Multinacionales

Nuevas tecnologías están revolucionando también el negocio agrícola para un mundo donde crece la demanda por alimentos

Firmas dedicadas al desarrollo tecnológico del sector recaudaron US$ 4.600 millones en 2015, 100% más que el año anterior.

Por: | Publicado: Lunes 20 de junio de 2016 a las 04:00 hrs.
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El rendimiento de los cultivos se ha mantenido relativamente plano, aun cuando la demanda ha venido en aumento como consecuencia del crecimiento de la población y el alza de la clase media en países en desarrollo como China.

Por ello, viendo la tecnología como una oportunidad de crecimiento, la inversión en el sector se ha desplazado hacia la agricultura digital. Según AgFunder, una plataforma de inversión en línea, startups de tecnología de alimentación y agricultura recibieron US$ 4.600 millones en 2015 –a través de 526 rondas de financiación–, comparado con los US$ 2.360 millones de 2014.

La compañía química alemana Bayer aseguró que el crecimiento de la agricultura digitalmente asistida fue clave para su oferta de US$ 62.000 millones por Monsanto, que se ha convertido en un proveedor líder para los productores. El director ejecutivo de la firma, Werner Baumann, dijo que Monsanto está “al frente de la agricultura digital”. Adquirir la empresa contribuiría a lograr la meta de Bayer de identificar y proporcionar las semillas más adecuadas, los fertilizantes y productos químicos para granjas de todo el mundo.

La inversión de Monsanto en agricultura digital despegó en 2013, cuando destinó casi US$ 1.000 millones por Climate, la corporación basada en San Francisco, California. De hecho, dicha operación marcó un antes y un después en la actividad de inversión en el sector, tras registrar un alza de 75% ese año, frente al anterior, hasta US$ 900 millones.

Fundada por los ex ingenieros de Google, David Friedberg y Siraj Khaliq, Climate desarrolló un algoritmo que ayuda a predecir cómo el clima afecta a la producción de cultivos. Ahora el software ofrece a los agricultores recomendaciones sobre qué plantar y dónde hacerlo.

“Están muy entusiasmados con la nueva tecnología si realmente se les muestra que hay un cierto valor y que no es sólo un artilugio”, dijo Khalig.

Más inversiones

Monsanto invirtió en Blue River Technology, una firma de California que utiliza la tecnología de visión computarizada en cultivos con maleza. También respaldó HydroBio, que produce herramientas que monitorean el uso de agua, y a VitalFields, un fabricante de software de gestión de granjas.

En tanto, Planet Labs, cuya tecnología de monitoreo satelital hace seguimiento a los cambios en los cultivos y los suelos, recaudó US$ 120 millones el año pasado, y la compañía de datos Farmers Business Network percibió US$ 15 millones de inversionistas incluyendo a Alphabet, matriz de Google.

Otras grandes empresas de agricultura también están buscando añadir tecnología a su línea de productos. El fabricante de tractores John Deere ofrece la conducción autónoma y herramientas para hacerle seguimiento en tiempo real al uso de semillas, fertilizantes y productos químicos. DuPont, que se está fusionando con Dow Chemical, está expandiendo Encirca, su unidad de software de gestión de granjas. Y Syngenta, que Monsanto intentó adquirir a principios de año pero aceptó ser comprada por ChemChina, ha hecho varias adquisiciones de agricultura digital.

Eficiencia en EEUU

La adopción de la tecnología ha sido más rápida en el centro de EEUU, donde las granjas industriales dan mucha importancia a la eficiencia. En Illinois, el agricultor rural Dale Hadden, ha ido recabando datos para mejorar el rendimiento de las semillas de soya, maíz y trigo que cultiva en sus casi 5.000 hectáreas.

“Podemos tomar nuestros datos, ingresar a los terrenos con un iPad o iPhone, señalar exactamente dónde estamos ubicados, y ver la tasa de plantación, el nivel del nitrógeno y determinar lo que deberíamos estar haciendo en cada parcela”, explica.

Aún es muy temprano para determinar el verdadero impacto de la agricultura digital. Muchos productores, particularmente fuera de EEUU, han adoptado la postura de “esperar para ver”, para decidir si la adopción de herramientas digitales pueden mejorar sus resultados. Los programas pueden costar miles de dólares al año.

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