, entró a trabajar a la firma de capital privado Bain en Boston. Cuando arribó, la compañía estaba desarrollando un proyecto en Asia.
“Quería irme al extranjero por un interés personal, pero la razón principal era que mi novia era de Hong Kong (...) Conseguí que me asignaran a este proyecto en 1989. Cuando aterricé en Hong Kong, me quedé fascinado. Acabé quedándome y no volví nunca, a pesar de que en principio iba por seis meses”, sostuvo en 2024.
Luego, dejó Bain e ingresó a la industria de private equity. “Surgió la oportunidad de ayudar a poner en marcha Barings Private Equity. Era una época en la que Barings (banco extinto) estaba experimentando muchos cambios. Acababa de quebrar y había sido adquirida por ING, la aseguradora holandesa, como parte de ese proceso. Fui a ING y negocié para convertirnos en una empresa de private equity independiente”, recordó.
Con 30 años, Salata logró armar una empresa independiente y desde ahí comenzó a desarrollar una firma de private equity. “Empezamos con un capital de US$ 25 millones. Con esos fondos hicimos algunas pequeñas inversiones y, en 25 años, la empresa creció hasta convertirse en una de las mayores de Asia, con unos US$ 25.000 millones en activos bajo administración”, afirmó.