Chile sigue en la parte baja en el ranking global que mide la competitividad de los sistemas tributarios en el mundo, aunque lentamente comienza a salir del fondo.
Así se desprende de los resultados del Índice Internacional de Competitividad Tributaria 2025, elaborado por el centro de pensamiento estadounidense Tax Foundation, en el que el país se ubicó en la posición número 28 entre 38 regímenes impositivos analizados.
Así, Chile tiene un sistema tributario más competitivo que países como Islandia, Bélgica, Irlanda, Reino Unido, Portugal, España, Polonia, Colombia, Italia y Francia (el último del conteo), mientras que está algo por debajo del puntaje de Dinamarca, Corea del Sur, Eslovenia y Finlandia.
Para realizar este trabajo, el think tank con sede en Washington analiza dos factores de los sistemas impositivos: su competitividad y su neutralidad.
En el primer punto, se define como “competitivo” un régimen fiscal con tasas de impuestos marginales bajas que ayuden a incentivar la inversión “en un mundo globalizado donde el capital es altamente móvil”.
Mientras que la metodología del reporte define la neutralidad como un sistema que “simplemente busca recaudar la mayor cantidad de recursos con el menor nivel de distorsiones económicas”. Aquello implica que no haya tratamientos favorables al consumo en desmedro de la inversión, por ejemplo.
Para medir si el sistema impositivo de un país es neutral y competitivo, el ranking analiza más de 40 variables de política tributaria, no solo los niveles de las tasas de impuestos, sino también el cómo los gravámenes están estructurados. El índice mira la tasa corporativa, los impuestos a los ingresos individuales, los gravámenes al consumo, los tributos a la propiedad y el tratamiento fiscal a las utilidades generadas en el extranjero.
Fortalezas y debilidades
Hay dos aspectos en lo que el sistema impositivo chileno destaca, pero por su complejidad: su alta tasa de impuesto corporativo, de 27%, que lo ubica en el puesto 32 de 38 países analizados; y sus reglas para gravar las utilidades generadas en el extranjero, donde Chile está en el último lugar del conteo.
Por el lado positivo, el esquema impositivo del país está en el top 10 en cuanto a los impuestos personales y en la plaza 11 en lo relativo a los tributos a la propiedad.
El informe profundiza en estas dinámicas, recalcando que algunas fortalezas del sistema tributario del país son que tiene una base tributaria relativamente amplia para el impuesto al consumo, gravando el 67% del consumo final y sin umbrales para la aplicación del IVA; que el país tiene la tercera tasa más baja para gravar los salarios en la OCDE, con un 7,2%, lo que contrasta con la media de 34,9% para ese grupo de naciones; y que el sistema chileno no aplica tributos a la riqueza, ni a la transferencia de propiedades ni a las transacciones financieras.
¿Y las debilidades? Chile opera un sistema "poco competitivo" de tributación transfronteriza, combinando un sistema global con un esquema acotado de apenas 37 tratados internacionales, lo que se conjuga con la tasa de retención para dividendos e intereses más alta entre los países de la muestra, con un 35%; que las tasas para las ganancias de capital se sitúan en un 40%, muy por sobre el promedio de la OCDE de 20%; y que las compañías chilenas enfrentan las peores provisiones para recuperar el capital luego de una depreciación completa.
Por el decimosegundo año en hilera, Estonia tiene el sistema tributario más competitivo del mundo, según Tax Foundation, lo que deriva de altos puntajes en su régimen de aplicación del impuesto a la propiedad, al igual que el impuesto corporativo y a las rentas personales.
El podio lo cierran Letonia y Nueva Zelanda.