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La no rendición de ME-O

Pese a que el episodio del jet brasilero golpeó aun más su afectada imagen por el caso SQM, el presidenciable no está dispuesto a rendirse, apostando a que cuenta con respaldo suficiente como para al menos desafiar a la Nueva Mayoría.E

Por: Blanca Arthur | Publicado: Jueves 24 de marzo de 2016 a las 04:00 hrs.
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Cuando con una estrategia bien calculada, Marco Enríquez-Ominami intentaba recuperarse en silencio de los efectos que había tenido para su imagen y credibilidad la vinculación con las platas de SQM, le estalló el episodio del jet brasilero que usó para su campaña.

Pero tal como ha ocurrido con sus intentos por explicar los nexos con la minera, las aclaraciones que ha hecho respecto al polémico avión -en el que además se trasladó con ejecutivos de la empresa OAS, investigada por corrupción- no han resultado lo suficientemente convincentes como para impedir que las situaciones en que aparece comprometido le produzcan un serio daño político.

Es la sensación que se ha instalado en todos los sectores, donde muchos perciben que difícilmente podrá recuperar el posicionamiento que tenía, porque más allá de las explicaciones que pueda dar, su vinculación con casos como éstos derrumban su intento de mostrarse como un líder distinto que no caía en las mismas prácticas de los políticos tradicionales.

Eso no significa que ME-O esté dispuesto a rendirse. Por el contrario, confiado en que a pesar de las dificultades que enfrenta, aún tiene una base de apoyo suficiente, optó por mostrarse desafiante, al confirmar no sólo que competiría en la presidencial de 2017, sino además al anunciar que su partido, el PRO, lo hará en las municipales de fin de año.

Un mensaje que fue entendido de inmediato como una clara provocación a la Nueva Mayoría, luego de que apenas conocido el episodio del jet, sus dirigentes no sólo lo cuestionaran duramente instándolo a dar explicaciones, sino que le cerraran la puerta a cualquier tipo de acuerdo electoral como el que se estaba gestando.

El portazo de la NM

Un fuerte golpe para las aspiraciones de Enríquez-Ominami de acercarse al conglomerado oficialista, fue la condena casi a coro que hubo por parte de sus principales personeros, quienes de inmediato tomaron distancia, rechazando la más mínima posibilidad de entendimiento.

Lo más fuerte para él fue que lo encararon no sólo aquellos que nunca han sido partidarios de un acercamiento, sino que también lo hicieron quienes, al menos hasta ahora, coqueteaban con la idea de un acuerdo, que principalmente eran los representantes de los partidos más chicos como el senador Alejandro Navarro del MAS o el diputado Sergio Aguiló de la IC. Prueba de la ruptura es que el primero llegó a manifestar que si antes había diferencias políticas, después del caso del jet había “desconfianza política”.

Con una postura prácticamente unánime en cuanto a rechazar el accionar de ME-O por parte de quienes podrían haber sido sus potenciales aliados, se disipó la posibilidad de llegar a algún acuerdo como el que estaba informalmente sobre la mesa, que básicamente consistía en que el PRO no presentaría candidatos a alcalde en las comunas en que la Nueva Mayoría corre el riesgo de perder, a cambio de que ésta se restara en aquellas en que el alcalde pertenece al partido de ME-O.

Pero esa suerte de “pacto por omisión”, frente al que algunos en el oficialismo se mostraban partidarios para minimizar el daño electoral que les pudiera hacer el presidenciable corriendo por la libre, habría quedado descartado tras los últimos episodios.

Es que en la dirigencia del conglomerado de gobierno han llegado a la convicción de que, dada su alicaída imagen, es mínimo lo que ME-O puede incordiar con candidatos postulando en paralelo, mientras también apuntan a que es poco o nada lo que les reporta un acercamiento con quien perciben que perdió gran parte de su capital.

En general, en la Nueva Mayoría la sensación es que el presidenciable difícilmente repuntará, para lo cual consideran que es preferible dejarlo que continúe sus andanzas en solitario. Una decisión en la que, además, pesa que tampoco tiene la posibilidad de aliarse con la izquierda que no está en la coalición oficialista, como la que lideran los diputados Giorgio Jackson o Gabriel Boric, con la que había tenido acercamientos, los que también se disiparon como consecuencia del lío en que está por las platas políticas.

El contraataque

Pero aun cuando el escenario no parece propicio para sus propósitos e incluso todas las apuestas indican que su imagen continuará deteriorándose, a Enríquez-Ominami nada lo detiene. Por lo que indican en su entorno, él no desconoce que enfrenta un momento difícil, pero que ello no lo abatirá.

Es que de acuerdo a sus cálculos, contrariamente a la percepción de quienes lo cuestionan, está seguro de que podrá recuperarse del mal momento por el que está pasando, lo que sustenta en que su convicción de que aún mantiene una base electoral, especialmente en segmentos jóvenes que no se identifican con los liderazgos de la coalición oficialista.

Parte de sus expectativas se fundamentan, por ejemplo, en que las encuestas indican que Ricardo Lagos no logra despegar, mientras que él, aun cuando ha caído, mantiene la mejor posición entre los presidenciables de centro-izquierda.

Como su mirada está puesta en rearmarse para la contienda de 2017, es que está jugando a desafiar a la Nueva Mayoría en las municipales, porque piensa que al cerrarse cualquier acuerdo, si el PRO presenta candidatos, podría impedir que el oficialismo retuviera a algunos de los alcaldes de comunas importantes que le arrebató a la derecha en 2012, como Santiago, Providencia, o Recoleta entre otras.

Con su desafío, la intención del líder del PRO ha sido tratar de mostrar fuerza, primero para sondear la posibilidad de que ello pudiera significar un cambio de actitud en el oficialismo, lo que parece imposible luego del rechazo total a lo que calificaron de amenaza, desestimando, de paso, que pudiera hacer daño, como lo sugirió el presidente del PPD, senador Jaime Quintana, al afirmar que en las elecciones se mediría el peso de cada partido.

En ese cuadro, la apuesta de ME-O es buscar los mejores candidatos para las municipales, al partir de la base que si al final se produce el efecto de impedir el triunfo de algunos alcaldes de la Nueva Mayoría, él podría instalarse como un factor que no pueden despreciar para las presidenciales, para las que aún no descarta la idea de poder participar en algún tipo de primarias.

Es el juego político en que está como consecuencia del aislamiento en que ha quedado tras aparecer comprometido en casos complejos, para lo que no escatimará -como lo ha demostrado- en contraatacar a quienes lo confronten con su estilo lapidario.

Un juego audaz, aunque peligroso, pero que está decidido a no abandonar apostando, quizás, a que la política, como la vida, puede ser una lotería.

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