A la espera de un cambio de gabinete a pie forzado, principalmente porque los ministros que aspiren a postular al Congreso tienen el 19 de noviembre como fecha tope para ello, en los partidos de la Nueva Mayoría tienen muy claras sus aspiraciones: terminar la segunda administración de la presidenta Michelle Bachelet mejor de lo que está ahora, tal como ocurrió con su primer gobierno. Para ello, también está claro lo que hay que hacer, dicen, y repiten como un mantra que es necesario centrar los cambios en el equipo político.
Lo cierto es que por estos días el ánimo en la Nueva Mayoría no es el más optimista y el desorden en sus filas ha contribuido a generar una cierta sensación de caos en la opinión pública difícil de revertir, admite un parlamentario oficialista que no comprende cómo la coalición gobernante llegó a lo que se ha visto estas últimas semanas.
Por lo mismo, la sensación de que no hay nada que se pueda hacer para mejorar en los meses que quedan, un tercio del gobierno prácticamente, es generalizada. Y la mayor preocupación es la elección parlamentaria, en la que cada partido quiere jugársela para mantener o aumentar, si fuera posible, su representación. En ese contexto es que algunos insisten en que se haga algo para mejorar la gestión en esta última etapa.
Quienes no apostarían por un cambio muy impactante, argumentan que lo que hay que cambiar es lo mismo que se le viene pidiendo a la Presidenta desde el principio de este mandato y no ven por qué ahora escucharía. Lo que no está tan lejos de la realidad, ya que consultados algunos dirigentes oficialistas, efectivamente, insisten en lo que han venido planteando hace mucho.
Para el timonel del Partido Radical, Ernesto Velasco, el cambio de gabinete que se espera para las próximas horas “debe hacerse cargo de mejorar la gestión, la coordinación, el diálogo en el gobierno y los partidos y de generar un relato que comunique adecuadamente lo que se ha hecho”. “La Presidenta debe definir un diseño que vaya en esa línea”, añade el dirigente radical. Eso, a su juicio, “podría contribuir mucho a mejorar la performance del gobierno”.
Sin embargo, ni Velasco ni ningún otro dirigente se atreve a pautear a la Presidenta, por lo que si bien coincide con muchos de sus pares en que el cambio de gabinete debe pasar también por el equipo político, donde están las mayores falencias, prefiere no personalizar su crítica.
En la misma línea, el vicepresidente de la Democracia Cristiana, diputado Matías Walker, aspira a que “exista un cambio de construcción política en el gabinete”, lo que en buen castellano apunta a que el cambio de gabinete debe pasar especialmente por el equipo político. Cauto, Walker descartó de plano ahondar en relación a quiénes deberían ser los rostros que representen el cambio. Aun cuando su partido viene saliendo de un duro enfrentamiento con el gobierno, en medio del cual algunos de sus compañeros de tienda apuntaron -entre otros- al actual jefe de gabinete de Bachelet, el DC Mario Fernández.
Ese cambio de construcción política en el gabinete es lo que podría “darle un reimpulso a la gestión del gobierno en estos 15 meses que quedan de gobierno”, subraya el dirigente falangista, quien añade que “de hacer los cambios adecuados, este gobierno tiene la oportunidad de terminar bien, como lo hizo en su gobierno anterior”. En todo caso, Walker enfatiza lo que su partido viene pidiendo y espera que desencadene, éste que debería ser el último cambio de gabinete, “un cambio de la conducción política en La Moneda”.
Por su parte, el senador del PPD Felipe Harboe espera que “cualquiera sea la magnitud del cambio, la actitud de los que lleguen o los que se queden sea distinta, de mayor colaboración y complicidad positiva del Parlamento para sacar adelante las principales reformas que quedan. Este país no puede entrar solo en modo elecciones”.
Más allá de las especulaciones lo único seguro hasta ahora es la renuncia de la titular del Trabajo, Ximena Rincón (DC), y la gran incógnita sigue siendo el equipo político y la falta de cuadros para el reemplazo.