Propuestas para legalizar la marihuana, como la que impulsa el gobierno uruguayo, están acercando a Chile un debate que crece en todo el mundo. Pero el interés en el tema está llegando también a un sector que hasta hace muy poco tiempo hubiera parecido imposible: los inversionistas de Wall Street, el corazón financiero de una nación que todos los años destina millones de dólares a combatir su consumo.
Fondos de private equity, empresas de capital de riesgo e inversionistas ángeles se están apresurando a tomar posiciones en un mercado que arroja altos retornos.
Aprovechando este creciente entusiasmo, Jamen Shively, un ex ejecutivo de Microsoft, anunció que está levantado US$ 10 millones en el mercado para crear lo que él llama el “Starbucks de la marihuana”, una cadena de locales con aire sofisticado que pretende imitar a la popular franquicia de cafeterías.
Un mercado en verde
El uso medicinal de la marihuana está autorizado en 18 estados de EEUU, además del Distrito de Columbia, sede del gobierno, y en los próximos meses Nueva York y otros tres estados más podrían sumarse. Washington y Colorado, además, han autorizado incluso su uso recreacional para mayores de 21 años.
Se estima que tan sólo el uso médico de la marihuana representa actualmente un mercado de US$ 1.500 millones y podría llegar a
US$ 9 mil millones para 2016. Eso, en una industria fragmentada, donde no existen grandes marcas ni una gestión profesional, es equivalente al tamaño de todo el negocio de juegos para teléfonos móviles a nivel mundial, una industria dominada por compañías maduras.
Y si se incluye el consumo ilegal, la cifra ascendería a US$ 20 mil millones, según el economista de Harvard, Jeffrey Miron.
Pese al crecimiento exponencial de este sector, las empresas formales que participan en él, han visto su desarrollo restringido por las dificultades de financiamiento. Recurrir a la banca por un préstamo, e incluso a un operador de tarjetas de crédito, les resulta imposible, ya que las empresas financieras más tradicionales están reacias a correr el riesgo político. Pese que el consumo se ha legalizado en muchas regiones, la ley nacional prima sobre la de los estados, y temen quedar expuestas a la ley que sanciona el lavado de dinero.
Capitales a
diestra y siniestra
Los fondos de inversión y otros vehículos financieros han visto aquí una brecha que no quieren desperdiciar. La acción de MedBox, por ejemplo, una compañía que fabrica máquinas para almacenar marihuana en dispensarios medicinales, se disparó de US$ 6 a
US$ 205 en un día, tras el fin de la prohibición en Colorado, en noviembre.
Apostando a que el riesgo vale la pena, la firma de private equity Privateer Holdings creó un fondo por US$ 7 millones para invertir en empresas del sector. Una de sus primeras adquisiciones fue Leafly, empresa que se define como la Yelp de la marihuana, en referencia al conocido sitio donde los consumidores intercambian información sobre productos. Leafly genera retornos por US$ 100 mil mensuales, pero proyecta que aumentarán a
US$ 1 millón el próximo año. Cuenta con miles de usuarios registrados y 2,5 millones de visitas mensuales.
Privateer tiene entre sus inversionistas a familias adineradas de Boston y Nueva York, fortunas familiares de izquierda, que ven la legalización como una causa humanitaria, y de derecha, que defienden el principio de la libertad económica. En su directorio participa Michael Auerbach, un inversionista con vínculos con la ex secretaria de estado Madeleine Albright.
La firma fue fundada por Brendan Kennedy, un analista financiero de SVB Analytics, una división del Silicon Valley Bank enfocada en financiar proyectos tecnológicos, genéticos y de energías renovables, y que participó en las primeras etapas de desarrollo de empresas como Groupon, LivingSocial y Tesla Motors.
Kennedy, que tomó la decisión de fundar Privateer luego de que uno de sus cliente fue a pedir financiamiento para un software de gestión de inventarios para dispensarios de marihuana medicinal, cree que el potencial en el mercado estadounidense asciende a US$ 50 mil millones. Para ello se asoció con Michael Blue, un amigo que trabajaba en una firma de private equity y ex compañero de MBA en la Universidad de Yale.

Fondo esmeralda
Así como Privateer, la firma de capital de riesgo de California Ghost Group, lanzó en marzo el fondo Emeral Ocean Capital, que espera levantar US$ 25 millones para fines de año. Su fundador, Justin Hartfield, está comprando empresas como WeedMaps, que genera retornos por US$ 1,5 millón mensuales, y registra 1,67 millón de visitas mensuales. Además, está invirtiendo en patentes, y es dueña del registro de dominio en internet “marijuana.com”, a través del cual proyecta convertirse en el mayor distribuidor legal de marihuana a nivel mundial.
Por su parte, el activista político Steve Kubby, que impulsó la reforma en California para autorizar el uso medicinal y ex candidato a gobernador, fundó Kush, una firma de adquisiciones enfocada en empresas del sector. Además de invertir en adquisiciones, Kubby destina recursos para financiar lobby político en Washington y para ello tiene en su directorio a reconocidos personajes, incluyendo a un ex juez, un ex gobernador, un ex senador, y hasta a un ex jefe de policía.
Las compañías también están recibiendo financiamiento de inversionistas ángeles como la red ArcView, fundada en 2010 por Troy Dayton y Steve DeAngelo, dos emprendedores formados en el corazón de los clusters tecnológicos de San Francisco, y que recoge aportes para proyectos por un mínimo de US$ 50 mil de un grupo de socios afiliados.
En mayo, ArcView reunió en un salón a un grupo de empresarios vinculados a la marihuana para presentar sus propuestas a financistas privados, y al final de la ronda, distribuyó más de US$ 1 millón entre cinco iniciativas.