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Emmanuel Macron: un nuevo mosquetero remece a la vieja Francia

La feroz oposición a una ley más bien modesta revela la profunda división de Francia y hace pensar sobre la forma de salir del estancamiento sin erosionar su generoso modelo social.

Por: Anne-Sylvaine Chassany | Publicado: Lunes 23 de febrero de 2015 a las 04:00 hrs.
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El bautismo político de Emmanuel Macron esta semana fue un revés en su propia casa, pero una victoria en el extranjero. El ministro de Economía novato (tiene 37 años) no obtuvo suficiente apoyo parlamentario para aprobar una ley que lleva su nombre: La loi Macron.

Con su gama de medidas liberalizadoras, incluyendo más horas de apertura de las tiendas los domingos, la ley de Macron se ha convertido en la señal más potente del compromiso del presidente François Hollande con la reforma de la segunda economía más grande de la zona euro.

Afable e impecablemente arreglado, Macron se sentó en el Parlamento por 193 horas durante cuatro semanas en un intento de asegurarse la mayoría. No fue suficiente para convencer a la línea más dura en su propio campo socialista. El martes, momentos antes de la votación sobre el proyecto de ley, con la máxima tensión palpándose en la Asamblea Nacional, un generalmente calmado Macron arremetió contra aquellos de su partido "que no quieren cambiar el país y que piensan que todo está bien". Hubo un coro de abucheos cuando más de una docena de socialistas se negaron a votar con su partido.

La votación fue cancelada en el último momento: Manuel Valls, el primer ministro, no estaba dispuesto a dejar que el proyecto de ley no se aprobara una semana antes de que la Comisión Europea decida sobre la posibilidad de censurar a París en el retraso (de nuevo) del cumplimiento del objetivo de reducir su déficit presupuestario. El paquete de reformas en el proyecto de ley se considera clave para persuadir a la Unión Europea de actuar con indulgencia con Francia.

Macron consiguió el permiso del presidente para utilizar una controvertida cláusula, utilizada por última vez hace nueve años, de la Constitución francesa que permite al gobierno invalidar al Parlamento y aprobar un proyecto de ley sin votación. "Estaba enojado", dijo Macron al Financial Times. "Pero es nuestro deber aprobar esta ley. Los franceses lo querían, los inversionistas internacionales lo estaban esperando, lo mismo que nuestros socios europeos que esperan que modernicemos nuestra economía".

En seis meses en el puesto, el ministro de Economía ha visto a Francia sumida en el caos político debido a un proyecto de ley cuya medida emblemática da a los alcaldes el poder de permitir a las tiendas comercializar doce domingos al año, en lugar de cinco, y expone partes de la economía francesa, como los servicios de buses interurbanos y las profesiones jurídicas, a más competencia.

La feroz oposición a una ley más bien modesta revela la profunda división de Francia y hace pensar sobre la forma de salir del estancamiento sin erosionar su generoso modelo social.

El mes pasado, hablando en una reunión de economistas, Macron criticó la "escuela tradicional del pensamiento, que es tirar más dinero público en el sistema, para crear más puestos de trabajo con la ayuda del Estado, o incluso ponerle un techo al éxito". Ahondando en el tema, dijo a FT: "la izquierda que sueño es una que da a los individuos los medios para construir su autonomía en cada paso crítico de sus vidas. Creo en la igualdad de oportunidades".

Pero el ministro más joven del gobierno suena demasiado derechista para muchos en su partido. Sus cuatro años como banquero de Rothschild no ayudan; muchos en la izquierda piensan que el financiamiento es el enemigo. Cuando estuvo en Rothschild, encabezó la venta por US$ 11.900 millones del negocio de comida para bebés de Pfizer a Nestlé; sólo con ese acuerdo se hizo millonario.

Había conocido al presidente de Nestlé, Peter Brabeck-Letmathe, mientras trabajaba para una comisión creada por el entonces presidente Nicolas Sarkozy y dirigida por Jacques Attali, un economista de izquierda, haciendo recomendaciones sobre crecimiento. Un ejecutivo de Rothschild recuerda a Macron como alguien con "una mente brillante, que no dormía mucho, sabía escuchar y absorber la experiencia de los demás".

Cuando llegó, no sabía mucho acerca de fusiones y adquisiciones, pero era un aprendiz rápido, dijo el ejecutivo. "Puede parecer relajado, pero hay un montón de preparación y trabajar por debajo".

Macron tiene una impresionante formación académica. Se crió en un hogar izquierdista en la norteña ciudad francesa de Amiens, donde sus padres eran médicos. Asistió a una escuela católica local; su futura esposa, Brigitte, era profesora allí en ese momento.

Terminó sus estudios en Henri-IV, una de las escuelas estatales más selectas de París. Después de graduarse de la prestigiosa SciencesPo en la capital, se convirtió en asistente del filósofo francés Paul Ricoeur. Macron más tarde obtuvo un magíster por su trabajo en Maquiavelo.

En 2002 abandonó la academia. Dice que "prefería la acción a la perspectiva de una vida académica tranquila" y fue seleccionado por la Escuela Nacional de Administración, el campo de entrenamiento para la élite de funcionarios franceses.

Macron conoció a Hollande en 2007, en una cena organizada por Attali. Los dos se hicieron amigos, y el presidente ha apoyado a Macron en incidentes incómodos que han puesto de relieve su inexperiencia.
Macron tuvo que pedir disculpas, por ejemplo, después de referirse a la difícil situación de los trabajadores "analfabetos" de una fábrica que había visitado en Bretaña.

La "ley Macron" ha sido perjudicial para su creador: el jueves, el gobierno sobrevivió a un voto de no confianza provocado por la decisión de pasar por alto al parlamento. Lo más importante es, sin embargo, "misión cumplida"; el gobierno francés puede seguir adelante con las reformas que son el precio por la clemencia de la Unión Europea sobre los objetivos de déficit incumplidos.

Emmanuel Macron se ha convertido en el rostro de una joven y reformada Francia y es optimista respecto de que las cosas van a empezar a ir mejor. El futuro que él está soñando es "la mayoría dentro del partido socialista".

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