La última reunión de política monetaria de la Reserva Federal entregó al mercado más preguntas que respuestas. Tomados en conjunto; el comunicado, la rueda de prensa de Jerome Powell y el informe de proyecciones mostraron claras contradicciones que harán de los próximos meses un período especialmente delicado para la credibilidad del emisor estadounidense.
El Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC), instancia a cargo de determinar las tasas de interés, cumplió con el recorte de 25 puntos base, para llevar la tasa de referencia a un rango de 4%-4,25% (4,25% para todos los efectos). Fue un recorte que el presidente de la Fed, Jerome Powell, definió como de “manejo de riesgos” ante una economía que avanza a un escenario de estanflación.
“Normalmente, cuando el mercado laboral es débil, la inflación es baja; y cuando el mercado laboral es realmente fuerte, es cuando hay que tener cuidado con la inflación. Tenemos una situación en la que hay un riesgo en ambos factores, y eso significa que no hay un camino libre de riesgo”, describió Powell en referencia a las señales de debilidad del mercado laboral y en simultáneo una inflación que se aleja cada vez más del 2% meta.
Este escenario es el que utilizó Powell para justificar medidas a primera vista contradictorias y la clara dispersión de opiniones al interior del banco central. Un análisis del dot plot o set de proyecciones, revela la división de los banqueros centrales en dos bloques casi iguales en tamaño entre halcones (a favor de una política restrictiva) y palomas (a favor de un sesgo expansivo).
Una primera contradicción es la decisión de acompañar el recorte de tasas de interés con la continuidad del ajuste cuantitativo (venta de bonos) y reducción de la hoja de balance, cuyo efecto final es retirar liquidez del mercado.
Tampoco pasó desapercibido que la Fed optara por reducir la tasa de interés cuando la media de los banqueros centrales ajustó levemente al alza sus proyecciones de crecimiento para los próximos dos años, redujo la expectativa de desempleo, y proyectó ahora una inflación más alta y persistente.
Desde el set de estimaciones de junio pasado, la media de las proyecciones para el crecimiento de EEUU en 2026 pasó de 1,6% a 1,8%, para el desempleo de 4,5% a 4,4%, y la inflación esperada de 2,4% a 2,6%.
Hay una contradicción además con el nuevo marco de política monetaria, que Powell presentó en agosto. En el documento, el FOMC subordina el mandato del “pleno empleo” a la “estabilidad de precios”.
Pero en esta ocasión, la Fed está justificando un recorte de tasas cuando el desempleo se encuentra ligeramente por encima de la tendencia de largo plazo proyectada por sus miembros (4,3% vs 4,2%), mientras la inflación ronda el 3%.
Cada cifra cuenta
Esta aparente contradicción abre nuevos flancos de presión para la Fed. La media de las proyecciones entregadas este miércoles coloca la tasa de referencia en 3,6% al cierre del año, lo que requeriría recortes en las reuniones de octubre y diciembre.
El mercado ha leído la acción de la Fed como una clara señal de que el empleo tiene ahora prioridad por sobre la inflación. En parte, ante la insistencia de que el efecto inflacionario del alza de aranceles podría ser limitado (un aumento de precios por una sola vez).
Si el empleo es la prioridad, sorpresas como un aumento de las contrataciones, una caída de los subsidios por desempleo o un estancamiento de la tasa de desempleo podrían afectar el diagnóstico de los banqueros centrales o justificar más recortes de tasas. Este escenario hará de cada reporte de cifras laborales un factor de alta sensibilidad para el mercado.
Más dudas
A modo de un seguro a la credibilidad del emisor, Powell insistió en que se trata de un escenario muy desafiante, en el que es “difícil saber cómo actuar” y que la política monetaria “no sigue un rumbo preestablecido”. Así explica la dispersión en las proyecciones de los banqueros centrales.
El nivel apropiado para la tasa de interés proyectado para 2026 varía de 2,6% (2 votos) a 3,8% (2 votos) con una distribución del resto de votos que se concentra en el rango medio. Pero la dispersión va aumentando y para la tasa de largo plazo prácticamente las proyecciones son tan únicas como las de cada participante, eliminando cualquier tipo de forward guidance o guía futura.
“Antes el banco central nos daba una visión de lo que sería el futuro. El problema de no tener esta guía es que aumenta la incertidumbre… Esta es una Fed confundida que necesita liderazgo”, sentenció en Fox News Mohammed El-Erian, presidente de Queen’s College de la U. de Cambridge y quien es mencionado (entre analistas) como posible candidato para reemplazar a Powell el próximo año.
El factor político
A las críticas e incertidumbre, la Fed debe sumar la arremetida de la Casa Blanca. Uno de los mensajes que envió el FOMC en su última reunión es que el Presidente Donald Trump requerirá más economistas alineados a sus intereses, si quiere cambiar radicalmente el curso de la política monetaria.
Aunque hacia adelante las posiciones en el FOMC aparecen divididas, en esta ocasión actuó como un frente unido. Solo Stephen Miran, el nuevo gobernador de la Fed aprobado en tiempo récord, votó a favor de un recorte de 50 puntos base. Además, apoya recortes más agresivos, que lleven la tasa a 2,8% hacia fin de año. Incluso las voces más dovish se alinearon con un recorte moderado de 25 puntos base.
El mercado había contemplado la formación de un frente “expansivo” entre los gobernadores nominados por Trump en su actual y anterior gobierno: Miran, Christopher Waller y Michelle Bowman. Miran es un voto directo de Trump en la Fed. Aunque bajo licencia sin paga, Miran mantiene su cargo de Presidente del Consejo de Asesores Económicos de la Casa Blanca. Semanas previas a la reunión, Waller y Bowman habían declarado su apoyo a recortes de tasas más agresivos, pero votaron en conjunto con los demás miembros del FOMC.
La reacción de Trump fue pedir al día siguiente a la Corte Suprema que le permita despedir a la gobernadora Lisa Cook, acusándola de fraude hipotecario. Cook está siendo investigada por el Departamento de Justicia, pero no ha sido imputada. La pregunta es si será la última gobernadora en recibir la presión de Trump.
La Fed llega al cierre del año con su credibilidad bajo presión: dividida internamente, cuestionada desde la Casa Blanca y enfrentando datos económicos difíciles de interpretar. Su capacidad para dar señales claras al mercado será puesta a prueba en los próximos meses.