No todo es color rosa para las empresas que quieren desembarcar en Brasil
Por: Equipo DF
Publicado: Lunes 20 de diciembre de 2010 a las 05:00 hrs.
Por Vincent Bevins
Para el consumidor brasileño, con una capacidad de compra cada vez mayor, una de las marcas más difíciles de comprar es Apple. La compañía de la manzana no tiene locales de venta en el país -uno de los mercados de consumo más grandes y de mayor crecimiento en el mundo-, aunque los brasileños ávidos de tecnología pagan cerca de US$ 1.500 por un iPhone nuevo.
Según el diario O Globo, cuando a principios de este año un funcionario estatal invitó a Steve Jobs a abrir una tienda en Brasil, él contestó que "las disparatadas políticas de impuestos súper elevados" eran demasiado para su compañía.
A diferencia de Apple, muchas otras compañías internacionales ya no opinan que permanecer fuera de Brasil sea una opción viable. La rápida expansión económica y la creciente base de consumidores ofrecen grandes oportunidades, como la colocación de acciones por
US$ 8.100 millones de la filial brasileña de Santander, y que fue la mayor del mundo en 2009.
Se calcula que la economía de Brasil crecerá más de 7% este año, y las empresas extranjeras están ganando dinero. Pero los expertos y ejecutivos sostienen que las confusas normas vigentes obligan a algunas empresas a pensarlo dos veces antes de invertir en el país. Que las complicadas regulaciones y el complejo sistema impositivo retrasan el inicio de las operaciones.
Y eso, sumado a las estrictas leyes laborales, con frecuencia implica hacer cambios profundos en los modelos de negocio. Además, comparadas con otros mercados emergentes, las adquisiciones son más estratégicas. Mientras tanto, otras firmas directamente abandonan o no piensan en el país.
"Los extranjeros entienden lo que significa este dolor de cabeza recién cuando llegan y empiezan a operar," comentó Neil Montgomery, abogado de Felsberg & Associates en Sao Paulo que asesora a compañías nuevas en Brasil. "En general, les lleva entre seis meses y un año acostumbrarse a toda la burocracia y los costos".
Hasta las empresas con experiencia en abrir filiales en el exterior o las provenientes de mercados emergentes a menudo se sorprenden con las dificultades que enfrentan para operar en el país.
"Una vez que se acostumbran, en general se sienten cómodas", agregó Montgomery, refiriéndose al caso de Turkish Airlines, "donde se sentían extremadamente frustrados, y recién ahora tienen un mejor sentimiento hacia Brasil". Pero a otras la situación las supera. "Hace poco asesoré una firma de bienes raíces de Eslovenia que simplemente decidió que los obstáculos eran demasiados y abandonaron la idea a mitad de camino", contó.
Según el último Doing Business Report, un informe elaborado por el Banco Mundial que califica a los países según la facilidad que ofrecen para iniciar negocios, Brasil se ubicó en el lugar 127, de un total de 183 países, detrás de Mozambique y Nepal.
"Las compañías que quieren operar en Brasil contratan a un talento local, un estudio jurídico y una consultora para que los ayude a navegar (el régimen impositivo y regulaciones locales) y hasta para hacer un estudio de factibilidad. Es algo que es muy diferente a otras partes del mundo", comentó Sherban Leonardo Cretoiu, profesor de negocios internacionales en la Fundação Dom Cabral, una importante escuela de negocios de Brasil. "Se puede traer expatriados, pero no intentar que ellos hagan ese trabajo. Es mejor tener un gerente y director local".
La carga impositiva promedio es elevada, aún para las economías en desarrollo, pero lo más complicado es lidiar con la burocracia ligada al pago de los impuestos. Según el Banco Mundial, las compañías que operan dentro de los países de la OCDE deben dedicar un promedio de 199 horas hombre por año para completar el proceso de declaración de impuestos. En América Latina y el Caribe, se necesitan 385 horas. En Brasil, 2.600 horas.
"El primer consejo que damos es, cuando preparen un plan de negocio, por favor envíenlo a alguien en Brasil", señaló Rodrigo Camargo, socio de KPMG Global Business Group en Brasil. "Nosotros tenemos que repasar las implicancias impositivas".
En términos prácticos, eso significa que las compañías a menudo se quejan del tiempo que lleva el proceso. "De todos los riesgos grandes, el tiempo es el mayor," afirmó Montgomery.
Salvo casos excepcionales, a las compañías se les aconseja no abrir una "sucursal" en Brasil, debido al complejo proceso de aprobación, sino que armar una compañía local independientemente del tamaño de las operaciones.