A pesar de que la historia de la italiana Unitec Group comenzó en 1924, fue recién en 1993 cuando la firma se oficializó tras la fusión de Dalle Vacche y TNT. Desde entonces, su objetivo ha sido crear resultados a través del diseño y la fabricación de soluciones tecnológicas innovadoras para el proceso, calibrado, clasificado y envasado de frutas y hortalizas; respetando la naturaleza de la fruta.
Con más de un siglo de trayectoria, la firma ha logrado expandirse a distintos rincones del mundo, levantando más de 20 sucursales en países como Estados Unidos, España, Francia, Portugal, Sudáfrica, Turquía y Argentina. Y, por supuesto, Chile no quedó fuera.
La historia local comenzó en 2006, cuando Unifrutti, empresa perteneciente al grupo Abu Dhabi ADQ, conoció a Unitec Group durante un viaje al continente europeo y decidió implementar su tecnología para procesar sus peras en sus plantas en Romeral, Región del Maule.
Ese mismo año, Garces Fruit -una de las exportadoras de cerezas más grandes del país- descubrió a la italiana en España y también apostó por ella para procesar sus frutas, esta vez desde San Francisco de Mostazal, Región de O’Higgins.
“El futuro del agro chileno seguirá siendo prometedor. Lo veo con ojos muy optimistas, a pesar de los cambios sociales y políticos”.
El buen resultado de esas primeras alianzas motivó a la compañía a dar un paso más ambicioso: desembarcar oficialmente en Chile en 2011, con la apertura de su primera sucursal en Buin, Región Metropolitana.
El crecimiento de Unitec
Detrás del aterrizaje de la empresa en el país estuvo Nour Abdrabbo, un ingeniero electromecánico con MBA en marketing estratégico nacido en Alejandría, Egipto, que fue designado por la matriz italiana para liderar la operación chilena.
En ese momento, Abdrabbo se desempeñaba como sales manager en Latinoamérica y fue nombrado general manager en Chile, encabezando un equipo inicial de apenas cinco personas.
Los primeros meses, recordó, no fueron fáciles. “Unitec era una novedad en Chile. Era una tecnología que no se había utilizado antes, por lo que tuvimos que ganarnos la confianza de las empresas agrícolas”, comentó.
Sin embargo, la perseverancia dio frutos y el nombre de Unitec comenzó a sonar en la industria frutícola local.
Para consolidar la operación, Abdrabbo decidió trasladarse a Santiago en 2013, con el fin de estar más cerca de la industria frutícola chilena. La decisión de mudarse no fue solo logística, sino también personal, ya que vivir en Chile permitió comprender de cerca las necesidades del sector y fortalecer el vínculo con los productores locales.
Poco después, en 2015, tomó la decisión estratégica de mover la sucursal de Buin hacia Rancagua, en la Región de O’Higgins, “más cerca del corazón agrícola del país”.
El traslado, sin embargo, trajo consigo nuevos desafíos. “Durante los primeros años era difícil acceder a ciertos recursos, incluso a mano de obra calificada, por no estar en la capital”, reconoce el ejecutivo. Con el tiempo, esa dependencia se fue reduciendo y el panorama cambió.
Hoy, Unitec cuenta con 117 profesionales en Chile y ha establecido relaciones con más de 130 empresas de la industria como Garces Fruit, Frusan, Prize, Copefrut, Unifrutti, Dole, Gesex, Rio Blanco, Hortifrut, entre otras exportadoras del país.
Además, la compañía opera una oficina central de 2.200 metros cuadrados en Rancagua y mantiene cuatro bodegas satélites en San Francisco de Mostazal, San Fernando, Molina y Angol.
En paralelo, la firma ha ampliado el abanico de productos con los que trabaja, incorporando carozos, kiwi, manzanas, peras, cítricos y otros frutos rojos como el arándano.
Los ojos puestos en Chile
“Sentimos una responsabilidad muy importante con la industria chilena. No quiero ser exagerado para llamarlo eterno, pero nuestra conexión profunda con nuestros partners estratégicos nos obliga a afirmar nuestra presencia en el país, seguir invirtiendo y desarrollando tecnologías que ayuden a la industria chilena a crecer con pasos seguros y sustentables”, recalcó.
Si bien Unitec aún no tiene una hoja de ruta definida respecto a futuras inversiones, Abdrabbo adelanta que las nuevas apuestas dependerán de las necesidades de la industria chilena.
“Chile es importante no solo por las cerezas, sino por la diversidad frutícola”, comenta. En esa línea, la empresa ya comenzó a dar sus primeros pasos en el rubro de la fruta seca, particularmente con nueces y avellanos, productos que están experimentando un crecimiento.
Esta confianza no es casual. El ejecutivo explicó que, tras años de trabajar con productores agrícolas en distintas partes del mundo, Chile se ha consolidado como un actor competitivo, con un clima privilegiado y acuerdos fitosanitarios que le permiten exportar a múltiples destinos.
“Eso hace que sea un mercado muy estimulante para seguir innovando y trasformando los desafíos en buenas oportunidades. El futuro del agro chileno seguirá siendo prometedor. Lo veo con ojos muy optimistas, a pesar de los cambios sociales y políticos”, enfatizó.
“Eso sí, hay que ser conscientes de que el mundo está en permanente cambio. Las necesidades de los consumidores finales son distintas. Hay que cuidar la calidad, invertir en tecnología y tener más conciencia del proceso de transformación global en el que estamos para tener una industria más sustentable”, dijo Nour Abdrabbo.