El auge del Tea Party ofrece una visión sobre la nueva derecha de Estados Unidos

Muchas de las críticas del Tea Party contra Barack Obama se le pueden hacer también a Bush.

Por: | Publicado: Lunes 15 de noviembre de 2010 a las 05:00 hrs.
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Christopher Caldwell



La reaparición de George W. Bush la semana pasada para promover su nueva autobiografía tras una prolongada reclusión, atacó al Tea Party, el grupo radical de derecha. "Yo también conocí un movimiento Tea Party en 1992", dijo el ex presidente al conductor de radio Rush Limbaugh, "así que esto no es nada nuevo para mi". Bush estaba evocando al millonario Ross Perot, cuya campaña presidencial agrupó a un quinto del país en torno a dos convicciones: que el aumento del déficit bajo el gobierno de Bush padre era una amenaza y que Bush senior era un snob conspirando para enviar empleos estadounidenses al extranjero. Si así es como Bush ve a los partidarios del Tea Party ya no hay espacio en el Partido Republicano para ambos.

Las perspectivas a largo plazo del Tea Party dependen de si la opinión pública lo asocia con un resurgimiento del sector de Bush o un rechazo a su legado. Los conservadores están resurgiendo en la derecha de EE.UU. Una encuesta de Gallup de octubre encontró que los conservadores superaban a los liberales por 3 a 1. Pero, incluso después de las victorias de mitad de período, el bando de los republicanos sigue siendo una marca mestiza. Dos tercios del público cree que la administración Bush es culpable en parte de la crisis económica.

Muchas de las críticas del Tea Party contra Barack Obama se le pueden hacer también a Bush. Obama aprobó el estímulo, pero Bush le dio al país el Programa de Alivios de Activos Complicados (TARF). Obama trajo la reforma de salud, pero Bush pavimentó el camino agregando los beneficios de recetas médicas al programa Medicare. Entonces, ¿dónde queda el Tea Party?



Multiculturalismo religioso

El historiador de Vanderbilt, Gary Gerstle ofrece una explicación que apunta al multiculturalismo. Bush ganó las elecciones de gobernador de Texas arrebatándole la mitad de los hispanos y un cuarto de lo negros a los Demócratas. Decidió apelar a los electores de las minorías a través de la religión más que la raza, lo que Gerstle llama "multiculturalismo religioso".

Su inclinación hacia la diversidad parece haber sido sincera. De hecho, uno de los puntos más extraños en las últimas memorias de Bush es su sobrerreacción cuando el rapero Kanye West lo acusó de no preocuparse de los negros afectados por el huracán Katrina. "Le dije a mi esposa que ese fue el peor momento de mi presidencia y lo sigo pensando".

Algunas veces la diversidad sale gratis, como cuando nominó a Colin Powell como el primer secretario de Estado negro. Pero otras no. Sus "iniciativas con foco religioso" no eran un derroche de teocracia, pero sí canalizaron una gran cantidad de fondos federales para programas de bienestar y abuso de drogas.

Bush aspiraba a lograr una zona de libre comercio y migración para las Américas, profundizando el Acuerdo de Libre Comercio de Norteamérica (NAFTA), de modo que el bloque fuera más parecido a la Unión Europea. El agresivo rechazo de los conservadores a su reforma de inmigración de 2007 -que recuerda a las ideas de Obama- fue la señal más clara de que estaba perdiendo el favor de su propio partido.

Si Gerstle está en lo cierto, entonces aquí hay un irónico paralelismo. Obama está sufriendo porque no entendió que el electorado es tierra estéril para cultivar la social democracia. Bush ayudó a crear al Tea Party porque no entendió que la Democracia Cristiana es un fenómeno esencialmente extranjero.

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