A cinco años de la mayor crisis financiera desde la Segunda Guerra Mundial, la economía global está entrando a una nueva fase a medida que las autoridades de las mayores economías del planeta se preparan para revertir la política monetaria más expansiva de la historia.
Es en este escenario que el manejo de las potenciales amenazas para las empresas se convierte en el mayor desafío para sus equipos de administración. Según un estudio realizado por KPMG entre más de mil altos ejecutivos a nivel mundial, las compañías advierten que los riesgos para las organizaciones están aumentando a un ritmo mayor al de su capacidad para hacerles frente. Según las empresas, la mayor dificultad surge de la incapacidad para integrar sus capacidades de gestión del riesgo de una manera transversal y holística, en todas las instancias de la administración.
“El desafío radica en que un número no despreciable de empresas tiende a analizar los riesgos en forma separada, sin aplicar un enfoque de evaluación y gestión integral de los mismos y poder entender cómo interactúan entre sí”, explica Alejandro Cerda, socio líder de la División de Asesorías de KPMG.
La mayor amenaza
Para 46% de las empresas el principal origen del riesgo es la creciente presión regulatoria, a medida que las autoridades aplican mayores restricciones para que no se repitan eventos como los de la crisis financiera de 2008.
En Europa y Estados Unidos las entidades financieras afrontan al menos 40 conjuntos de nuevas regulaciones, que van desde la atención a clientes hasta requisitos de capital y liquidez y transacciones de derivados. Pero la presión regulatoria va más allá de las finanzas, provocando incertidumbre en industrias como la de energía y materias primas, manufacturas, tecnología y salud, donde las autoridades buscan restringir gastos.
Lo más revelador es que el tema regulatorio encabeza la lista de riesgos para todas las empresas tanto en Norteamérica, como Europa y Asia Pacífico.
“Este análisis integral se hace cada vez más necesario, en consideración a la dinámica de los mercados actuales, por ejemplo, al avance de la globalización y, por ende, la exposición de las empresas a mayores y distintos factores de riesgo que se originan no sólo en el mercado local sino que también en las distintas regiones geográficas y mercados donde las empresas actualmente operan”, comenta Cerda.
La tranquilidad no tiene precio
La gestión del riesgo no sólo es una herramienta reactiva para anticiparse a potenciales escenarios adversos o manejar amenazas presentes, sino que también es un instrumento proactivo, que puede incrementar los beneficios de una empresa. De hecho, una buena gestión debe definir cuál es el nivel de riesgo al que una administración desea exponerse para definir su plan de negocios. Las compañías podrían encontrar que pueden incrementar su apetito por riesgo, si los beneficios lo justifican, pero no pueden hacerlo si no definen un plan para ello. Sólo 19% de las empresas cuentan con una declaración formal sobre su apetito por riesgo, señala el reporte.
Una de los mayores obstáculos es la dificultad para medir con precisión cuál es el beneficio económico real de aplicar estas herramientas. Un 28% de los encuestados dice que no tiene forma de saber si está obteniendo valor de sus inversiones en gestión de riesgo y 30% dice que simplemente revisan resultados pasados para evaluar la efectividad de sus controles.
“Más allá de que se pueda cuantificar el beneficio exacto de una buena gestión de riesgo, hay que pensar en eso como en un seguro. Cuando se tiene un seguro automotriz no se piensa sólo en cuánto uno ahorra en caso de accidente, sino en el beneficio que significa poder conducir y tomar decisiones con tranquilidad”, explica Luis Felipe Encina socio de Asesoría en Riesgos. “Esa tranquilidad que da una buena gestión de riesgo es un valor real para las empresas”.
Pese a las dificultades para medirla, 47% cree que la gestión de riesgo es esencial para crear valor en la empresa y, con 66% proyectando que el gasto en esta área aumentará en los próximos tres años, es una clara señal de los beneficios que las firmas le atribuyen a esta estrategia.
