A la fecha el ministro del Interior, Mario Fernández (DC), no había brillado. Sectores de su propio partido criticaban su escasa influencia y que su aparente cercanía con la presidenta Michelle Bachelet más había perjudicado que ayudado a la colectividad. Hasta ahora, ya que su intervención en las negociaciones que hasta último minuto del miércoles se realizaron, particularmente con los senadores de la Nueva Mayoría, para asegurar la aprobación de la reforma que establece la elección directa de intendentes se convirtió en la gran contribución del “Peta” al falangismo -principal defensor del proyecto- y al gobierno.
No es casual que según la última encuesta Adimark, el titular de Interior marque un 38% de conocimiento. El caso es que no es frecuente verlo en televisión, donde sus pares del equipo político Nicolás Eyzaguirre y Marcelo Díaz tienen reservado un lugar de privilegio.
Pero esta última semana, Fernández asumió su rol de jefe de gabinete en plenitud. Tomó en sus manos la negociación con el oficialismo para dar luz verde a la polémica reforma que la mandataria estaba empeñada en dejar como un logro importante de su gestión.
El eventual rechazo de la iniciativa por un número nada menor de senadores oficialistas tenía en ascuas al Ejecutivo que, en los últimos dos meses, cuando cerraba un flanco se le abría otro, situación que el titular de la Segpres nunca logró controlar. Este era el escenario cuando el miércoles 5 de octubre, el ministro Fernández arribó al Congreso en Valparaíso dispuesto a cumplir su primera misión: enrolar al independiente pro DC Pedro Araya entre los votos a favor.
El Peta no escatimó en nada. Incluso, suscribió públicamente un protocolo de acuerdo con el senador. Pasadas las 13 horas y tras cumplir su primer cometido se dirigía sonriente hacia su próximo objetivo. Con el voto de Araya asegurado y “optimista” del resultado que pudieran tener las gestiones en que estaba embarcado el equipo político en pleno, pese al rotundo fracaso que había significado el día anterior su intento por convencer al timonel de la UDI, senador Hernán Larraín, de apoyar la iniciativa, Fernández siguió encabezando las negociaciones.
Pasadas las 15:30, acompañado por Eyzaguirre y Díaz, llegó hasta la Presidencia del Senado, donde lo esperaba Ricardo Lagos Weber, uno de los senadores del PPD que había sido públicamente crítico a la iniciativa. Y así con todos los senadores díscolos de la NM.
Sin embargo, pasadas las 16:00 horas cuando se inició la Sala, el gobierno no había alineado a sus filas de manera de asegurar el éxito. Ese era sólo el comienzo de una jornada que se extendería hasta cerca de las 03:00 de la madrugada. Y, lo peor, las intervenciones de los senadores oficialistas que estaban en duda no daban cuenta del respaldo que se requería.
Este era el escenario cuando cerca de las 22:00 horas se realizó una reunión de comité que fue la que terminó de ordenar el panorama, luego de que Fernández aceptara una propuesta que asegura que no se podrán elegir los intendentes sin que esté aprobada la Ley de Transferencia de Competencias del nuevo gobernador regional, lo que tranquilizó a los representantes del oficialismo que aún dudaban.
Pasada la medianoche y con 25 votos a favor, entre los que se contaban los independientes y tres de RN, el Ejecutivo finalmente pudo respirar tranquilo. A pesar de sus duras críticas al proyecto, la oposición optó por abstenerse y sólo lo rechazaron los senadores Carlos Montes (PS) y Felipe Harboe (PPD).
Casi una hora antes de la votación, concluida la reunión de comité que destrabó la situación, el “Peta” ponía al tanto del éxito de la gestión a la mandataria.