No es casualidad que Río de Janeiro, la segunda mayor prefectura de Brasil, con una población de más de 12 millones de personas, tenga como alcalde a un pastor evangélico que pasó varios años misionando en África y que luego se convirtió en senador de su país. Marcelo Crivella, quien se quedó con la alcaldía en octubre, es el símbolo más visible de un bloque político emergente, de fuerte carácter religioso y visiones de derecha.
Lo llaman “el bloque bíblico” y cuenta con 199 de los 513 escaños en la cámara de diputados, y entre sus filas se cuentan personas cercanas al gobierno. Uno de ellos era Eduardo Cunha, quien durante su período como presidente de la cámara impulsó el impeachment contra la ex presidenta Dilma Rousseff.
El gobierno de Michel Temer, que ellos mismos ayudaron a poner en el Palacio de Planalto, debate hoy su apoyo a una idea que el bloque bíblico rechaza con fuerza: la legalización de los juegos de azar, incluyendo casinos, bingos y apuestas por internet, estrictamente prohibidos por más de 70 años.
La idea ha logrado romper la unidad de la coalición oficialista, que se debate entre hacer caso a las empresas extranjeras y nacionales interesadas en el negocio o a las iglesias y religiones que se oponen a él. Más de dos tercios de los diputados ya han firmado una declaración de rechazo a la iniciativa.
“A mí me preocupa la adicción que generan los juegos de azar y el riesgo de que destruya las familias”, dijo a Bloomberg otro legislador y pastor evangélico, Roberto de Lucena. “Las ganancias son privadas, pero el costo es social”.
Pero los beneficios del negocio no serían sólo privados. El gobierno, que enfrenta gastos crecientes y contracción en los ingresos, podría acceder a impuestos por unos 59.000 millones de reales (US$ 17.300 millones) anuales, lo que lo ayudaría a paliar el déficit fiscal.
“Este proyecto traería beneficios a toda la sociedad”, dijo en una entrevista citada por Bloomberg el senador Ciro Nogueira, autor de la iniciativa legal. “No hay otra opción, porque las apuestas y los juegos de azar ya existen en todos lados de este país. Nosotros sólo estamos intentando limpiarlas de la corrupción y las actividades criminales. De cada tres reales que se gastan en este país, dos se gastan de manera ilegal”, sentenció.
Gobierno indeciso
La influencia creciente de los grupos evangélicos en la política brasileña refleja un cambio demográfico. Según el censo más reciente, de 2010, 22,2% de la población se identificaba con esa creencia, muy por sobre el 15,4% registrado diez años antes. También es síntoma del poder que tienen las iglesias en general: la prohibición de donaciones corporativas a grupos políticos no las afecta, puesto que no están obligadas a declarar ingresos o pagar impuestos.
Ante ese escenario, la administración que lidera Temer no ha estudiado las propuestas ni ha expresado su opinión, según señaló el secretario de monitoreo económico del Ministerio de Hacienda, Mansueto Almeida.
En agosto, la comisión especial de Marco Regulatorio de los Juegos aprobó un texto que legaliza y regula las actividades de casinos, así como las máquinas de azar y juegos por internet. El proyecto también otorga amnistía a todos los acusados de la práctica ilegal de juegos y suprime los procesos judiciales en tramitación.
El actual presidente de la cámara baja, Rodrigo Maia, se ha mostrado a favor de la iniciativa, que aún no pasa a discusión en el pleno.
Interés empresarial
De acuerdo con el jefe del grupo de lobby de la industria de juegos de azar Instituto Brasileño de Apuestas Legales, Magno José, aprobar la iniciativa permitiría abrir un mercado de unos 350.000 turistas brasileños que cada año salen a países como Uruguay, Argentina o EEUU para apostar.
Por ello, hay empresas que han manifestado interés en entrar al negocio. Una de ellas es Enjoy, basada en Chile, que reconoce que buscaría un aliado local o extranjero si se legalizan los juegos de azar. “Brasil es el único país no islámico donde las apuestas no están reguladas”, dijo a Bloomberg el jefe de relaciones de inversionistas y administración e finanzas de la empresa, Esteban Rigo-Righi. “Estamos mirando muy de cerca la legalización de los juegos de azar”.
No es la única compañía que ve con buenos ojos la eventual legalización. La casa de apuestas británica William Hill emitió un comunicado en septiembre, en el que dijo que la aprobación del proyecto “sería uno de los eventos más significativos en la historia de los juegos de azar si Brasil abre el sector de apuestas”.
Por su parte, el grupo de casinos estadounidense MGM Resorts International manifestó en una nota del diario Financial Times que “el mercado brasileño tiene un potencial enorme”.
Otras empresas interesadas son las suecas Betsson y NetEnt. De acuerdo con el medio británico, cadenas internacionales ya discuten potenciales ubicaciones e, incluso, han firmado contratos inmobiliarios condicionados a la aprobación del proyecto de ley.
Los intentos por relajar las restricciones en la industria de los juegos podrían sumarse a la voluntad de Planalto de abrir el sector petrolero a los inversionistas extranjeros, una medida que también podría tomar con la aviación y la propiedad de tierras.
