Hoy en Mar-a-Lago, el resort de Donald Trump en Florida, parte la cumbre de los líderes de las dos mayores economías del mundo, China y EEUU. La primera y muy esperada reunión con Xi Jinping, sin embargo, se vio ensombrecida por el nuevo lanzamiento de un misil norcoreano ayer. Previamente, las duras declaraciones proteccionistas de EEUU también contribuyeron a tensar el ambiente previo al encuentro.
No obstante, varios factores apuntan a que la administración Trump tendrá que suavizar su discurso, ya que en muchos aspectos depende vitalmente de su socio asiático.
Aliados en la mira
El misil norcoreano lanzado ayer cayó al mar nueve minutos después de su lanzamiento. Los expertos creen que el país ya cuenta con 20 unidades -incluyendo cohetes con capacidad para transportar ojivas nucleares- con alcance hasta Japón o Corea del Sur, aumentando la presión para que Washington proteja a sus aliados en Asia.
“EEUU ha hablado bastante sobre Corea del Norte. No tenemos más comentarios al respecto”, dijo ayer el secretario de Estado, Rex Tillerson, en una escueta declaración que fue interpretada como una muestra de la creciente impaciencia de la Casa Blanca con Pyongyang.
Trump seguramente intentará presionar a Beijing, el mayor apoyo al régimen de Kim Jong-un, para que se comprometa en una solución. Previamente había dicho que el gigante asiático puede resolver las tensiones nucleares “con una llamada“, y luego aseguró que si EEUU no tiene el apoyo chino actuará de todos modos por su cuenta.
Pero EEUU está en una posición delicada, porque China se opone al reciente despliegue de su escudo anti misiles en Corea del Sur que considera una amenaza.
Credenciales chinas
Otro punto relevante durante el encuentro serán las relaciones comerciales. El discurso proteccionista de Trump genera alarma en el gobierno de Xi, que quiere evitar sorpresas que afecten negativamente a una economía en ralentización, ad portas del próximo Congreso Nacional del Partido Comunista, una cita clave donde se definirán los próximos cambios en la cúpula del poder político en China.
El presidente estadounidense también podría sentirse obligado a suavizar su discurso, a medida que las empresas locales que tienen más que perder en una posible guerra comercial con la potencia asiática incrementan sus esfuerzos de lobby en Washington.
China está perfectamente consciente de su poder. “Muchos amigos norteamericanos y occidentales creen que China no puede vivir sin EEUU. Esa es solo la mitad de la verdad. De igual modo, EEUU no puede vivir sin China”, dijo el mes pasado el ministro del Comercio de la potencia asiática, Zhong Shan.
Así, EEUU está disfrutando de crecientes inversiones chinas. El año pasado estas aumentaron a más de US$ 45.000 millones (versus US$ 15.000 millones en 2015) y por primera vez sobrepasaron los flujos estadounidenses hacia el gigante asiático.
La semana pasada, CRRC, el mayor productor de trenes chino, ganó un contrato por US$ 650 millones para construir vagones del metro de Los Ángeles en su fábrica en Springfield. Fue otro logro que el presidente de EEUU destacó a través de su cuenta de Twitter, ya que el costo contemplado en la propuesta de CRRC fue casi la mitad que el de su rival canadiense Bombardier.
A fines de 2016, el CEO de Fuyao Glass, Cao Dewang, señaló que el atractivo de China para los manufactureros va en bajada, mientras que el de EEUU sube. La declaración vino después de que el gigante chino de componentes para autos anunciara una inversión de US$ 450 millones en Ohio.
Empresas estadounidenses
Mientras tanto, las empresas estadounidenses también tienen mucho que perder con el deterioro de las relaciones.
Desde 2011, China es el principal importador de productos agrícolas de EEUU, comprando 62% de su cosecha de soya, entre otros productos. Steve Censky, jefe ejecutivo de la Asociación Americana de Soya, dijo a Reuters que espera que Trump adopte un enfoque “prudente” en las negociaciones con Xi.
Los productores de carne también se quieren sumar a la fiesta. “El mercado extranjero con más potencial de crecimiento sigue cerrado para los productores estadounidenses de carne de vacuno. Valoramos su liderazgo en el asunto”, dijeron en una carta a Trump varias agrupaciones de ganaderos del país. China impuso un embargo a la carne estadounidense en 2003 por el caso de la enfermedad de la vaca loca, y las restricciones todavía siguen en pie.
Firma desafía a Trump y va a México
En medio de las tensiones comerciales, la automotriz china Great Wall Motor está considerando construir una planta en México, desafiando las amenazas de Trump para los fabricantes que quieren colocar sus productos en EEUU.
Según dijeron a Reuters dos fuentes cercanas al proyecto, el mayor productor chino de autos SUV y camionetas está evaluando el estado norteño Nuevo León o la zona central de San Luis Potosí y ya se reunió con las empresas ferroviarias para evaluar la conectividad de las zonas.
Sin embargo, la decisión dependerá de los asuntos comerciales entre los países. La fábrica puede empezar a construirse el próximo año y costaría alrededor de US$ 500 millones. Tendrá capacidad para 250.000 vehículos que se venderán en EEUU y México y usará insumos chinos.