Es habitual que la principal fuente de discusión post publicación del IPoM se centre en las perspectivas de crecimiento, inflación y su efecto sobre la TPM. En estas materias, no hubo grandes sorpresas: se corrigió al alza la estimación de PIB (que creemos podría haber sido mayor), con un IPC en línea con lo esperado (cercano a 3,0%) y un sesgo absolutamente neutral en términos de tasas.
Sin embargo, los contenidos del Informe dejaron entrever una muy baja probabilidad de aplicación de medidas extraordinarias y/o poco convencionales, dando una clara señal en cuanto al debate que ha surgido en esta materia.
Señaló que el TCR no presenta un desalineamiento evidente respecto de los fundamentos, en un contexto donde, de acuerdo al IPoM, la apreciación real no ha sido muy distinta a la experimentada en otros países con una posición cíclica similar.
Adicionalmente, se refirió a los costos tanto financieros como de ajuste macro que se generan ante una intervención cambiaria. ¿Qué sugieren estos elementos? En nuestra opinión, que el espacio para una intervención es muy acotado, al menos mientras persistan las actuales condiciones.
Adicionalmente, destacó el rol de la Inversión Extranjera Directa (IED) en el déficit de cuenta corriente, como así también la moderación que experimentarían las importaciones y el aumento de las exportaciones, una vez que dichas inversiones se materialicen en producción.
Es más, un recuadro del IPoM presenta simulaciones donde, luego de un aumento persistente en los términos de intercambio, podría ser esperable un déficit de cuenta corriente (explicado por la mayor inversión, cambio en el precio de largo plazo del cobre, etc). En términos de la demanda interna, enfatiza que el dinamismo del gasto interno resulta atribuible al mercado laboral más que al crédito. ¿Qué se puede concluir?
Principalmente, que no hay evidencia de mayores vulnerabilidades financieras que justifiquen medidas no convencionales (como las macroprudenciales) al menos en el corto plazo.
Pese a ello, creemos que no está todo dicho. La actividad no presenta signos claros de desaceleración, no sólo se opera con brechas cerradas sino que además hay riesgos de sobrecalentamiento y el mercado laboral sigue muy dinámico.
Si a esto agregamos la mejora en las condiciones globales y la ausencia de un ajuste explícito del gasto fiscal, no podemos descartar que se amplíe aún más la brecha entre gasto - producto, que crezca el déficit de cuenta corriente y/o se aprecie aún más el TCR. De esta manera, de seguro el Central tendrá que revisitar estos temas en el próximo IPoM, quizás con un tono algo más restrictivo.