AAAA

Por Padre Raúl Hasbún

Por: | Publicado: Viernes 23 de noviembre de 2012 a las 05:00 hrs.
  • T+
  • T-

Compartir

En este Año de la Fe y Mes de María corresponde crecer en la fe siguiendo las lecciones marianas. Son tan sencillas como la A del alfabeto cristiano.

La primera A es “Abandonarse”. María ha dicho, dice: ”He aquí la esclava del Señor”. Su única ocupación es hacer, en este momento, lo que su Señor le ha dicho (“Hágase en mí según tu Palabra”). Si uno se ocupa totalmente en servir al otro, a ese otro le compete velar por uno: así de simple. María se encamina de prisa desde Nazareth para acompañar a Isabel los tres últimos meses del embarazo de su prima: serán los tres primeros de su propio embarazo. ¿Y José? Ella no ha recibido instrucción alguna del Arcángel ni de Dios, debe guardar el secreto. Hija de la fe de Abraham, creerá: “Dios proveerá”. La esclava se ocupa en hacer, su Señor en proveer.

La segunda A es “Alegrarse”. Allí, en casa de Isabel, compone y canta María su Himno de la Alegría, el Magnificat. Sabe, por revelación del Ángel, que porta en su seno al Hijo del Altísimo, Hijo de Dios: se sentará como rey en el trono de David. Ella ya es Reina, y Reina del mundo. Pero se quedará allí tres meses sirviendo como “baby-sitter” a su prima de avanzada edad. Cantar y bailar con alegría, deleitándose en tantas cosas buenas y maravillosas y sin malgastar tiempo o energía en cavilaciones quejumbrosas, es estar ya en el camino de la Fe. “Feliz, dichosa tú porque has creído”, le confirmará Isabel. Nada alegra tanto como servir.

La tercera A es “Agradecer”. El Magnificat es la gran plegaria cristiana de Acción de Gracias. Su autora ensalza al Dios Creador de todo bien, que ha hecho y seguirá obrando maravillas en y a través de su pequeña servidora. María agradece ser Esclava del Señor. Por ser Esclava mereció ser Reina y dichosa por todas las generaciones. La fe en Dios se reconoce en la prontitud para dar gracias. Por la fe uno toma conciencia de ser “regalón” de Dios, agraciado por dones que no podría merecer. Clarividente, la fe homologa y agradece como regalo aquello que el ojo del mundo cataloga y repudia como agravio: sufrimiento, injusticia, desvalimiento. Pronto deberá María encarar una pregunta de José para la cual Ella no se siente autorizada a dar una respuesta. Pero no cavila ni teme: agradece y canta. Todo es gracia, todo se agradece.

La cuarta A es “Alimentarse”. Abandono, alegría, agradecimiento de María se nutren en su lectura de la Historia y Palabra Santa de su pueblo. El Magnificat se teje con citas de los grandes expertos de la pedagogía, fidelidad y sobreabundancia divinas.

En la pila de la Fe no puede faltar esa A de alimento diario en la Palabra de Dios.

Lo más leído