Consumo privado y expectativas
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Durante la prolongada desaceleración económica que enfrentamos en la actividad nacional mucha tinta se ha gastado analizando el fuerte ajuste de la inversión, que cumpliría tres años de caída, en un hecho bastante inédito en las últimas décadas. Parte de esta baja se explica por el fin del boom minero y, de hecho, el comportamiento de la inversión en Chile, aunque más negativo, no dista en forma muy significativa de la inversión en Perú.
Sin embargo, lo que parece más preocupante es lo que está ocurriendo con el consumo privado en nuestro país, que ya acumula dos años creciendo bastante por debajo de lo que sería nuestro PIB potencial. Esto es una muy mala señal, considerando que los agentes económicos sólo ajustan sus planes de consumo cuando se deterioran sus expectativas de ingreso permanente, y por ende, se puede afirmar que el pobre comportamiento de la actividad no es percibido como un fenómeno transitorio, sino más de tendencia. Esto se ve reforzado por el hecho de que no sólo se desacelera el consumo de bienes durables, normalmente más cíclico, sino también el consumo de no durables y de servicios, con tasas de crecimiento de ambos de menos de 1,5% en los últimos cuatro trimestres. A modo de comparación, mientras en Chile el consumo privado crece a una tasa promedio de 1,6% en los últimos dos años, en Perú, que registra una caída más pronunciada de términos de intercambio, el consumo privado crece a un ritmo de 3,6%, con una tendencia al alza.
En definitiva, las decisiones de consumo privado de los chilenos son una muestra más del deterioro más permanente que registra nuestra economía.