José Guilisasti es recordado por sus más cercanos como un hombre que concentró todas sus energías en lo que más amaba: el campo.
Josefina, su hermana artista, a poco de conmemorar el primer año de su muerte, recuerda que desde niño José se diferenciaba porque siempre estuvo vinculado con la tierra.
“Era un personaje muy de fuera de la ciudad, muy sensible, tremendamente apasionado, muy comprometido… tenía una vida muy coherente desde chiquitito y estudió agronomía, lo que le era más natural, a lo que su pasión lo llevó, una persona muy tranquila, muy quitado de bulla”, dice.
Su sobrino y actual subgerente de marketing de la viña, Alejandro, Nano, hijo de Isabel, su hermana más amiga -pese a que todos lo eran-, se acuerda de su tío como alguien poco convencional, que rompía siempre con los esquemas y con lo tradicional.
Por eso hoy, cuando Josefina y Nano piensan en él, piensan también en Emiliana, el proyecto que refleja de modo más fiel los ideales de José. Se sienten orgullosos y felices de poder proteger ese legado y la energía del Guilisasti visionario.
Los roles que han tomado para cuidar a Emiliana están en el corazón de la viña. Josefina forma parte del directorio desde abril de este año, algo que, dice, sin la obra de su hermano hubiera sido imposible.
“Siento que puedo ser un aporte, lo encuentro interesante, solo cabe en Emiliana la visión de una artista en un directorio y parece que es un lugar donde no hay muchas mujeres”. Ahí también están sus hermanos Rafael e Isabel y otros cercanos.
Pero su mensaje también traspasó a los trabajadores en los campos, quienes lo sentían como el amigo, un papá, un líder, dice Nano.
“En Emiliana (los trabajadores) se sentían a salvo, porque sabían que no estaban expuestos a peligros, a químicos, y obviamente que si se sienten así van a ser felices y trabajar mejor. Eso tiene relación con la biodinámica, si tienen buena energía la proyectan, es como un círculo”.
El memorial
Pero hay un espacio físico, más allá de los campos y las parras, donde Guilisasti perdura. Josefina y la artista Marcela Correa, construyeron un memorial donde depositaron las cenizas de José y se utilizaron diferentes elementos relacionados con la biodinámica.
Josefina explica que intentaron rescatar la energía positiva. “Hay 57 piedras, agua, unas fuentes biodinámicas que arman oxígeno en el agua, toda una relación en la agricultura, una vuelta más energética, totalmente para hacerlo perdurar”, dice.
Alejandro explica que el tema del memorial es muy importante porque representa el paso de su tío por la tierra, que no fue desapercibido.
“Yo siempre me he preguntado qué hay que hacer en la vida para que te hagan un memorial cuando te mueras y que la gente vaya ahí y te recuerde, que les signifique algo. Al final es un mensaje, el paso de esa persona no fue algo tan simple, no fue uno más”, reflexiona.
Ese punto es visitado periódicamente por la familia y también por los más cercanos a José, porque han querido darle un matiz más íntimo.
Al pensar en él hoy, pesa un poco que no pueda ver los buenos resultados que está consiguiendo Emiliana, como ser la viña de producción orgánica más grande del mundo o que a diferencia de hace 5 años, donde no vendían la producción completa de sus campos, hoy requieran de productores externos para abastecer la demanda.
José armó su mundo feliz en Emiliana, dicen que era capaz de levantarse a las 5 de la mañana, manejar 7 horas hasta uno de los campos y volver el mismo día a Santiago si es que era necesario.
“Era un hombre que llevaba una hipersensibilidad adentro muy fuerte, obvio, esos son los personajes que arman cambios, pero esa sensibilidad es muy difícil vivirla todo el tiempo. José movió una montaña enorme que lo debe haber agotado, porque fue como tratar de armar este mundo…”, reflexiona Josefina. No hay tristeza en sus recuerdos, hoy están comprometidos con el legado de Emiliana.
Cristián Rodríguez: "Se ha ido consolidando el modelo de negocios"
Cristián Rodríguez está a pocas semanas de cumplir un año como gerente general de Emiliana. En medio de un periodo de bonanza para la industria, mira con optimismo el futuro de la que califica como la viña orgánica más grande del mundo y adelanta los nuevos proyectos que están trabajando.
-¿Cuál es su visión de la compañía hoy?
-Se ha ido consolidando el modelo de negocios durante los últimos años, logrando crecer y alcanzar los objetivos que nos hemos propuesto y consolidando a Emiliana como la viña de mayor volumen de venta en Chile de vinos orgánicos y rentable.
-¿Cómo ha afectado el tipo de cambio en los diferentes mercados donde están presentes?
-El dólar se ha fortalecido bastante, lo que viene a ser bueno para nosotros que exportamos, pero sin duda es un problema muy grande para el importador que posee monedas diferentes y que se han devaluado de manera importante. Este es el caso de Brasil y Colombia por ejemplo. Al final pasa a ser una preocupación mutua que las ventas no bajen.
-¿Cuáles son los principales proyectos en los que están trabajando?
-Este año será muy bueno en cuanto a utilidades y esperamos que a futuro podamos consolidar estos resultados de manera estable. Los principales proyectos en que estamos trabajando son la construcción de una planta embotelladora en la zona del Maipo, junto a Industria Corchera y Cristalerías Chile, la compra de un nuevo campo en Casablanca, que nos permitirá ser más fuertes en nuestra oferta de vinos blancos orgánicos, un plan de replante de más de 100 hectáreas en tres años para ir renovando viñas viejas y el lanzamiento de nuestro primer espumante orgánico certificado.