Kodak, que dominó la industria fotográfica antes de que apareciera la competencia digital, obtuvo la aprobación de la justicia estadounidense de su plan para salir de la bancarrota como una compañía de impresión comercial que ya no se enfoca en los consumidores.
El plan, que recorta cerca de US$ 4.100 millones de deuda, reafirma el alejamiento de Kodak de la venta de cámaras y revelado de fotografías para consumidores, para enfocarse en la tecnología de impresión para clientes corporativos.
Kodak “es de muchas maneras una nueva operación”, después de deshacerse de sus negocios más conocidos, dijo el juez Allan Gropper.
Las solicitudes aseguradas se pagarán en su totalidad bajo este plan, mientras que los accionistas recibirán nada. Los acreedores sin garantías con solicitudes estimadas en
US$ 2.200 millones recibirán entre US$ 0,04 y US$ 0,05. En los documentos judiciales, Kodak llamó al plan un “compromiso amplio” entre la compañía y sus acreedores.
Gropper rechazó los reclamos de algunos grupos de accionistas de que Kodak y sus expertos en quiebra estaban escondiendo su valor real. El juez dijo en el tribunal ayer que incluso si Kodak valiera mucho más de lo que decía, ese valor iría a los acreedores sin garantías y los accionistas aún se quedarían con nada.
Kodak se acogió a protección de quiebra en enero de 2012 después de gastar
US$ 3.400 millones en intentos anteriores para reestructurar la compañía. En ese entonces, Kodak ya había despedido a 47.000 empleados desde 2003, cerrado trece fábricas que producían rollos de fotos, papeles y químicos, y 130 laboratorios fotográficos.
La compañía entró a protección judicial con cerca de 17.000 empleados y saldrá de la quiebra con cerca de 8.500.