Nadie se atreve a romper con los poderosos sindicatos mexicanos

Falta de transparencia y corrupción han sido tradicionales en el mundo sindical mexicano, a cambio de una dudosa paz laboral.

Por: | Publicado: Lunes 5 de noviembre de 2012 a las 05:00 hrs.
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Mientras el Senado mexicano debatía el proyecto de reforma laboral del saliente presidente Felipe Calderón, los líderes de dos de los más importantes sindicatos del país fueron reelegidos a fines de octubre para nuevos períodos de seis años.

Elba Esther Gordillo, del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), y Carlos Romero Deschamps, del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM), han dominado sus organizaciones desde 1989, cuando el entonces presidente, Carlos Salinas de Gortari, forzó la salida de sus predecesores.

Los grandes sindicatos eran aliados clave del Partido Revolucionario Institucional (PRI) hasta que perdió el control del país en 2000, pero entonces establecieron una buena relación de trabajo con los gobiernos del centro derechista Partido Acción Nacional (PAN). Las cosas probablemente no van a cambiar mucho bajo la nueva administración de Enrique Peña Nieto, del PRI.

La reelección de Gordillo y Romero Deschamps sugiere que los principales actores en el mundo del empleo organizado mantendrán su influencia durante el período de seis años de Peña Nieto, que asume el 1 de diciembre. Aunque el regreso del PRI al gobierno tras doce años en la oposición puede sugerir que “todo sigue igual” en la relación entre el Estado mexicano y los sindicatos —que no vieron cambios fundamentales durante los años del PAN al mando del país— se ha acumulado un creciente descontento entre algunos sectores debido al enorme poder de los sindicatos y sus principales líderes, considerados corruptos, paternalistas y un obstáculo para la transformación económica. Romero Deschamps fue la figura central en el escándalo “Pemexgate” registrado a comienzos de la primera administración del PAN, cuando fue acusado de desviar fondos de su sindicato para financiar la campaña presidencial del candidato del PRI en las elecciones de 2000, Francisco Labastida. Gordillo, también, genera una respuesta negativa en muchos círculos.



El precio por la paz laboral


Pero, los grandes sindicatos han contribuido a mantener un ambiente laboral estable durante décadas y —mientras sus privilegios se mantengan intactos— han estado dispuestos a cooperar con los gobiernos que han buscado aplicar reformas económicas desde fines de los ‘80. Pese a los llamados por una mayor transparencia y democracia a nivel sindical, los grupos empresariales han estado satisfechos de la mano dura usada por los líderes laborales en contra de los elementos más problemáticos del sector, una manera efectiva de mantener la disciplina en los lugares de trabajo. Diversos gobiernos han hecho la vista gorda a violaciones del código laboral para mantener a las administraciones de su lado. Los sindicatos han sido cómplices de estos acuerdos entre empresas y gobiernos.

Francisco Hernández Juárez del Sindicato de Telefonistas de la República Mexicana (STRM), que se presenta a sí mismo como de un líder de izquierda e independiente, ha sido elogiado por la administración de Telmex (el principal proveedor de telefonía de México) por firmar acuerdos para incrementar la productividad. Pero frecuentemente se pasa por alto el hecho de que lleva más tiempo que Gordillo o Romero Deschamps, y que ha liderado su sindicato desde 1976. Su amigable relación con el Partido de la Revolución Democrática (PRD) es un incómodo recordatorio de que todos los partidos, sin importar sus fundamentos ideológicos, han estado dispuestos a alinearse con los veteranos líderes de los sindicatos cuando esto conviene a sus intereses políticos.



Más de lo mismo


Peña Nieto parece dispuesto a dejar que las cosas sigan tal como están mientras los sindicatos respalden sus planes de reforma. Romero Deschamps es actualmente senador por el PRI y se asume que su apoyo a la reforma del sector energético está garantizada, aunque sus problemas de salud —recientemente se supo que está bajo tratamiento por un cáncer de colon— podrían complicar el panorama.

Esto quedó claro tras el rechazo del PRI a cualquier cambio en el status quo sindical en el reciente debate sobre la reforma laboral presentada por Calderón en septiembre, y que llevó a la aprobación de una versión diluida de la ley en la Cámara de Diputados. Aunque la propuesta de Calderón para aumentar la transparencia sindical fue repuesta en el proyecto aprobado por el Senado, la legislación fue enviada de regreso a la cámara baja, donde afronta un incierto resultado, dado que el PRI seguramente seguirá protegiendo los privilegios de los sindicatos.

Por lo tanto, parece probable que la nueva administración no vaya a ejercer mucha presión en los temas laborales, si los sindicatos cooperan con los proyectos de reforma energética y fiscal. Y la fuerte influencia que ejercen sus históricos líderes seguramente va a continuar durante el nuevo gobierno.



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