Padre Hugo Tagle

Nanas

Surrealista ha resultado el alboroto en torno a los deberes y derechos de las “nanas” en un...

Por: Padre Hugo Tagle | Publicado: Lunes 23 de enero de 2012 a las 05:00 hrs.
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Surrealista ha resultado el alboroto en torno a los deberes y derechos de las “nanas” en un condominio santiaguino. Muestra que, pese a nuestros esfuerzos de modernidad, estamos aún lejos de cuotas de urbanidad relativamente razonables. Ese entuerto vergonzoso nos pinta de cuerpo entero. No me imagino una discusión así en otros países de la OCDE, a la que se recurre tanto.

El chivo expiatorio de esta comedia fue una señora de la que sacaron una cuña de cuatro segundos para hacer de ella festín público. Entiendo la necesidad de la prensa de vivir, pero es triste que hagan dinero -que aquí no hubo intención de informar- a costa de enlodar a la gente.

Pero no seamos cínicos: displicencia y mal trato hacia quien calificamos como de un grado más abajo en la escala social se da por todos lados. Chileno que logra algo más de “lucas”, chileno que se siente dueño del mundo y, sobre todo, con derecho a mirar en menos al prójimo. Abundan los vecinos que se refieren a un igual en términos peyorativos, como afuerinos y “de menor clase”. Dime como tratas a tu vecino y te diré quien eres.

Nos viene como anillo al dedo las palabras de Jesús a los fariseos: “El que esté libre de culpa, que tire la primera piedra” (Jn 8,7)

No hay que ir a los condominios para ser testigo de humillaciones o discriminación. El asunto no es el uniforme. El punto es que nos cuesta el trato al otro como un igual.

O nos pasamos de confianzudos o nos volvemos timoratos. Y no es maldad. Es falta de educación, ausencia de buenos modelos o referentes. Recordemos que para un porcentaje no menor de chilenos su único referente educacional es la tele y lo que muestran en ella.

Pero lo que ha gatillado esta falta de respeto al otro -ahora nanas, mañana jardineros, obreros administrativos- es el temor al otro. En parte por la sensación de victimización. El extraño es un potencial ladrón. Basta darse unas vueltas por Santiago u otras ciudades y comprobar que hay sectores que viven enjaulados. Y entre menores ingresos, peor el panorama. Y en lo de Chicureo, se cortó por lo más delgado.

Que este alboroto armado en torno a una torpe medida de un condominio nos lleve a cambios de actitud que van más allá de si las personas puedan o no caminar por calles o usar o no uniforme en el lugar de trabajo. Que otros puedan decir de usted algo que escucho a veces: “esa persona me hace sentir bien, me hace sentir como reina (o rey)”. De eso se trata. Medidas que son gratis. Mire a su entorno y haga un buen chequeo. Se encontrará con más de un reclamo.

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