Muchos temen un contraataque de Beijing por el Nobel de la Paz
Molesto por el desafío de Occidente al galardonar a un “subversivo”, el régimen comunista podría endurecer la represión a los críticos.
Por: | Publicado: Jueves 14 de octubre de 2010 a las 16:38 hrs.
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Por Geoff Dyer
“El deseo y la necesidad de democracia y libertad del pueblo chino son irresistibles”. Esas palabras podrían bien haber sido pronunciadas por Liu Xiaobo, el activista chino que cumple una condena de once años en prisión por subversión y que fue galardonado con el Premio Nobel de la Paz en reconocimiento a su larga lucha por un cambio político gradual. Pero fue una declaración del Primer Ministro Wen Jiabao durante una entrevista con la CNN antes del anuncio del Nobel. El éxito económico de China ha sido tan impresionante y sostenido que parecería que los grandes dilemas políticos acerca de cómo debería ser gobernado el país, que llegaron a su punto culminante en la Plaza de Tiananmen hace dos décadas, simplemente pasaron a ser irrelevantes. Sin embargo, los comentarios de Wen muestran que los debates sobre una reforma política china no se dan sólo en Oslo. Muchos se preguntan si es tarea del comité del Nobel promover el cambio político poniendo en ridículo a Beijing. Para las autoridades chinas, la reacción inmediata es hacer de éste un conflicto directo entre China y Occidente, que quiere frenar su crecimiento. “El Premio Nobel de la Paz se ha reducido a un instrumento político en manos de intereses occidentales. Lo que están haciendo ahora es utilizar el Premio Nobel de la Paz para desgarrar a la sociedad china” escribió el Global Times, un tabloide con estrechas relaciones con el Partido Comunista. Y no son sólo los nacionalistas declarados los que están molestos por la intromisión extranjera. Existen muchos chinos educados que sienten que al país no se le reconoce su progreso económico ni la expansión de las libertades personales que han tenido lugar en los últimos 30 años. También existe un cierto grado de inquietud acerca de cómo va a responder el régimen. La policía interrumpió las celebraciones en Beijing y detuvo temporalmente a los partidarios de Liu. China cuenta con una gran cantidad de organizaciones no gubernamentales en áreas tales como medio ambiente, que a menudo adoptan un pragmatismo casi radical con respecto a la política, manteniéndose estrictamente dentro de los límites de lo posible. Muchos temen un contragolpe de parte de una Beijing herida y quizás hasta se arrepienten de la provocación que el premio representa. Sin embargo, el Nobel de Liu también podría tener un efecto dominó en una sociedad que cambia rápidamente. Cada vez más sectores de la sociedad creen firmemente en la libertad de prensa, de reunión y de protesta –los mismos derechos que en teoría la Constitución china protege y que el Comité del Premio Nobel destacó. Y esperan que el Partido Comunista haga honor a más de esos derechos. Liu es un abanderado de la reforma política, pero en muchos aspectos no representa el principal desafío para las autoridades. Y pocos ciudadanos chinos han oído hablar de él. En cambio, la presión es más difusa, pero proviene de una gama más amplia de fuentes. Están los ciudadanos ricos que organizan grandes manifestaciones cuando sus derechos de propiedad se ven afectados. La comunidad legal de China que crece rápidamente está llena de personas tratando de crear más tribunales independientes. Y está Internet, que pese a todos los esfuerzos censores de las autoridades, es un pozo de ironía rebelde.El Partido Comunista es tan activo que no le cuesta pasar por alto el surgimiento de una vibrante sociedad que sale de su sombra leninista. Y muchos de los miembros de esta nueva sociedad probablemente pasaron el fin de semana agradeciendo calladamente al comité del Nobel por su muestra de apoyo.
“El deseo y la necesidad de democracia y libertad del pueblo chino son irresistibles”. Esas palabras podrían bien haber sido pronunciadas por Liu Xiaobo, el activista chino que cumple una condena de once años en prisión por subversión y que fue galardonado con el Premio Nobel de la Paz en reconocimiento a su larga lucha por un cambio político gradual. Pero fue una declaración del Primer Ministro Wen Jiabao durante una entrevista con la CNN antes del anuncio del Nobel. El éxito económico de China ha sido tan impresionante y sostenido que parecería que los grandes dilemas políticos acerca de cómo debería ser gobernado el país, que llegaron a su punto culminante en la Plaza de Tiananmen hace dos décadas, simplemente pasaron a ser irrelevantes. Sin embargo, los comentarios de Wen muestran que los debates sobre una reforma política china no se dan sólo en Oslo. Muchos se preguntan si es tarea del comité del Nobel promover el cambio político poniendo en ridículo a Beijing. Para las autoridades chinas, la reacción inmediata es hacer de éste un conflicto directo entre China y Occidente, que quiere frenar su crecimiento. “El Premio Nobel de la Paz se ha reducido a un instrumento político en manos de intereses occidentales. Lo que están haciendo ahora es utilizar el Premio Nobel de la Paz para desgarrar a la sociedad china” escribió el Global Times, un tabloide con estrechas relaciones con el Partido Comunista. Y no son sólo los nacionalistas declarados los que están molestos por la intromisión extranjera. Existen muchos chinos educados que sienten que al país no se le reconoce su progreso económico ni la expansión de las libertades personales que han tenido lugar en los últimos 30 años. También existe un cierto grado de inquietud acerca de cómo va a responder el régimen. La policía interrumpió las celebraciones en Beijing y detuvo temporalmente a los partidarios de Liu. China cuenta con una gran cantidad de organizaciones no gubernamentales en áreas tales como medio ambiente, que a menudo adoptan un pragmatismo casi radical con respecto a la política, manteniéndose estrictamente dentro de los límites de lo posible. Muchos temen un contragolpe de parte de una Beijing herida y quizás hasta se arrepienten de la provocación que el premio representa. Sin embargo, el Nobel de Liu también podría tener un efecto dominó en una sociedad que cambia rápidamente. Cada vez más sectores de la sociedad creen firmemente en la libertad de prensa, de reunión y de protesta –los mismos derechos que en teoría la Constitución china protege y que el Comité del Premio Nobel destacó. Y esperan que el Partido Comunista haga honor a más de esos derechos. Liu es un abanderado de la reforma política, pero en muchos aspectos no representa el principal desafío para las autoridades. Y pocos ciudadanos chinos han oído hablar de él. En cambio, la presión es más difusa, pero proviene de una gama más amplia de fuentes. Están los ciudadanos ricos que organizan grandes manifestaciones cuando sus derechos de propiedad se ven afectados. La comunidad legal de China que crece rápidamente está llena de personas tratando de crear más tribunales independientes. Y está Internet, que pese a todos los esfuerzos censores de las autoridades, es un pozo de ironía rebelde.El Partido Comunista es tan activo que no le cuesta pasar por alto el surgimiento de una vibrante sociedad que sale de su sombra leninista. Y muchos de los miembros de esta nueva sociedad probablemente pasaron el fin de semana agradeciendo calladamente al comité del Nobel por su muestra de apoyo.