En lo que va del año, el principal índice bursátil de Estados Unidos, el S&P 500, ha escalado un 16%, mientras que en los últimos años su retorno es superior al 60%. La euforia de los inversionistas ha ido de la mano con altas valoraciones que han abierto el debate desde hace meses -o incluso años- sobre si es el momento de vender o si aún hay potencial de crecimiento.
En conversación con el podcast Señales Financieras, la head de estrategia de inversión en Vinci Compass, Belén Garro, explica el fenómeno bursátil: “A pesar de la incertidumbre por el carácter impredecible de Donald Trump, hay una fiesta accionaria en Estados Unidos que ha sido alimentada por distintos factores, como los recortes de impuestos, los recortes de tasas de la Reserva Federal y la fortaleza del sector corporativo, con las empresas incrementando alrededor de un 14% sus utilidades en términos interanuales”.
Pese al positivo rendimiento de Wall Street, para muchos el 2025 se podría transformar en el año del punto de inflexión. Por primera vez en décadas —a excepción de 2017—, el S&P 500 no tendría el mejor desempeño respecto al resto de los países. “No hay dudas de que este ha sido el año de los emergentes”, apunta.
En detalle, el índice MSCI de Latinoamérica ha subido un 50%, mientras que Asia emergente un 30%. Junto a ellos, Europa no se ha quedado atrás y también acumula un alza en dólares sobre el 30%.
“Efectivamente, Estados Unidos se queda en cierta forma rezagado, pero la fiesta ha continuado, aunque con la música algo más lenta”.
Las razones para Garro detrás de este rezago son la incertidumbre por Trump, el aumento de las tarifas y la polarización, factores que están generando que los inversionistas se diversifiquen. “Estamos viendo una migración hacia mercados que están rezagados o con valorizaciones más holgadas”.
-¿Qué tan caro está el S&P 500?
-Uno de los grandes argumentos para diversificarse son las altas valorizaciones de Estados Unidos. Al mirar indicadores como el índice precio/utilidad y compararlo con la historia, hoy está una desviación estándar sobre el promedio. No obstante, eso también está sustentado en gran parte por el crecimiento de utilidades. El crecimiento de doble dígito año a año en las ganancias soporta valorizaciones más elevadas. Entonces sí, está caro, pero creemos que podría estar justificado.
-¿No estaríamos en una burbuja?
-El nivel de valorización es elevado, pero es casi la mitad de lo que vimos a inicios de los 2000 con la crisis de las puntocom. Lo mismo ocurre con las empresas tecnológicas, que a diferencia del 2000, sí están generando utilidades tangibles; no son meramente expectativas. La inteligencia artificial es una tendencia que se ha materializado y que viene a generar un cambio estructural en las empresas.
-¿Entonces sigue recomendado exponerse a Estados Unidos?
-Sí, hay que mantenernos dentro de esta fiesta, pero con cautela.
-¿Cuál podría ser el cisne negro?
-Hay distintos tipos de riesgos en general, pero cuando aparecen pueden tener consecuencias bastante disruptivas. Un ejemplo serían pandemias, no solo de enfermedades sino también digitales, que impliquen un apagón de los sistemas. Por otro lado, todavía tenemos un Presidente Trump con un carácter impredecible. Pero, en general, la recomendación es mantenerse con cautela y eso implica estar diversificado.
Fuera de EEUU
-¿Dónde están las oportunidades?
-Hay muchas oportunidades en Latinoamérica. En general, los mercados emergentes se benefician bastante de un dólar más depreciado, que es lo que hemos visto durante este año. Junto a eso, en general los mercados emergentes están en una etapa de políticas monetarias expansivas, tienen fortaleza corporativa y, desde lo geopolítico, están más alejados de los conflictos. Entonces es una región que se ve bastante beneficiada, también por este nuevo orden mundial en donde empezamos a ser mirados con interés tanto por Estados Unidos como por China.
-¿Alguna apuesta en particular?
-En Latinoamérica, Brasil es un país que pesa alrededor del 60% del mercado regional y es el que recibe los flujos de los extranjeros. Además, creemos que el próximo año vendrán bajas de tasas y también se podría dar un giro político.
-Estrategas ven con buenos ojos el futuro de las acciones del viejo continente. ¿Creen en la historia europea?
-De todas formas. Al parecer, prontamente se acerca el fin de la guerra en Ucrania y a Ucrania hay que reconstruirla, lo cual va a requerir capitales que van a fomentar la demanda por el sector bancario. También hay un paquete de inversión significativo desde Alemania, que a inicios de año dio un giro político al flexibilizar ciertos límites fiscales. Entonces, en Europa está comenzando un plan de expansión fiscal centrado en infraestructura y eso va a fomentar la inversión, lo que se suma a que el Banco Central Europeo podría eventualmente salir a recortar tasas.
Cambios estructurales en política monetaria
-La Fed recortaría tasas la próxima semana y tres veces más el próximo año. ¿Las expectativas son muy optimistas?
-Creemos que efectivamente el próximo año van a seguir las bajas de tasas, pero hay que tener ojo porque hay un desacople de expectativas entre el mercado y la mediana de las estimaciones de los miembros del Consejo. Y eso siempre es un riesgo.-
-¿Qué ocurrirá tras el fin del mandato de Jerome Powell?
-Powell termina su mandato en mayo próximo y el mercado apuesta a que el sucesor sería Kevin Hassett, asesor económico de la Casa Blanca y cercano a Donald Trump, por lo que presionaría por tasas aún más bajas. Efectivamente eso, a nivel económico, es bastante bueno porque reactiva el crédito y estimula la economía. No obstante, el riesgo es que tasas más bajas también podrían implicar que la inflación demore más en llegar a la meta y, por el lado de los inversionistas, genera bastantes dudas sobre la independencia y la institucionalidad en Estados Unidos. 