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REGÍSTRATE AQUÍPor: Padre Raúl Hasbún
Publicado: Viernes 4 de julio de 2014 a las 05:00 hrs.
En griego, “idioma” significa lo que es propiedad particular de alguien y determina su carácter o estilo peculiar. Por extensión pasó a denominar, ya en “El Quijote”, el lenguaje propio de una nación. Hoy, el español es el idioma que usan 548 millones de personas, sólo superado por el chino y por encima del inglés. Tan vivo está, que dentro de tres o cuatro generaciones el porcentaje de habitantes del mundo que se entienden en español llegará al 10%. Es la tercera lengua más utilizada en Facebook y la segunda, en Twitter. Sus galardones mundiales como instrumento de la mejor literatura dan cuenta de la austera belleza de este idioma hecho -como dijera un Rey- para hablarle a Dios.
Acaba de aprobarse en Rusia una ley que prohíbe el uso de lenguaje obsceno en el cine, literatura, teatro, medios de comunicación, conciertos y toda clase de espectáculos públicos. No se trata de censura previa sino de sanción posterior, que será multa de 50 euros para particulares, 90 para funcionarios públicos y hasta 1.000 para personas jurídicas. Los críticos de la normativa alegan que es como prohibir, a los rusos, respirar, porque desde la Unión Soviética hablaban así -obscenamente- los altos dirigentes a sus subordinados, como también los prisioneros del gulag y las mujeres que oficiaban como varones en la segunda guerra mundial.
Los pueblos con patrimonio cultural reaccionan con máxima severidad cuando alguien, sobre todo si es extranjero, raya sus muros y monumentos (si lo sabrán los chilenos que hicieron grafiti en el Cuzco). Similar penalización aguarda a quienes contaminan aguas con petróleo o desechos químicos, o envenenan la atmósfera con gases y partículas contaminantes, o “intervienen” una obra artística que es orgullo nacional. Pero cuando la agresión verbal o gestual (insultos, caricaturas groseras, escupitajos) tiene como blanco a un ser humano, incluso investido de autoridad, súbitamente la condena indignada y castigadora se transmuta en reclamo de sacrosanta libertad de expresión. Así como la misma autoridad protege clamorosamente las especies animales y vegetales mientras busca legalizar la eliminación de seres humanos, así también un indeterminado consenso social valora la impoluta conservación de muros, monumentos, aire, agua y paisaje natural mientras practica, y defiende la impune profanación verbal y gestual de la dignidad humana.
El lenguaje obsceno no es inocuo. Transparenta la basura interior del malhablante y la arroja, como proyectil, en el rostro de su interlocutor. Quien considera a otros, o a todos, como h… de p… y no es capaz de valorarlos sino a partir del tamaño de sus genitales, está listo para propiciar su descarte o eliminación. Cada palabra nuestra impacta la ecología humana. Antes de leer o escribir, se aprende a hablar. Los pueblos que ya no hablan su idioma, y ninguno, entraron al modo “decadencia”.
Somos, seamos imagen y semejanza del Verbo divino.
Así la constató una investigación de la Superintendencia de Seguridad Social, que pudo profundizar además en las patologías por las cuales este grupo de personas recibió una licencia. Así, reveló que 63,3% de los permisos de descanso fue otorgado por diagnósticos asociados a salud mental.
Recorrerán Norteamérica, Europa y el Medio Oriente para ofrecer el activo a fondos de inversión y soberanos, entre otros inversionistas. En el evento, revelaron el plan de crecimiento de la empresa para los próximos cinco años.
El reconocido escultor chileno, nos comparte su visión del arte, el proceso creativo detrás de sus obras y los desafíos de llevar la escultura contemporánea a nuevos espacios. En esta entrevista, descubrimos la inspiración y las historias que dan vida a su trabajo.