Renuncia de primer ministro de Haití pone en peligro la recuperación económica
La falta de un gobierno estable y el dominio opositor en el parlamento han dificultado las labores de reconstrucción tras el grave terremoto de 2010.
Por: | Publicado: Martes 28 de febrero de 2012 a las 05:00 hrs.
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Cuando las perspectivas políticas y económicas de Haití parecían estar mejorando, la renuncia del primer ministro, Garry Conille, el 24 de febrero, ha empujado nuevamente al país hacia la incertidumbre. Más de dos años después del terremoto de 2010, la reconstrucción ha sido lenta, en parte debido a la falta de un gobierno estable y de buen funcionamiento. La partida de Conille -tras apenas cuatro meses de en el cargo- es otro revés para la recuperación del país.
Las instituciones públicas eran extremadamente débiles antes del terremoto, que destruyó la capital, Puerto Príncipe, mató a centenares de miles y dejó a muchos más sin hogar. Sólo ha sido desembolsada la mitad de los US$ 4.500 millones en ayuda externa para la reconstrucción, y los avances en la construcción y la creación de empleos, han sido insuficientes. Medio millón de haitianos aún vive en carpas, y el país sigue luchando para controlar una epidemia de cólera que estalló hace más de un año.
Sin embargo, una vez que el Congreso ratificó a Conille en octubre pasado -fue la tercera opción del presidente Michel Martelly para ese cargo- se esperaba que se acelerara el desembolso de ayuda externa y los esfuerzos de reconstrucción. En Haití el primer ministro lidera el gabinete y las operaciones diarias del gobierno, y también es el vínculo clave con los parlamentarios. Ahora, el proceso de seleccionar a un reemplazante deberá comenzar de nuevo, lo que demorará aún la reconstrucción. Dada la pasada experiencia de Martelly -los parlamentarios rechazaron sus primeras dos opciones para jefe de gobierno antes de Conille- no se espera que el nuevo gobierno comience a operar con prontitud. Conille seguirá en funciones hasta que su reemplazante sea ratificado.
Luchas internas sin fin
Conille, médico y experto en desarrollo, aparentemente renunció por tensiones con el presidente y la pérdida de apoyo del gabinete, a pesar de que tenía buenas relaciones con la comunidad diplomática internacional y los donantes extranjeros, tras haber servido de asesor al ex presidente Bill Clinton de EEUU como enviado especial de la ONU a Haiti. Sin embargo, las relaciones de Haití con los donantes internacionales empeoraron en el último tiempo: el año pasado el parlamento haitiano no renovó el mandato de la impopular Comisión Interina para la Recuperación de Haití, co-presidida por Clinton y el ex primer ministro haitiano Jean-Max Bellerive, y encargada de supervisar la reconstrucción del país.
El propio Martelly intentó librarse de la dependencia de las agencias internacionales, priorizando en su lugar la inversión extranjera directa. También parece apoyar la partida de las fuerzas de paz de la ONU en Haití (la Minustah), y tiene controvertidos planes para reactivar el Ejército haitiano (disuelto en 1995 debido a un historial de abusos), para disgusto de los donantes internacionales.
Sin embargo, los causantes inmediatos de la renuncia de Conille podrían incluir la tensión por la reciente investigación legislativa sobre si hubo funcionarios oficiales con doble nacionalidad (lo que los inhabilitaría para sus cargos) y el respaldo de Conille a una evaluación de contratos por US$ 600-800 millones otorgados por el gobierno anterior para la reconstrucción.
Las dificultades de Conille se agravaron por la difícil relación entre el gobierno y el Congreso, dominado por el opositor partido Inite. Muchas iniciativas de Martelly, que asumió en mayo de 2011, han sido bloqueadas. Esto ha dificultado la reconstrucción.
Economía en riesgo
Todo esto ocurre cuando la economía parece recuperarse. En un informe de diciembre pasado, el FMI proyectó que Haití crecería 7,8% en 2012 tras 5% en 2011. El FMI agregó que “el panorama de 2012 sigue favorable, siempre y cuando el nuevo gobierno acelere la reconstrucción, y la seguridad y situación política siga estable”. La recuperación también dependerá del desembolso de la ayuda pendiente.
Estas advertencias son claves y ahora el crecimiento parece estar en peligro. Además del desafío de reconstruir al país más pobre del hemisferio occidental, la necesidad de elegir un nuevo primer ministro aceptable podría causar más polarización política y parálisis institucional. Si sumamos los problemas de seguridad y la falta de coordinación entre las ONG, la recuperación económica podría revertirse fácilmente.
Las instituciones públicas eran extremadamente débiles antes del terremoto, que destruyó la capital, Puerto Príncipe, mató a centenares de miles y dejó a muchos más sin hogar. Sólo ha sido desembolsada la mitad de los US$ 4.500 millones en ayuda externa para la reconstrucción, y los avances en la construcción y la creación de empleos, han sido insuficientes. Medio millón de haitianos aún vive en carpas, y el país sigue luchando para controlar una epidemia de cólera que estalló hace más de un año.
Sin embargo, una vez que el Congreso ratificó a Conille en octubre pasado -fue la tercera opción del presidente Michel Martelly para ese cargo- se esperaba que se acelerara el desembolso de ayuda externa y los esfuerzos de reconstrucción. En Haití el primer ministro lidera el gabinete y las operaciones diarias del gobierno, y también es el vínculo clave con los parlamentarios. Ahora, el proceso de seleccionar a un reemplazante deberá comenzar de nuevo, lo que demorará aún la reconstrucción. Dada la pasada experiencia de Martelly -los parlamentarios rechazaron sus primeras dos opciones para jefe de gobierno antes de Conille- no se espera que el nuevo gobierno comience a operar con prontitud. Conille seguirá en funciones hasta que su reemplazante sea ratificado.
Luchas internas sin fin
Conille, médico y experto en desarrollo, aparentemente renunció por tensiones con el presidente y la pérdida de apoyo del gabinete, a pesar de que tenía buenas relaciones con la comunidad diplomática internacional y los donantes extranjeros, tras haber servido de asesor al ex presidente Bill Clinton de EEUU como enviado especial de la ONU a Haiti. Sin embargo, las relaciones de Haití con los donantes internacionales empeoraron en el último tiempo: el año pasado el parlamento haitiano no renovó el mandato de la impopular Comisión Interina para la Recuperación de Haití, co-presidida por Clinton y el ex primer ministro haitiano Jean-Max Bellerive, y encargada de supervisar la reconstrucción del país.
El propio Martelly intentó librarse de la dependencia de las agencias internacionales, priorizando en su lugar la inversión extranjera directa. También parece apoyar la partida de las fuerzas de paz de la ONU en Haití (la Minustah), y tiene controvertidos planes para reactivar el Ejército haitiano (disuelto en 1995 debido a un historial de abusos), para disgusto de los donantes internacionales.
Sin embargo, los causantes inmediatos de la renuncia de Conille podrían incluir la tensión por la reciente investigación legislativa sobre si hubo funcionarios oficiales con doble nacionalidad (lo que los inhabilitaría para sus cargos) y el respaldo de Conille a una evaluación de contratos por US$ 600-800 millones otorgados por el gobierno anterior para la reconstrucción.
Las dificultades de Conille se agravaron por la difícil relación entre el gobierno y el Congreso, dominado por el opositor partido Inite. Muchas iniciativas de Martelly, que asumió en mayo de 2011, han sido bloqueadas. Esto ha dificultado la reconstrucción.
Economía en riesgo
Todo esto ocurre cuando la economía parece recuperarse. En un informe de diciembre pasado, el FMI proyectó que Haití crecería 7,8% en 2012 tras 5% en 2011. El FMI agregó que “el panorama de 2012 sigue favorable, siempre y cuando el nuevo gobierno acelere la reconstrucción, y la seguridad y situación política siga estable”. La recuperación también dependerá del desembolso de la ayuda pendiente.
Estas advertencias son claves y ahora el crecimiento parece estar en peligro. Además del desafío de reconstruir al país más pobre del hemisferio occidental, la necesidad de elegir un nuevo primer ministro aceptable podría causar más polarización política y parálisis institucional. Si sumamos los problemas de seguridad y la falta de coordinación entre las ONG, la recuperación económica podría revertirse fácilmente.