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REGÍSTRATE AQUÍPor: Equipo DF
Publicado: Viernes 8 de marzo de 2013 a las 05:00 hrs.
Como “imperdible” califica un columnista habitual de El Mercurio, la película “Seis lecciones de sexo”. Trata de un adulto inmovilizado en camilla desde pequeño y que, según el columnista, “busca perder aquello que nadie lamenta haber perdido: la virginidad”.
Ignoramos en virtud de qué ciencia infusa o revelada conoce el columnista, confesadamente ateo, lo que la conciencia de seis mil millones de personas lamenta o no haber perdido.
Los sacerdotes tenemos acceso, libremente concedido, a la conciencia de algunos miles de personas. Por eso sabemos y podemos decir cuánto aprecian la virginidad, como símbolo y seguro de un valor ético, común a varones y mujeres, compartido por creyentes y no creyentes en Dios. Ven en ella expresada la reserva de sí para el don de sí: íntegro, al único, a la única, para siempre. Sabemos de muchos varones y mujeres que cuidan esta reserva-para-el don y quieren llegar vírgenes al matrimonio. Se lamentan cuando pierden o si en algo mancillan esta voluntaria clausura del amor indiviso.
Milenarias culturas de oriente y occidente han educado a los jóvenes para que respeten sus facultades de dar la vida a través del amor, reservando su ejercicio al interior de un pacto solemne de exclusividad conyugal. Y bordean el millón los varones y mujeres que hoy consagran, libre y gozosamente, la virginalidad de su amor al servicio de Dios y de las familias.
El sacerdote capuchino San Maximiliano Kolbe comprendió y vivió hasta el heroísmo el sentido de su virginidad, cuando en el campo de concentración de Ausschwitz se adelantó libremente a ofrecer su vida en rescate de un padre de familia que lloraba su segura condena a muerte. La Beata Teresa de Calcuta identificó su voto de virginidad con su servicio de irrestricto amor a los miembros más desvalidos y despreciados de la sociedad.
San Luis Gonzaga, cultor exquisito del pudor virginal, no temió el peligro del contagio y se ofreció como voluntario para cuidar enfermos en los hospitales de Roma, sucumbiendo él mismo a la peste negra. Santa María Goretti, acosada por un joven familiar, prefirió la muerte antes que pecar y hacer pecar a otro contra la santidad del templo que es el cuerpo. En la Roma imperial, Santa Inés y Santa Cecilia consagraron su amor virginal al único Esposo, mereciendo por ello la palma del cruento martirio. En 1930, el Obispo Luis Versiglia y el sacerdote Calixto Caravario, ambos Salesianos, encontraron el martirio al norte de Cantón por defender la integridad virginal de las jóvenes confiadas a su cuidado.
Vírgenes son Jesús, María y su esposo José. Vírgenes Teresa de los Andes, Alberto Hurtado, Laurita Vicuña.
Mofarse de la virginidad es propio de contertulios trasnochados y de humoristas fracasados. Un asesor cultural y profesor de derecho debería hacer algo que nunca lamentará: disculparse.
La vocera propone restablecer el subsidio Protege, pero esta vez que la ayuda monetaria vaya a las empresas para que comiencen a contratar mujeres.
El informe de la entidad sobre la obra reveló otras irregularidades, como el no sustento de porcentajes de avances de la obra, atrasos en la entrega de los proyectos de ingeniería de detalle, entre otras.
El nuevo equipo se enfocará en la prevención de filtraciones de datos por mal uso de herramientas de inteligencia artificial en empresas y el diseño seguro de arquitecturas e infraestructura en productos basados en IA, y ya tiene sus primeros pilotos.