Operación del presidente de RN complica los planes de La Moneda

El inesperado golpe de Carlos Larraín justo cuando el gobierno había alineado a los partidos para tratar de sacar la reforma al binominal, generó un complicado quiebre en el oficialismo.

Por: | Publicado: Sábado 21 de enero de 2012 a las 05:00 hrs.
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POR BLANCA ARTHUR

En La Moneda no daban crédito a lo que estaba pasando. En cosa de horas, el clima de unidad que se había comenzado a gestar después del desorden el oficialismo, fue alterado por el intempestivo acuerdo RN-DC para modificar el sistema binominal, pero inserto dentro de una reforma profunda al régimen político.
El malestar alcanzó desde el presidente Sebastián Piñera hasta todos los ministros políticos, quienes no lograban asumir que el timonel de RN, Carlos Larraín, se lanzara en una operación de esa magnitud, sin informar siquiera a las autoridades de su propio gobierno.
Menos explicable les pareció que ello ocurriera sólo horas después de que La Moneda parecía haber logrado acallar los ruidos que generó en el oficialismo la irrupción en la agenda del gobierno de la reforma al sistema binominal que no todos compartían.
Tanto es así que las propias autoridades destacaban con satisfacción el cambio que se había producido luego de la comida el lunes en la casa del ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter, a la que asistieron además de los otros ministros políticos, el presidente de la UDI, Juan Antonio Coloma, como el mismo Carlos Larraín.
Esa reunión, tal como sucedió en el comité político de la mañana en La Moneda, había sido determinante para limar asperezas, porque tras ambos encuentros se concordó en establecer una fórmula para debatir el binominal, basada en que las autoridades comenzarían buscando consensos al interior de los partidos de su coalición.
Con ese diseño se había logrado acallar no sólo las críticas de los sectores más reticentes al cambio –especialmente de la UDI- sino también se impidió que los parlamentarios liberales de RN continuaran la ofensiva que habían iniciado de unirse a la Concertación  para presionar por el cambio al sistema electoral.
Por eso, cuando sólo horas después de haber realizado gestos unitarios aprovechando el segundo aniversario del triunfo de Piñera - de los que habían sido parte tanto Carlos Larraín, como los parlamentarios integrantes de la mesa- el inesperado acuerdo con la directiva de la DC presidida por Ignacio Walker, remeció hasta los cimientos del palacio presidencial.
Es que no sólo Piñera consideró que detrás de la propuesta de cambiar el régimen político a uno semi presidencial con una Primer Ministro, había una suerte de cuestionamiento a la forma en que ha ejercido su autoridad, sino tanto él como su equipo político, entendieron que el desmarque de RN podía desbaratar todo su plan tendiente a impedir que las discrepancias en los partidos fueran un obstáculo para su determinación de propiciar los cambios al binominal.

El impacto en la UDI
En La Moneda reconocen que, si bien conocían los acercamientos que RN inició con sectores de la DC a fines del año pasado para abordar el tema de las reformas políticas, no conocían ni el contenido de la propuesta, ni menos estaban al tanto de que la darían a conocer ahora, justo cuando partían del supuesto que, con su diseño, se terminarían los ruidos al interior de la coalición.
Pero, tal como imaginaron de inmediato en el gobierno, la decisión de dar a conocer el acuerdo con la DC en estos precisos momentos molestó fuertemente a la UDI, lo que transmitieron sus dirigentes a los ministros como al mismo Carlos Larraín, tratando de inquirir de qué se trataba.
Es que en ese partido no terminaban de asimilar que la arremetida del presidente de RN se produjera casi en paralelo con los acercamientos que había tenido con ellos, especialmente con su par, Juan Antonio Coloma, justamente con el fin de enfrentar de manera coordinada la decisión del gobierno de darle prioridad al binominal por sobre otros temas de la agenda que estimaban más importantes.
Teniendo claro en palacio que la reacción de la UDI podía abortar la posibilidad de construir un acuerdo unitario para realizar los cambios al binominal, las autoridades optaron, primero, por tratar de calmar los ánimos en ese partido, precisándoles que desconocían lo que haría RN, sin ocultarles que estaban molestos.

Buscar beneficio
Frente al hecho consumado, la postura concordada en La Moneda fue no atizar el fuego, sino por el contrario, intentar que la situación pudiera ser funcional  a su propósito de impulsar la reforma al sistema electoral.
En esa línea, el equipo político -que dedicó prácticamente todo el día a tratar de buscar una salida al problema que se les había generado-  concordó en que el acuerdo RN-DC incluso podía resultar auspicioso, desde el momento en que Carlos Larraín - a quien consideraban el más renuente al cambio- había asumido un compromiso para modificar el binominal del que difícilmente se podría desdecir.
De hecho, tanto en el gobierno, como entre los partidarios del cambio al sistema, consideraron que prácticamente se había metido un autogol, porque le resultaría imposible echar pie atrás, aun cuando no prospere la reforma al régimen político, que ni el gobierno, ni el resto del oficialismo suscribe.
Eso explica que, pese al impacto que hubo en La Moneda, la reacción inicial en boca del ministro Hinzpeter apuntó a destacar la importancia de la propuesta RN-DC, aludiendo a que miraba con optimismo cualquier acuerdo que se forjara entre las fuerzas políticas, fueran éstas de gobierno u oposición, porque respondía a las aspiraciones presidenciales de realizar importantes transformaciones políticas.
Pero aun cuando se tratara de una declaración básicamente estratégica -libreto que fue recogido en términos similares por los representantes del sector liberal de RN- no calmó los ánimos en la UDI, ni en aquellos parlamentarios del propio partido de Larraín más renuentes al cambio al binominal, que tampoco se explicaban que la mesa apareciera ahora liderando una propuesta de cambio con la DC.
Frente a la inminente amenaza de desorden, que confirmaban las declaraciones de Coloma, o de otros dirigentes de la UDI como el senador Jovino Novoa o el jefe de la bancada de diputados, Felipe Ward, criticando con fuerza lo sucedido, el mismo Hinzpeter debió hacer una segunda declaración, en la que aludió de manera reiterada que lo importante es que los acuerdos se busquen primero dentro de la coalición oficialista.

Conflicto complicado
Pese a que con esta última precisión del jefe de gabinete, La Moneda intentó reponer el diseño que había elaborado para alinear a sus filas, la situación parecía que comenzaba a escapársele.
Es que la decisión de Larraín de actuar al margen tanto del gobierno, como de sus aliados políticos, había producido un conflicto que no resultaba fácil de manejar a las autoridades.
En su defensa, el propio presidente de RN reaccionó manifestando que le extrañaba que el gobierno o la UDI se hubieran sorprendido, en circunstancias que la idea de que el cambio al sistema electoral fuera acompañado de una reforma institucional más profunda había sido planteada hacía tiempo, e incluso reiterada últimamente. Tampoco le parecía que se le pudiera cuestionar que apareciera con una propuesta junto a la DC, puesto que era conocido su interés por acercarse a aquellos sectores más moderados de la Concertación con la expectativa de que esa posibilidad pudiera restarle poder a la izquierda.
Es cierto que todo eso era sabido por las autoridades, lo mismo que por la UDI, pero ni en el gobierno ni en dicho partido imaginaron que ello culminaría en una sigilosa operación en momentos en que se había acordado que la fórmula para enfrentar la debatida reforma política era buscando primero el consenso interno.
Tanto es así que, escapando a todos los cálculos, la arremetida de Larraín se transformó en una amenaza para que el gobierno pueda cumplir su propósito de hacer una propuesta para refromar el sistema electoral.
Es que independiente de que la arremetida de RN pudiera facilitar la aprobación del cambio al binominal,  o que el acercamiento con la DC fuera un síntoma de la disposición de este partido a tomar distancia de sus aliados aceptando otros acuerdos, en La Moneda reconocen que es completamente ajeno a sus intenciones tratar de gobernar con la UDI aislada.
La fórmula para salir de este problema es la que están buscando en palacio, donde resienten que el golpe que recibieron lo propinara la mesa del presidente del partido de Piñera.

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