Tres de las economías más grandes de Latinoamérica enfrentan un año clave, con elecciones presidenciales que podrían marcar un giro en su conducción política y económica. Como si ese escenario no fuera suficiente, están enfrentando una serie de desafíos que han captado la atención de las agencias calificadoras.
Uno de los mayores desafíos del presidente brasileño Michel Temer es poner en orden las cuentas de la mayor economía de la región. Sin embargo, su decisión de abandonar la reforma al sistema de seguridad social -una pieza clave en sus esfuerzos de reforma fiscal- desató la preocupación de las calificadoras.
El congelamiento de la reforma fue un daño colateral de su anuncio de una intervención militar en Río de Janeiro en respuesta a una creciente ola de violencia, ya que las enmiendas constitucionales se bloquean durante la intervención federal de un estado.
En un esfuerzo por tranquilizar a los inversionistas, el gabinete de Temer anunció el lunes planes para acelerar otras quince iniciativas, que van desde incentivos fiscales hasta la privatización de la mayor empresa de servicios públicos del país y el fortalecimiento de la autonomía del banco central.
Sin embargo, el viernes Fitch Ratings anunció la rebaja de calificación de Brasil, hundiéndola aún más en territorio especulativo, o basura, porque la postergación de la reforma socava las finanzas públicas. La rebaja a “BB-” desde “BB”, con panorama estable, iguala la decisión que Standard & Poor’s había tomado en enero.
Según la agencia, “la ocurrencia de la elección presidencial y legislativa en octubre significa que la reforma de pensiones sólo ocurrirá después de las elecciones y deja incertidumbres sobre si la próxima administración será capaz de conseguir la aprobación en el tiempo necesario”.
Según Fitch, el déficit fiscal llegó a un 8% del Producto Interno Bruto en 2017, lo que está por encima del promedio de 3% de los países de la misma nota soberana de Brasil. La deuda general, en tanto, llegó a 74% del PIB el año pasado, significativamente por encima del promedio de 45% de los países del con rating “BB”.
La próxima en tomar una decisión sería Moody’s. “Aunque ya esperábamos que una reforma amplia fuera improbable, abandonar los planes para aprobar la propuesta es negativo para el perfil crediticio del país, ya que restringirá fuertemente la capacidad de autoridad de cumplir con el techo de gastos del gobierno en los próximos años”, aseguró la firma.
Deterioro en Colombia
Un crecimiento más débil de lo esperado el año pasado en Colombia, de un 1,8%, además de la expectativa de un menor ritmo de consolidación fiscal y un debilitamiento de las métricas públicas del país, llevaron a Moody’s a bajar la semana pasada la perspectiva de la calificación de estable a negativa.
Pero la decisión también se basó en “el riesgo de que el próximo gobierno tenga un mandato débil que le impida adoptar medidas fiscales adicionales para preservar la fortaleza fiscal de Colombia”.
Aun cuando la firma espera que se produzca una continuidad de las políticas que ha implementado el presidente Juan Manuel Santos tras los comicios presidenciales de mayo, la polarización política podría limitar la capacidad del nuevo gobierno para implementar reformas fiscales.
Moody’s podría bajar la calificación del país (de Baa2, un escalón por encima del grado de inversión) si su expansión se mantiene por debajo del potencial y si el nuevo gobierno no presenta un plan realista para la consolidación fiscal a mediano plazo.
El déficit fiscal se ubicó en 3,6% del PIB el año pasado, por encima de la meta establecida por el gobierno de 3,1% del PIB.
Riesgos para México
La incertidumbre en torno al futuro del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (Nafta, su sigla en inglés) está nublando el perfil crediticio de México.
Según Moody’s, si Estados Unidos se retira unilateralmente del acuerdo provocaría una recesión en México, lo que tendría consecuencias perjudiciales para la calificación del país, de A3 con perspectiva negativa.
“Bajo este escenario, la elevada dependencia comercial que tiene México con EEUU sería la principal vulnerabilidad y la introducción de fuertes barreras comerciales podría provocar una recesión que tendría diferentes efectos para los distintos sectores en México”, señaló la agencia en un informe divulgado la semana pasada.
Ayer se inició en México la séptima ronda de conversaciones para modernizar el tratado, y aún hay varios puntos clave en disputa.
La renegociación llega en momentos en que la economía experimenta una marcada desaceleración. México creció 2% el año pasado, tras haberse expandido 2,9% en 2016 y 3,3% en 2015.
A eso se suma la incertidumbre por el resultado de las elecciones presidenciales de julio y la posibilidad de que el nuevo mandatario no siga los lineamientos económicos de la administración de Enrique Peña Nieto.