Hace algunos años, Sir Mervyn King, ex gobernador del Banco de Inglaterra, señaló que una de las características de un Banco Central exitoso era ser “aburridos”. Sus comunicaciones y acciones no sólo debían ser competentes, sino también sobrias, transparentes y predecibles.
El IPoM que publicó ayer el Banco Central cumplió con el estándar de King. Las nuevas proyecciones de crecimiento, inflación y tasas apenas variaron respecto de la versión anterior, y no se apartaron de las expectativas de los economistas.
El Banco rebajó levemente el techo de su rango para el crecimiento de este año (1-1,75%), pero subió la proyección del próximo (2,5-3,5%). El repunte esperado de la economía, de la mano del mejor escenario externo, menores tasas de interés y, eventualmente, mayor confianza, sólo comenzará a verse hacia fines de año.
Por el momento, se mantiene el suspenso, porque, después de todo, durante los últimos tres años, el IPoM (y el mercado) casi siempre ha proyectado que ya viene la recuperación del crecimiento y ésta todavía no llega.
Para la inflación, el Banco prevé que las medidas total y subyacente estarán en la mitad inferior del rango de tolerancia durante los próximos dos años, reflejando las holguras acumuladas en la economía y un tipo de cambio real estable. Sólo hacia fines del horizonte de proyección, la inflación subyacente subirá hacia 3%.
Finalmente, el Consejo confirmó que no espera mover la tasa de interés por un tiempo largo, aunque, como siempre, irá ajustando su plan a los datos. Para justificar por qué el actual nivel de la tasa (2,5% nominal y -0,5% real) es adecuado, el Banco señaló que es muy inferior a la tasa neutral (estimada entre 4 y 4,5%) y remató subrayando que, en términos nominales y reales, la tasa en Chile es “por lejos la más baja de la región” (Brasil, México, Colombia y Perú). Esto es cierto, pero también lo es que, en el contexto global, no es una política monetaria súper-expansiva.
Una comparación alternativa de la tasa monetaria es con las economías pequeñas, abiertas y exportadoras de materias primas de la OCDE (Australia, Canadá, Nueva Zelanda y Noruega). El crecimiento promedio del PIB nominal de este grupo, aproximado por la suma de crecimiento real e inflación, es superior al esperado para Chile en 2017 (4,4% vs 4,0% anual) y, en los últimos doce meses, es bastante superior al de Chile (4,3 vs 2,8% anual). Sin embargo, los bancos centrales de estos países llevan un tiempo con tasas de interés menores que Chile (en promedio, 1,1% nominal y -1% real).
Quizá por eso, sus tipos de cambio reales también están más depreciados que el peso (en promedio, 4% más respecto del período 2010-13).
Es cierto que, a partir de 2018, las proyecciones de crecimiento nominal para Chile son mayores que las del grupo de la OCDE, pero aún no llegamos ahí. Por el momento, es mejor mantener la mente abierta y ver cómo responde la economía chilena a la dosis de política monetaria, porque ésta en ningún caso es excesiva.