Tres visiones del capitalismo en EEUU:¿cuál emergerá de la crisis como el modelo dominante?
Mientras los “purgativos” dominan entre los republicanos y los “restauracionistas” en el gobierno, las lecciones de los “fundacionistas” son ignoradas.
- T+
- T-
pOR Edward Luce
¿Esta el capitalismo en crisis? La pregunta, planteada a comienzos de año en una serie de artículos de Financial Times, se ha convertido de pronto en un lugar común. Tan sólo en la última semana me tocó asistir a dos conferencias tituladas “capitalismo en crisis”, una en Nueva York y la otra en Washington. Existe escaso consenso. Pero la mayoría está de acuerdo en que si el capitalismo está en crisis, está focalizada: el capitalismo occidental está en apuros, mientras que China y sus vecinos están libres de angustias filosóficas.
Y los europeos, por el momento, están abordando el asunto desde el prisma de la región, más que abstracciones sobre el capitalismo. Sólo en EEUU, que ahora probablemente es la economía desarrollada menos golpeada por la crisis, la cuestión está siendo abordada directamente. Desde el colapso de 2008, la respuesta en EEUU ha estado dividida en tres escuelas, de las cuales hay dos que son dominantes.
La primera, que prácticamente monopoliza al partido Republicano y que puede ser calificada como “purgativa”, dice que los estadounidenses están siendo castigados por la glotonería de Washington. Sólo cuando el gobierno deje de agobiar con impuestos y regulaciones a los creadores de riqueza regresará el espíritu animal. Su representante más emblemático es Grover Norquist, fundador de Estadounidenses por una Reforma Tributaria, que ha pedido a prácticamente todos los republicanos electos que firmen un compromiso de nunca subir los impuestos. Bajo el esquema de Norquist de “matar de hambre a la bestia”, incluso el fin de exenciones tributarias se considera un alza de impuestos y debe ser equiparada con recortes en el gasto. Esta filosofía es ahora el espíritu controlador entre los Republicanos.
La segunda, que abarca a la administración Obama y a la mayoría de los economistas, puede ser calificada como “restaurativa”. Su meta es reactivar la demanda por medios fiscales y monetarios hasta que la economía alcance un punto donde ya no necesite más ayuda. Reconocen que hubo muchas fallas en el modelo antes del colapso de 2008, incluyendo una mala regulación y desigual distribución de la riqueza. Pero no llegan a cuestionar los fundamentos del capitalismo estadounidense. Son la fuerza dominante en términos intelectuales, aunque no necesariamente entre los electores.
A pesar de las señales de que el desempleo en EEUU finalmente está cayendo, los “restauracionistas “ están lejos de ganar la guerra. Fundados en las lecciones keynesianas de la Gran Depresión, su mayor temor es que EEUU se esté acercando a un nuevo 1937, cuando la austeridad fiscal de Franklin Roosevelt empujó al país de vuelta a la depresión. Sus temores están bien fundados. También están en los cierto al decir que la política estadounidense es la mayor amenaza a la salud de la economía. Pero son demasiado complacientes sobre la real fortaleza del capitalismo estadounidense.
Esa, al menos, es la opinión de la tercera escuela, que podemos describir como difusa pero que prefiere llamarse como de “nueva fundación”. Sus representantes incluyen economistas como Kenneth Rogoff y Nouriel Roubini, pero también líderes empresariales y centros de estudios. Su visión es que EEUU y otras economías desarrolladas deben renovar sus fundamentos. El capitalismo estadounidense ya estaba dejando de funcionar en favor de la mayoría antes de la crisis de 2008, argumentan.
Tienen mucha evidencia de su lado. Antes del colapso, el ingreso medio ya había caído en el ciclo de negocios 2002-2007, un caso único para una economía capitalista desarrollada en las últimas tres generaciones. Desde entonces, las cosas han empeorado. Según la Oficina de Estadísticas Laborales, el ingreso medio semanal en EEUU ha caído 2% desde que la recesión terminó oficialmente a mediados de 2009. Los ingresos supuestamente aumentan durante una recuperación.
Esta vez eso es cierto sólo para la crème de la crème. A comienzos de marzo, Emanuel Saez y Thomas Piketty, los economistas de Berkeley, mostraron que el 1% superior de los estadounidenses capturó 93 % del crecimiento en 2010. Eso se compara con 65% en 2001, el primer año de la recuperación anterior. Mientras tanto, el ingreso real no aumentó para el 99% restante.
Pero la evidencia no sirve de mucho en una democracia si el remedio parece demasiado radical. Los nuevos fundacionistas tienen razón en apuntar a fallas estructurales en la economía de EEUU. Pero su preocupación ha quedado gradualmente olvidada por la pugna entre las dos primeras escuelas, cuya próxima batalla se acerca rápidamente.
Sin importar quién gane las elecciones, el actual gobierno afronta una ominosa convergencia de decisiones en las sesiones de “pato muerto” (sin poder de decisión) del congreso en noviembre. Estas incluyen el fin de los recortes tributarios de la era Bush, la nueva aprobación de un alza al techo de la deuda de EEUU, y la imposición de un recorte automático de US$ 1,2 billón (millón de millones) en el presupuesto si no logran un acuerdo sobre el plan fiscal. El resultado es imposible de anticipar pero nadie debe apostar a un escenario benigno.
Del mismo modo en que lo urgente se separa de lo meramente importante, los restauracionistas están opacando a los fundacionistas. El temor a una inoportuna purga fiscal este año no puede ignorarse. Todo lo cual algún día será recordado como una oportunidad desperdiciada por EEUU. Los restauracionistas frecuentemente nos recuerdan que Keynes dijo que “a la larga todos moriremos”. Es cierto. Excepto que la tendencia de largo plazo de la economía hace mucho que ya está acá.