Por Rodolfo Carrasco Miranda
En medio de la cumbre parlamentaria Eurolat, Camilo Escalona (PS) recibió a DF para analizar la coyuntura política y los desafíos en materia económica que enfrenta el país. Por estos días, Escalona está ordenando su oficina en Santiago, dado que el 20 de marzo tendrá que abandonar la presidencia del Senado para ceder su lugar a Jorge Pizarro (DC), según el acuerdo que firmó la Concertación para compartir la testera de la Cámara Alta.
- ¿Qué evaluación tiene del
desempeño económico de la administración Piñera?
- Nuestro país ha soportado muy bien la crisis económica que se desató el 2008 y los efectos más delicados y difíciles se vivieron el año 2009, lo que obligó a tener un aumento del gasto fiscal muy fuerte para mantener, sobre todo, la liquidez del sector bancario y soportar la caída tremenda que hubo el primer semestre de la recaudación. Si no hubiésemos tenido una política de responsabilidad fiscal -que nos permitió ahorrar los excedentes del cobre- el país se hubiese desbarrancado. Esto es la base que ha permitido ahora una expansión del crecimiento significativa, lo que en todo caso no es reconocido por el gobierno.
- ¿Por qué?
- El gobierno tiene un discurso como si el funcionamiento de la economía hubiese comenzado el 12 de marzo de 2010, al día siguiente de su instalación en La Moneda. Me parece una actitud francamente infantil de parte del gobierno y de un discurso triunfalista que tal vez se asocie con su deseo de inyectar energía a la candidatura que los va a representar en noviembre próximo. Sobre el empleo, creo que hay que ser cuidadoso porque este se basa en el trabajo precario. Nosotros no estamos en una situación como para pecar de autocomplacencia en este ámbito. Nuestro salario mínimo es más bajo que otros países latinoamericanos que nosotros miramos con displicencia y para la OCDE somos uno de los países más desiguales.
-¿Pero se mantiene alto el crecimiento?
- Me parece bien que se haya logrado mantener el crecimiento, pero para mí son de gran envergadura las tareas económico-sociales que están planteadas. Entre otras cosas tenemos que lograr estabilizar nuestro balance estructural. La administración Piñera va a completar cuatro años de déficit estructural. Estamos gastando más de US$ 2.500 millones anuales más que nuestros ingresos permanentes y eso no es para la autocomplacencia.
- ¿Y hasta qué punto influye la gestión del ministro de Hacienda?
- Mucho de lo que tenemos viene de las políticas anteriores. La política de responsabilidad fiscal es una herencia de nuestros gobiernos y la administración Piñera-Larraín perforó la política fiscal. Hemos tenido déficit estructural porque ya son 4 años en que los presupuestos se cubren recurriendo al endeudamiento y nuestros ingresos permanentes son menores que los gastos que estamos teniendo y una reforma a gran escala no ha ocurrido. Me parece a mí que eso se debe a que si la administración actual hubiese emprendido una reforma estructural, hubiese sido para liberalizar más la economía
- ¿Qué le parecen las críticas de Jovino Novoa al gobierno?
- El senador Novoa expresa muy nítidamente la idea que la derecha como gobierno tenía como tarea, disminuir aún más el Estado, y resulta evidente que este gobierno, en afán de popularidad, aumentó el gasto porque tenía que buscar más recursos. Lo que consiguió fueron recursos muy limitados, es decir, bastante lejanos de alcanzar la envergadura de los compromisos que este mismo gobierno tomó.
- Usted señaló que quedó pendiente una verdadera reforma tributaria para la siguiente administración…
- Nosotros tenemos que evaluar, intercambiar opiniones y acercarnos a una propuesta que pueda aumentar los ingresos y eso claro que significará una propuesta de reforma tributaria. A mí no me corresponde insinuar de cuánto pero si seguimos por el camino de gastar más de lo que recibimos se está exponiendo al país a una situación muy delicada. Así es que no podemos seguir por este camino de relajo en la responsabilidad fiscal.
- ¿El país está en condiciones de soportar un cambio tributario?
- Sí, los sectores de más altos ingresos saben que se necesita una mayor contribución y que nadie quiere hacer una propuesta aventurera. Así es que espero que esto tenga una adecuada solución.
- ¿El acento en el cambio impositivo debe estar en la desigualdad?
- Lógico, tiene un propósito de redistribución y, por lo tanto, se vincula a la esencia de una propuesta que enfrenta la desigualdad, pero en el corto plazo tiene un sentido muy concreto: no se puede seguir teniendo un presupuesto nacional sin que los gastos estén debidamente cubiertos y, por lo tanto, el Estado tiene que tener los ingresos necesarios.
- ¿Es posible llegar a un programa común considerando las distintas visiones con la DC o el PC?
- Yo creo que en las cuestiones de programa hay experiencia para llegar a acuerdos. Lo que me inquieta es que se ha ido generando un descontrol inflacionario que se refiere a la solicitud de cupos de candidaturas parlamentarias. Ese espectáculo me inquieta.
- ¿Es posible separar el programa de las elecciones parlamentarias?
- Hubiese sido lo óptimo, pero lamentablemente no ocurrió así.
- ¿Se debe mantener la primaria presidencial considerando la ventaja de Bachelet sobre los otros candidatos?
- Mientras haya más de una opción, el mecanismo son las primarias.
- ¿Legitima más la primaria a quien sea el candidato?
- Sobre eso no hay nada escrito porque esta es la primera experiencia. En una primera etapa se fortalecerá la legitimidad de las candidaturas.
- ¿Qué opina de esta ventaja de Bachelet sobre los candidatos de la Alianza?
- Las candidaturas rivales enfrentan un serio problema de reducción de su convocatoria en el marco de una derecha seriamente conflictuada. Hay una etapa de enervamiento en el seno de la derecha. Si no hay sorpresas, no veo que sus candidaturas vayan a resolver ese conflicto.
- ¿Cómo se evita que la gran expectativa del regreso de Bachelet no sufra el mismo desencanto que, por ejemplo, afecta hoy a la actual administración?
- La ex presidenta Bachelet, si toma la decisión de aceptar el desafío presidencial, no va a caer en prometer cosas que no va a cumplir, como presidenta cuidó rigurosamente del valor de su palabra y es ese uno de los aspectos por los cuales la opinión pública la valora y considera, por tanto, no tendría que haber un desborde de expectativas, porque estoy convencido que el discurso político que elaborará un liderazgo encabezado por Bachelet no será demagógico, sino que se propondrá hacer lo que efectivamente estemos en condiciones de hacer, entendiendo que no se puede marcar el paso, sino que será un gobierno que tendrá que tomar la iniciativa desde el primer día, pero sin proponerse un salto al vacío.
- ¿Hasta qué punto será necesario tener una mayoría en el parlamento para impulsar esos cambios?
- Lo más deseable sería tener mayoría en ambas cámaras, pero esa es una batalla política que está por darse. A veces las personas deciden apoyar una opción presidencial y votar por candidaturas que no la van a seguir en su programa. Puede haber razones de que la gente no quiere entregar todo el poder político a una sola coalición, por lo tanto, podemos enfrentar un cuadro bien delicado, de una ex presidenta Bachelet con un gran respaldo pero con grupos de derecha fuertes en el Congreso.
- ¿Cómo se enfrenta eso?
- Nuestro programa presidencial no puede prometer lo que no va a cumplir, porque esa práctica acentúa el desencanto y la gente percibe con nitidez cuando le meten el dedo en la boca, así que no soy de los partidarios de desatar una inflación de promesas, porque después esas no se sostienen.