El Papa habla de “mares embravecidos” en emotivo adiós
Ante más de 150.000 fieles en la plaza de San Pedro, Benedicto XVI pidió orar por los cardenales y por el prelado que elegirán para sucederlo.
Por: | Publicado: Jueves 28 de febrero de 2013 a las 05:00 hrs.
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El papa Benedicto XVI tuvo ayer una emotiva despedida en su última audiencia general en el Vaticano, en la que admitió que hubo “mares embravecidos” que marcaron su pontificado, “cuando parecía que el Señor estaba durmiendo”.
En una inusual muestra de efusividad en público para un hombre sumamente reservado, el líder de los católicos aludió a los momentos más complicados de su papado. “Gracias, estoy muy conmovido”, dijo Benedicto XVI ante una multitud de más de 150.000 personas congregadas en la plaza de San Pedro, un día antes de convertirse en el primer Papa en renunciar en 600 años.
Afirmó que tenía mucha confianza en el futuro de la Iglesia católica, que su decisión de renunciar fue tomada pensando en el bien de la institución y pidió a los fieles que recen por los cardenales que elegirán a su sucesor y por el prelado que elegirán para sucederlo.
“Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España y de los países latinoamericanos, que hoy han querido acompañarme. Os suplico que os acordéis de mí en vuestra oración y que sigáis pidiendo por los señores cardenales, llamados a la delicada tarea de elegir a un nuevo Sucesor en la Cátedra del apóstol Pedro”, dijo en español.
El Vaticano dijo que el discurso, interrumpido varias veces por los aplausos y gritos de “Benedicto, Benedicto”, fue el último emitido por el pontífice, que desde hoy por la noche tendrá el título de Papa emérito.
“Hubo momentos de alegría y luz, pero también momentos que no fueron fáciles (...) Hubo momentos, tal como se han sucedido en la historia de la Iglesia, en que los mares estuvieron embravecidos y el viento sopló en contra, cuando pareció que el Señor estaba durmiendo”, manifestó.
Cuando concluyó su discurso, el público, entre los que se encontraban muchos cardenales con mitras rojas, se puso de pie para aplaudir. “Di este paso en completa conciencia de su gravedad y rareza, pero también con profunda serenidad”, dijo Benedicto XVI.
Amar a la Iglesia significó “tener el coraje de tomar elecciones difíciles y angustiosas, siempre teniendo en mente el bien de la Iglesia y no el de uno mismo”, sostuvo. Afirmó que que no estaba “bajando de la cruz” pese a renunciar a su puesto, sino que permanecerá al servicio de la Iglesia a través de la oración. Benedicto XVI se trasladará hoy a la residencia papal de verano al sur de Roma y su “anillo del pescador” será destruido. (Reuters)
En una inusual muestra de efusividad en público para un hombre sumamente reservado, el líder de los católicos aludió a los momentos más complicados de su papado. “Gracias, estoy muy conmovido”, dijo Benedicto XVI ante una multitud de más de 150.000 personas congregadas en la plaza de San Pedro, un día antes de convertirse en el primer Papa en renunciar en 600 años.
Afirmó que tenía mucha confianza en el futuro de la Iglesia católica, que su decisión de renunciar fue tomada pensando en el bien de la institución y pidió a los fieles que recen por los cardenales que elegirán a su sucesor y por el prelado que elegirán para sucederlo.
“Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España y de los países latinoamericanos, que hoy han querido acompañarme. Os suplico que os acordéis de mí en vuestra oración y que sigáis pidiendo por los señores cardenales, llamados a la delicada tarea de elegir a un nuevo Sucesor en la Cátedra del apóstol Pedro”, dijo en español.
El Vaticano dijo que el discurso, interrumpido varias veces por los aplausos y gritos de “Benedicto, Benedicto”, fue el último emitido por el pontífice, que desde hoy por la noche tendrá el título de Papa emérito.
“Hubo momentos de alegría y luz, pero también momentos que no fueron fáciles (...) Hubo momentos, tal como se han sucedido en la historia de la Iglesia, en que los mares estuvieron embravecidos y el viento sopló en contra, cuando pareció que el Señor estaba durmiendo”, manifestó.
Cuando concluyó su discurso, el público, entre los que se encontraban muchos cardenales con mitras rojas, se puso de pie para aplaudir. “Di este paso en completa conciencia de su gravedad y rareza, pero también con profunda serenidad”, dijo Benedicto XVI.
Amar a la Iglesia significó “tener el coraje de tomar elecciones difíciles y angustiosas, siempre teniendo en mente el bien de la Iglesia y no el de uno mismo”, sostuvo. Afirmó que que no estaba “bajando de la cruz” pese a renunciar a su puesto, sino que permanecerá al servicio de la Iglesia a través de la oración. Benedicto XVI se trasladará hoy a la residencia papal de verano al sur de Roma y su “anillo del pescador” será destruido. (Reuters)